La desproporción entre el éxito competitivo y la responsabilidad directiva de las mujeres en el deporte español es extraordinaria. En los pasados Juegos de Río, un 48% del equipo olímpico español eran mujeres, que lograron el 53% de las medallas. En cambio, de 66 federaciones nacionales, sólo tres (Salvamento y Socorrismo, Vela y Petanca) tienen actualmente una presidenta.
Marisol Casado (Madrid, 1956) es la primera española de ‘sangre roja’ que preside una Federación Internacional de un deporte olímpico -antes de ella estuvo Doña Pilar de Borbón en la Federación Hípica Internacional- y la única española miembro del Comité Olímpico Internacional (COI). Su currículum deportivo es amplio (jugó al hockey, fue pionera en el maratón en España, ganó en 1984 el primer triatlón organizado en España). Licenciada en Filología Hispánica, lleva más de dos décadas dedicada a la gestión deportiva: primera responsable de la Comisión Mujer y Deporte en el CSD, fue miembro fundador (en 1989, Avignon, Francia) de la Unión Internacional de Triatlón, federación que preside desde 2008, cuando fue elegida por aclamación.
Este fin de semana en Madrid, arropada por el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, ha sido reelegida por segunda vez para llevar las riendas de un deporte que vive un ‘boom’ mundial en practicantes y escapa, por ahora, a la lacra del dopaje olímpico masivo. Casado visita EL ESPAÑOL para hablar fundamentalmente de tres asuntos: el presente del triatlón, el fallo del sistema antidopaje mundial y las dificultades de la mujer para acceder a puestos ejecutivos en el mundo del deporte. Una realidad global que conoce como pocas personas en el planeta: sólo hay dos presidentas de federaciones internacionales actualmente, y ella es una (la otra es Kate Caithness, en la Federación Mundial de Curling).
El triatlón está de moda. ¿Cómo un deporte tan duro y exigente puede experimentar semejante ‘boom’?
No es un deporte tan duro... Depende de lo que quieras hacer. Esa es una de las razones: hay espacio para todo el mundo, tanto en edad como en condición física. También nos ha ayudado mucho el boom previo del running: una vez que empiezas a correr, algo que es fácil de llevar adelante pero que tiene un cierto peligro de lesiones a largo plazo, aparece el triatlón, que es un reto mayor pero tiene la ventaja de que las lesiones son mucho menores: no tiene impactos constantemente en tu entrenamiento. Pero lo más importante es el reto que supone, sin duda.
Por la resistencia que exige, el triatlón podría ser una disciplina proclive al dopaje, pero no está entre los deportes más sospechosos.
En el informe que hemos presentado este fin de semana se comenzó felicitando a nuestros atletas por no estar incluidos en el informe McLaren. Me siento súper orgullosa de representar un deporte que presume de ser un deporte limpio. El triatlón nació como deporte limpio, y no nos ha gustado que nos relacionaran, por ejemplo, con el ciclismo. Ésa es la razón fundamental de que el triatlón, a pesar de exigir resistencia y fondo, no tenga dopaje. Habrá por supuesto algún caso, pero en 25 años nunca hemos tenido un escándalo de dopaje. Mira la halterofilia y el atletismo, por ejemplo. Es algo que debemos destacar con orgullo; debemos darle la visibilidad que se merecen a nuestros deportistas, y no la tienen.
Javier Gómez-Noya sí es una estrella, ¿no cree?
Sí, pero a base de mucho trabajo, créame... En términos generales los deportistas de triatlón no tiene la visibilidad que se merecen. Y si saliese un caso de dopaje, ya vería cómo tendrían visibilidad inmediata. Nadie se cortaría. Por eso hay que destacar el comportamiento de los deportistas y de su entorno, porque normalmente cuando aparece un caso tiene mucho que ver con el entorno. Así que supongo que para lo bueno también.
¿Cómo valora las desavenencias recientes entre el Comité Olímpico Internacional (COI) y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) sobre la crisis del sistema?
Creo que lo que se debe hacer, como siempre, es evolucionar lo que hay. Las cosas en dopaje no duran ni diez años. La AMA lleva funcionando 17 años. En algún momento sabremos exactamente qué ha pasado este año, pero lo que sí está claro es que ha habido corrupción en un país y en alguna federación internacional (atletismo, por ejemplo). Hay muchos países y federaciones que no estamos en esa situación. Hay que precisar bien el conflicto, porque tiene nombre y apellidos, aunque parezca que no. Nosotros en Río entregamos los informes y tests independientes (hechos fuera de Rusia) sobre los triatletas rusos participantes.
En dopaje, las cosas son más sencillas de lo que se pretende que sean.
Las federaciones internacionales aportamos tanto dinero a la lucha antidopaje como la AMA. ¿Por qué hay tanto ruido sobre la AMA si nosotros tenemos un archivo propio, adicional? Y que es aún más válido, porque nosotros estamos todos los fines de semana con los deportistas, en las competiciones, los entrenamientos... Les conocemos por el nombre, estamos todos los días mirando resultados, y cuando algo salta ya sabemos adónde tenemos que ir. Las cosas son más sencillas de lo que se pretende que sean.
¿No se está llegando a un momento peligroso para el deporte y el olimpismo, en el que se sospecha de todo el mundo?
Claro que se sospecha de todo el mundo... Lo que hay que mejorar es el sistema de detección, los análisis, porque el otro (la toma de muestras) está más que controlado: lo hacen federaciones, organizaciones internacionales, organizadores, la AMA... Se hacen incluso más que las necesarias. Pero tampoco creo que el avance de la investigación sea el problema. El problema ha sido la corrupción de los órganos que lo controlan.
El reciente informe independiente de la AMA sobre los Juegos de Río señala que el 50% de los controles previstos no llegaron a realizarse.
Es una de las cosas que no comprendo. Sencillamente no lo comprendo. Todos los deportistas, absolutamente todos, tienen que estar clasificados para competir, y la clasificación la hacen las federaciones internacionales. Luego todos esos han pasado controles en sus países, o después de ganar una carrera, o por las federaciones si ha habido alguna irregularidad. Y la AMA lo mismo... ¿Cómo puede entonces pasar algo así? Quizá sea por los equipos: el equipo se clasifica, y luego se escoge a los integrantes. Sólo se me ocurre esa vía para escurrirse. Hay muchos equipos y mucha gente por equipo. En los deportes individuales es muy extraño que haya algún competidor sin prueba.
Deporte y mujer
En España hay sólo una mujer entre los 66 presidentes federativos, pero en el contexto internacional la situación es igual: hay sólo dos presidentas de federaciones internacionales. La infrarrepresentación de la mujer en la gestión del deporte no parece una peculiaridad española...
Es un rasgo internacional, sí. Llegar a presidente de federación internacional es muy difícil. Lo interesante es mirar la composición de los comités ejecutivos [con entre 15 y 30 miembros]. El último informe es de 2013, ahora hay elecciones en muchas federaciones y puede cambiar un poco en el informe del próximo año. Pero lo que decía es que en muchos comités ejecutivos no hay ni una sola mujer. Y si no están ahí es imposible llegar a la presidencia. El nombramiento de una mujer como secretaria general de la FIFA [la senegalesa Fatma Samoura] es estupendo, por ser un puesto ejecutivo. Es un muy buen gesto. Pero estamos muy lejos de una situación en que la mujer tenga relevancia y liderazgo en el deporte.
En muchos comités ejecutivos de federaciones internacionales no hay ni una sola mujer.
Yo espero que la participación femenina en cuanto a deportistas, que es el gran avance de los últimos tiempos, se transmita al otro lado: de momento, en los últimos 20 años, no hemos llegado al liderazgo. Al revés; hemos ido hacia atrás. Ojalá sea para coger fuerzas y saltar.
¿Había más mujeres dirigentes hace 20 años?
En 2008 había una presidenta en la Federación Ecuestre Internacional, y también en la de hockey. Luego cayeron. En los comités ejecutivos se están haciendo modificaciones estatutarias para incrementar la representación femenina. Eso es lo primero, porque si no, de motu proprio, sería difícil que saliese. Hemos estado jugando con porcentajes del 20% (como en la nuestra), pero no es suficiente. Con esa base tan pequeña es muy difícil llegar arriba. Hay que seguir insistiendo y hay que apoyar al máximo a las mujeres que están en la segunda o tercera fila.
¿Cuáles son los obstáculos principales?
Da un poco de miedo, la mujer no tiene posibilidades de hacer lobby en ese contexto para ganar unas elecciones. El lobby masculino es muy específico y las mujeres no entran. Y no pueden hacer lobby con mujeres, porque no hay. Se crea una situación verdaderamente complicada, hay que ayudarlas a que den el salto. El hecho de que no haya más mujeres me preocupa. Yo llevo 20 años ya en este tema, trabajando y observando, y estoy preocupada: no sé cuál sería la clave para cambiar esto.
Sorprende, porque aparentemente el deporte sería un campo más despejado que otros.
Sí, pero no sucede. Yo soy de una generación vanguardista. Corrí el primer maratón popular de Madrid, he hecho viajes en bicicleta en 1984... Cosas que ahora son´boom' las hice yo hace 30 años. A lo mejor tenemos que esperar un poco más para que llegue una nueva generación (las que ahora tienen 45 años) que dé el salto: mujeres con una carrera profesional, que han tenido los hijos más tarde, otra generación. Pero estoy preocupada, porque no veo que estén interesadas en el liderazgo en el deporte.
Es decir, el problema no es de trabas, sino de interés.
Sí, pero quizás porque las anteriores hemos tenido trabas y pueden sentir miedo a enfrentarse con una situación así. Cuando me piden hablar en algún foro, normalmente intento ocultar ese miedo, pero es un reto permanente. Me gusta el reto, pero existe.
¿Cuáles son sus desafíos para los próximos cuatro años al frente del triatlón internacional?
Mantener el nivel que hemos conseguido hasta el momento, que es muy alto, tanto en número de federaciones afiliadas a nuestra Federación como en el éxito de las series mundiales, y por otro lado prepararnos para hacer las modificaciones que entendemos hacen falta. El triatlón tiene muy consolidada la distancia olímpica, pero competimos en otras distancias. Hay que debatir si es bueno hacer cambios o no, y esa máquina la tenemos muy bien engrasada en este momento: tanto los deportistas como los entrenadores tienen mucha voz dentro de la organización.
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