No es el primero ni el último que corre disfrazado en la maratón de Londres. También ha habido quienes se han calzado las zapatillas y se han echado al asfalto vestidos de rinocerontes, camellos, papel higiénico, superhéroes e incluso obispos. Otros han ido más allá y han transportado frigoríficos y cruces (descalzos en este último caso) mientras corrían. Incluso hay gente que ha llegado a tocar un instrumento musical (la mandolina) a la vez que participaba en la carrera. Sin embargo, el caso de Tom Harrison es bastante particular.
No sólo porque terminó la prueba seis días y medio después de que el keniano Daniel Wanjiru se alzase ganador entre los profesionales en la edición de este año. Y de que Martín Fiz se quedase a las puertas de su quinta grande entre los mayores de 50 años. También porque este policía inglés de 41 años cruzó la meta 'transformado' en gorila. Disfrazado salió a las 10:34 horas del domingo 23 de abril y disfrazado completó las 26 millas de rigor el sábado 29 por la mañana, acompañado de sus hijos (también vestidos de monos) y, literalmente, reventado.
Porque Tom Harrison no completó la maratón londinense corriendo. Tampoco andando. No, lo hizo a gatas en homenaje a los gorilas, para los que ha recaudado por lo menos 40.000 libras (47.544 euros) hasta la fecha. Con terribles consecuencias para sus rodillas. "Se cargaban un montón. Paraba a descansar y a beber algo (cada 100-200 metros). Tenía mucho calor. Cuando estaba preparado, seguía", cuenta Mister Gorila en conversación telefónica con EL ESPAÑOL.
Entrenó su técnica únicamente tres veces antes de la carrera: "Después de trabajar un par de días, le mandé un mensaje a mi jefe para saber si era posible librar el resto de la semana. Me dio fiesta, pero aquello tuvo poco de vacaciones". Harrison también nos cuenta que "tenía en mente hacer la maratón en tres días, nueve millas al día". Sin embargo, sólo completó una milla y media durante las primeras 24 horas del reto.
Acabó recorriendo una media de 4,5 millas por día, traducidas a 12 horas de jornada maratoniana. "Ha sido muy agotador: dormía en casas de amigos míos, volvía al día siguiente… Ya me dejé las rodillas el primer día, así que tuve que apañármelas con las manos y los pies", recuerda. Tuvo que buscar una posición lo más vertical posible para ambas partes de su cuerpo, intercambiando manos y rodillas para minimizar las ampollas en esta última articulación. Ni las rodilleras que utilizó y descartó al principio sirvieron de mucho.
Y, aun así, Harrison aguantó estoicamente hasta completar su desafío. La Gorilla Organisation para la que colabora confiaba en él y no les defraudó: gracias a su hazaña, las comunidades cercanas a los hábitats de esta especie animal serán más autosuficientes, se reducirá su dependencia del comercio de carne de caza y se financiarán los servicios de guardabosques en las zonas más afectadas precisamente por la caza furtiva.
"No creo que nadie más haya hecho algo así"
Un viaje a Uganda y Ruanda en noviembre del año pasado fue clave para que la idea de completar la maratón londinense vestido de gorila empezase a tomar forma. "Allí vimos a los gorilas en su hábitat natural, vi cómo funciona la Gorilla Organisation. Cómo interactúan con la gente de la zona. A partir de aquello, pensé en hacer la maratón otra vez (en 2016, Tom la completó con normalidad: cuatro horas y 11 minutos). Pero no podía correr otra vez, hacer lo mismo que los demás. Así que pensé en hacerlo como un gorila, que sería divertido".
Y tanto empeño puso en lograrlo que, al final, lo consiguió. "Fue precioso. No creo que nadie más haya acabado una maratón disfrazado de gorila. Creo que soy el primero. Nada más cruzar la meta, mi historia recorrió el mundo. Reuters vino a hablar conmigo, también un medio australiano, una televisión alemana y otra rusa, otra más asiática… Increíble. Un amigo me escribió un mensaje desde una pequeña isla de Camboya en la que la gente también había oído hablar de Mister Gorila", relata Harrison.
Claro que ha habido momentos difíciles, como "el calor al sol y lo que pesaba el disfraz de gorila, lo largo que se hizo, las dudas..." Y consecuencias físicas, porque sus rodillas "están así así" y todavía siente "algo de presión" en los dedos de las manos y "también en la espalda". A pesar de todo, Tom no cejó en su empeño: "Siempre, al final del día, veía que era posible. Y que tenía que seguir adelante". Lo hizo, claro.
El apoyo de la gente también fue primordial. "Al principio, veían la situación un tanto extraña, por mis pintas y lo que estaba haciendo. Me sentía un poco solo. Pero, a partir del tercer día, la gente empezó a animarme, pararme para que me hiciese fotos con ellos, darme snacks y bebidas, muffins de banana… Me motivaron a seguir adelante", asevera Mister Gorila. Hasta sus compañeros de profesión, con mensajes, más fotos y tuits, han dado el visto bueno a la causa.
Una que tiene claro que servirá para que "la gente vuelva a tener en mente a los gorilas y los niños y las generaciones futuras puedan disfrutarlos". Además de para dejar claro que "una maratón es un reto para todos". "Tienes a los que terminan en dos horas y a los que lo hacen en cinco, seis o siete. Creo que la gente debería ponerse sus propios retos en estas pruebas. No disfrazarse de gorilas, porque ahora ya se ha hecho, pero sí algo completamente diferente", anima Harrison.
Quizá esta aventura haya sido más fácil para él por la buena condición física que requiere su oficio ("Me gusta estar en forma. Circuitos de correr, nadar y esas cosas. Es mi gimnasia diaria, me hace estar centrado"). Pero ni mucho menos descarta volver a hacer algo parecido. "No como un gorila, pero intentaré ponerme algún otro reto", se autodesafía nuestro protagonista al despedirse.