La ciencia, entre sus infinitas aptitudes, se revela como un arte de engaño al cuerpo, un truco para camuflar la edad de unos músculos que añoran la vitalidad y entereza de su juventud. Con 34 años, Kenenisa Bekele, triple campeón olímpico y plusmarquista mundial de 5.000 y 10.000, ya no es el rey del fondo sobre el tartán. Sin embargo, la impetuosa zancada del etíope golpea ahora el asfalto con la voracidad del gran campeón. La evolución de su carrera a una mayor distancia, los 42,195 kilómetros de la maratón, ha ido encauzada por un proyecto revolucionario en los métodos de entrenamiento y la nutrición; una empresa que desafía los límites del cuerpo humano mediante el experimento científico: la barrera de las dos horas está al alcance del hombre. Y, al parecer, más cerca en el tiempo de lo esperado.
Hace unas semanas, Bekele voló en las calles de Berlín. Su tiempo de 2 horas, 3 minutos y 3 segundos se quedó a un suspiro del récord del mundo del keniata Dennis Kimetto (2:02:57). El para muchos mejor fondista de todos los tiempos –con el permiso de su compatriota Haile Gebreselassie–, mejoró su marca personal en dos minutos; aunque el foco de atención recayó sobre el líquido que había utilizado para hidratarse a lo largo de la prueba.
Bekele sigue desde hace un tiempo las directrices de Yannis Pitsiladis, un científico británico que ha puesto en marcha un revolucionario proyecto nombrado ‘Sub2hrs’, cuyo objetivo se refleja explícitamente con esa denominación. Después de la carrera, en medio de una espiral de absoluto secretismo, se han dado algunas pistas sobre un líquido que, según ellos, cambiará por completo la industria de la energía deportiva.
Por el momento sólo se ha revelado que Maurten, una compañía sueca fundada en 2015 y centrada en llevar a cabo grandes avances en el campo del suministro y optimización de la energía durante esfuerzos prolongados, es la encargada de elaborar el líquido. Su filosofía es que cualquier persona, desde fondistas de élite hasta los runners más precoces, pueden beneficiarse de un producto sano diseñado científicamente.
Según las explicaciones emitidas desde ‘Sub2hrs’, los beneficios de esta bebida radican en que el cuerpo es capaz de tolerar una mayor cantidad de carbohidratos durante la actividad física, habilitar a los músculos a obtener la energía óptima durante el ejercicio, así como mantener una concentración elevada de glucosa en sangre.
Normalmente, tan pronto como la concentración de carbohidratos en la bebida se incrementa, el vaciado gástrico se ralentiza, resultando en menos fluidos y carbohidratos para nutrir al organismo. La compañía sueca, dicen, ha encontrado una manera para solventar este problema.
A día de hoy, desde ‘Sub2hrs’ dicen que no pueden ofrecer más detalles en este punto del proyecto, pero aseguran que la bebida es “totalmente segura” y solo contiene probados ingredientes de alto grado alimenticio. Además, cada lote se envía a un laboratorio independiente para su comprobación. Maurten ha confirmado que la bebida y sus diversas variantes empezarán a comercializarse en la primavera de 2017.
Un proyecto ambicioso
Esta bebida ‘mágica’ es uno de los avances estrella de proyecto ‘Sub2hrs’, definido como “la primera iniciativa de investigación internacional dedicada a romper la barrera de las dos horas en la maratón, compuesta por científicos especialistas en diversas disciplinas procedentes del mundo académico, atletas de élite y socios estratégicos de la industria”.
El equipo está comandado por Pitsiladis (48 años), profesor de ciencia deportiva y del ejercicio en la Universidad de Brighton, Inglaterra, quien está convencido de que para 2019, varias décadas antes de los resultados cosechados por otros estudios, habrá un atleta capaz de recorrer los 42,195 kilómetros en menos de dos horas. El excitante objetivo de su trabajo, como afirma él, “es entender los límites del ser humano”.
Utilizan los últimos conocimientos en nutrición, biomecánica, rendimiento, genética, entrenamiento, estrategia de carrera y medicina deportiva para crear estrategias estudiadas científica y médicamente. Su ámbito de actuación se concentra en África, donde arraigan los atletas con los genes más desarrollados para las pruebas de resistencia. La misión es ayudar a estos fondistas con grandes marcas que apenas hacen uso de las ventajas de la ciencia. Combinando ambas facetas, condiciones morfológicas más conocimientos científicos, el límite es desconocido.
Para Pitsiladis, también experto antidopaje en el Comité Olímpico Internacional, el perfil del atleta que rompería el récord del mundo sería alguien que ha crecido en un ambiente rural en el este de África y en altitud, con una gran capacidad aeróbica y pulmonar consecuencia de estas circunstancias geográficas, y acostumbrado a horas diarias de actividad física, como caminar o correr al colegio, cargar recipientes de agua o al pastoreo de ganado.
Este proyecto vive sumergido en el misterio. Es conocido que Bekele figura como integrante de los diversos test y pruebas, pero no se le considera el prototipo adecuado para atacar la hoy lejana barrera de las dos horas. Viajan y entrenan en lugares del continente africano a gran altitud, donde el aire contiene menos oxígeno, a otros como el Mar Muerto, con un 5% más de oxígeno de lo normal.
Por sus comentarios en las redes sociales, los hermanos neozelandes Robertson, Jake y Zane, afincados desde hace varios años en África y cuyos resultados han mejorado sustancialmente desde aquél entonces, son también parte del proyecto. Y, como no, de su famosa bebida:
Pitsiladis teoriza que la segunda parte de la maratón ha de ser más rápida que la primera, y no al revés: “Mientras los corredores gastan la energía y llegan a ser más ligeros durante la carrera, deberían ser más económicos, necesitar menos oxígeno para mantener cierta velocidad”. Cree que el secreto de bajar de las dos horas podría estar en ‘bombardear’ al sistema orgánico con glucosa. De ahí el revolucionario líquido que han elaborado.
Para Pitisiladis todas las ideas son bienvenidos siempre que ahorren unos segundos, como sorber de una ligera mochila en vez de tener que abrir las botellas de agua o, incluso, correr sin zapatillas voladoras. Una propuesta nada descabellada para el científico británico, quien aduce que a mayor peso, el cuerpo necesita más oxígeno y se gasta más energía. Es decir, una suerte de Abebe Bikila del siglo XXI propulsado por los novedosos conocimientos científicos.
Sin embargo, la hoy estrella del proyecto, Kenenisa Bekele, no se erige como el encargado de culminar la tarea: “Para mí es imposible, quizás. No lo sé. Puede que en 10 años haya algo diferente, puede que alguien descubra una nueva tecnología”.
En la lucha contra el cronómetro, tres minutos representan un abismo en el tiempo, pero el límite del ser humano y su resistencia está todavía por definirse.