El Movistar Inter reconquistó este domingo el fútbol sala europeo con un ejercicio incontestable y concluyente contra el Sporting de Lisboa, al que dominó, desbordó y goleó en la final en el Almaty Arena de Kazajistán (0-7) con la determinación, la claridad y la rotundidad del campeón más laureado.
La cuarta Copa de Europa de su historia, la primera desde 2009; la primera del entrenador Jesús Velasco y casi toda su plantilla, menos Carlos Ortiz, Jesús Herrero y Ricardinho -la segunda en el caso de ellos-; la revancha de la final perdida hace un año y una deuda saldada y un desafío, el más grande del curso, sobrepasado.
Ya es de nuevo campeón continental. Ocho años le ha costado regresar hasta ahí, hasta la cima, al equipo que más veces ha ganado el torneo, inalcanzable para todos a lo largo de todas las ediciones de la competición e inigualable este domingo para el Sporting de Lisboa, doblegado por un bloque indudablemente superior todo el duelo.
Menos dos minutos, los dos primeros, todo el partido fue del Movistar Inter. Lo controló casi todo. En defensa, cuando su rival pretendía el juego con su pívot, el balón largo a la continuación de cabeza desde un costado o las incursiones ofensivas de su portero Marcao, y en ataque, con precisión, velocidad y contundencia.
En cuanto resistió las primeras acciones ofensivas de su adversario, en cuanto se acomodó sobre la pista negra, el equipo madrileño siempre manejó con mucha más claridad la idea del partido, sobre todo para superar la presión del Sporting y atacar después la portería contraria con suma determinación. Un aspecto definitivo.
Ahí ofreció todo un ejemplo de cómo ejercer esa destreza. Ya había tenido un par de opciones antes, con un cabezazo de Humberto y una falta rematada por Mario Rivillos y salvada bajo palos por Paulinho, pero de esa forma desató sus mejores oportunidades, como el 0-1 de Gadeia lanzado desde el suelo y asistido por Humberto.
Mario Rivillos, Humberto, Lolo, Rafael Rato... Hubo unas cuantas ocasiones para el bloque madrileño a raíz del 0-1. O se cruzó Marcao, incluso una vez con la propia cara, o faltaron centímetros en la dirección. En el minuto 15, Ricardinho vio el desmarque de Lolo, que enganchó un certero derechazo raso transformado en el 0-2.
Entre el 0-1 y el 0-2, Jesús Herrero también tuvo tarea. No demasiada, pero sí puntual y exigente. Cavinato le probó un par de veces, tiró de reflejos a un rechace de Lolo y el poste apareció también a un intento de Álex Merlim. Al descanso, 0-2, pero, sobre todo, un marcador, un tempo y un juego propiedad del Movistar Inter.
No hubo apenas dudas sobre su superioridad en casi todo el primer tiempo y no las hubo tampoco en el segundo periodo. En menos de tres minutos, el 0-3 y el 0-4. Dos faltas, la primera sacada por Ricardinho y culminada por Rafael, la segunda puesta en juego por Ortiz y completada por Mario Rivillos. En un minuto y medio.
Dos goles, dos golpetazos, ya definitivos, como lo fue el juego todo el duelo del Inter, que luego soportó los intentos de cinco de su adversario y los castigó con goles, el 0-5 de Rivillos y el 0-6 y el 0-7 de Ricardinho, para agrandar una victoria formidable del mayor campeón de Europa, de vuelta a la cima ocho años después.