Un presidente que da clases en la Facultad de Ciencias de la Educación, un entrenador que lleva 25 años en el cargo, un club que paga con becas para estudiar y un equipo amateur que lucha de tú a tú con profesionales. Puede que suene raro -o incluso utópico-, pero es real y posible. Así lo ha demostrado el UMA (Universidad de Málaga) Antequera, que marcha a un punto del Elche, primer clasificado de la Segunda División Nacional de Fútbol Sala. Un equipo un tanto particular, que se nutre fundamentalmente de estudiantes, jugadores que buscan formación, juveniles o antiguos alumnos. Sin un gran presupuesto ni fichajes multimillonarios, el éxito de sus integrantes radica en hincar los codos y entrenar por las tardes. Y, a día de hoy, los resultados están a la vista de cualquiera.



El responsable de este particular proyecto es Pedro Montiel Gámez (Ibros, Jaén, 1953), profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación y presidente del club. Un enamorado del fútbol sala que lleva 12 años al frente de la política deportiva universitaria. El mismo que ha visto cómo su equipo ascendía, jugaba en Primera División el curso pasado y regresaba a Segunda. Sin cambiar un ápice su filosofía y reafirmándose en ella: “Nuestro objetivo es estar en playoffs. Esta temporada, por ejemplo, hemos cambiado hasta 12 jugadores, pero es normal. Nosotros no tenemos alas para volar. Cuando un jugador tiene talento, no le ponemos trabas y le dejamos que se vaya”, reconoce en conversación con EL ESPAÑOL.

Los jugadores del UMA Antequera antes de jugar contra el Valdepeñas. UMA Antequera



La ventaja del club andaluz es que no busca ni pretende ser otra cosa. Cuenta con algunos patrocinadores y con la financiación de la Universidad, del Ayuntamiento de Antequera y de dos planes impulsados respectivamente por la Diputación de Málaga y la Junta de Andalucía. “No tenemos un presupuesto importante. Todos los que trabajan aquí también lo hacen en la Universidad. En cuanto a los jugadores, tratamos que no les cueste dinero estudiar. Les pagamos la estancia en las residencias universitarias y a algunos de ellos las matrículas. El único importe económico que reciben (250 euros) es por ser monitores de la Red Blue Internacional, una escuela de fútbol sala en la que participan 160 alumnos de entre 6 y 16 años”, explica el presidente.



Así, el equipo, esta temporada, lo conforman seis juveniles que la temporada que viene tienen posibilidades de entrar en la Universidad, otros seis jugadores que cursan alguna carrera y el resto de integrantes de la plantilla o han estudiado -y tienen su correspondiente trabajo- o están en previsión de hacerlo. Es decir, en el Antequera hay profesores, alumnos de Relaciones Laborales, futuros psicopedagogos o deportistas con inquietudes filosóficas. Un mejunje que permite que en una conversación Platón rivalice con las estrategias del equipo para el siguiente partido.



EL WENGER DEL FÚTBOL SALA



Todo este batiburrillo de inquietudes intelectuales y deportivas lo gestiona Manuel Luiggi Carrasco, más conocido como ‘Moli’, entrenador del UMA Antequera desde hace 25 años. Él es el principal responsable de los éxitos deportivos y el que rearma la plantilla cada curso. “El equipo, además de jugar en Segunda División, también lo hace en los campeonatos universitarios (tiene un total de 11 de España y dos de Europa). Entonces, por ejemplo, cuando jugamos en Andalucía, nosotros nos fijamos en algunos jugadores. Y luego, en mayo, hacemos pruebas. Se apuntan entre 100 y 200, y de ahí también nos quedamos con algunos. Eso sí, sin perder de vista a los juveniles que llegan de la cantera”, cuenta a EL ESPAÑOL.

Moli, el entrenador del UMA Antequera en rueda de prensa. UMA Antequera



‘Moli’, como le apodan sus jugadores, se resiste a confesar su edad, pero no titubea al contar su historia. Su abuelo, italiano y músico, conoció a su abuela en España y ambos echaron raíces en Málaga. Y allí nació él, un chico inquieto que se tuvo que poner a trabajar a los 12 años para llevar dinero a casa y que, posteriormente, ya a una edad, aprobaría las pruebas de mayores de 45 años para acceder a la Universidad. Mientras tanto, fue boxeador -y se entrenó con un campeón de Europa-, montó una heladería -actualmente su hija, en Santo Domingo, tiene una cadena llamada ‘Valentino’- y, sobre todo, jugó al fútbol y buscó su hueco como entrenador. Y a esto último dedica sus esfuerzos, con una experiencia sin parangón: más de 30 años pegado a los banquillos y 25 como titular del UMA Antequera.



Su bagaje le ha dado un nombre y un reconocimiento en el mundo del fútbol sala. Manuel Luiggi, incluso, ha podido abandonar el club durante alguna época, pero no ha querido. “He tenido ofertas de Primera División y podría haberme ido. Pero mira, hace un par de años le dije al presiente: ‘Cuando llamen preguntando por mí, diles que no me puedo ir, que pierdo la casa y todo lo demás si lo hago’. Pero es que hay cosas que no se pagan con dinero. Y a mí estar aquí, con mi gente, y hacer lo que hago, me hace feliz”, confiesa.



TALENTO, EXPERIENCIA Y FORMACIÓN



El club, por encima de todo, busca que sus ‘estudiantes-futbolistas’ se formen tanto en el ámbito universitario como en el deportivo. De esta forma, el UMA Antequera impulsó, junto a la Liga, la creación de la Red Blue Internacional, una escuela de talento donde hay más de 160 alumnos de edades entre 6 y 16 años que dan dos horas de fútbol sala y otra de inglés. “Allí trabajan muchos de nuestros jugadores. Cobran 250 euros y van a entrenar a los chicos de 16:00 a 18:00 cinco días a la semana. Todos ellos, además, están dados de alta y tienen que hacer el curso de monitores”, explica el presidente de la entidad.



Entre los jugadores que se han acogido a este programa los hay jóvenes, pero también veteranos. Miguel Conde Toscano (Cuevas del Becerro, Málaga, 1993) es de los primeros. Él llegó al club hace cinco años y estuvo jugando la pasada campaña en Primera, estudiando y siendo monitor en la Red Blue Internacional: “Yo me vine a Antequera a los 19 años. Estuve en los juveniles y allí fue donde ‘Moli’ se fijó en mí. Óscar y yo, que también es del mismo pueblo, hicimos el mismo camino. Comencé primero Geografía y después la dejé. Ahora estoy con Relaciones Laborales y estoy terminando este año. Después espero hacer un Master y seguir aquí. No me puedo quejar”, bromea mientras habla con EL ESPAÑOL.

Juanra, Miguel Conde y Miguel Fernández estudian antes de entrenar. UMA Antequera



Al otro lado, del lado de los veteranos, está José Antonio Borrego, más conocido como ‘Tete’ (Málaga, 1975). Él, muy al contrario que Miguel, está al final de su carrera. Salió de su ciudad a los 19 años y regresó para jugar con el UMA Antequera en la 2008/09. Y todavía sigue. Poco importa que al final de la temporada pasada titubeara con retirarse. ‘Moli’ lo convenció y él volvió a ponerse las botas para completar su temporada 22 en la élite: “Yo dejé los estudios cuando me fui de aquí y los retomé a mi vuelta. Soy profesor y sigo matriculado en psicopedagogía”. Y, a sus 41 años, con dos hijos y una carrera todavía por terminar, no pierde la ilusión: “En realidad, esto no me da para vivir, pero lo hago por amor al fútbol sala”, confiesa a este diario.



Cuatro historias que condensan la esencia de un club que ha visto posar con su camiseta a una infinidad de jugadores. Universitarios, deportistas y, sobre todo, personas. Todos ellos dirigidos por ‘Moli’, ese exboxeador con raíces italianas que sigue luchando desde los banquillos bajo la dirección del profesor Pedro Montiel. Un club amateur que pelea con profesionales y que es un ejemplo a seguir, llevándose siete veces el premio al fair play. Poco más se les puede pedir a unos jugadores que estudian en el autobús del equipo -tienen mesas adaptadas para ello- y que, hoy por hoy, son capaces de achuchar al líder de Segunda División. Tan sólo con una condición por parte de su técnico: “Me da igual perder, pero no concibo que no se dejen todo en la pista”. Y eso, ahora mismo, está fuera de toda duda.

Plantilla completa del UMA Antequera. UMA Antequera

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