Un gol de penalti de Carmen Martín a un segundo para la conclusión permitió a España sumar un valioso empate (25-25) ante Francia, que abre un esperanzador panorama a las "guerreras" en los octavos de final, si las de Carlos Viver consiguen refrendar el viernes el punto logrado ante Francia con una victoria sobre Eslovenia.
Igualada que más allá del valor numérico, importantísimo en la clasificación, tiene un valor catártico para el equipo español, que este jueves, por fin, pudo acabar con el maleficio que parecía perseguirle ante la selección francesa, su verdugo en las tres últimas grandes competiciones.
Pero si en el Mundial de Dinamarca, en los Juegos de Río y en el Europeo de Suecia, la fortuna siempre sonrió al conjunto francés, que se impuso de manera agónica en los tres duelos por tan sólo un gol, en esta ocasión la felicidad fue para un equipo español, que celebró como nunca un empate.
Y no fue para menos, ya que los cuatro goles de ventaja (13-17) con los que Francia transitaba en el marcador apenas transcurridos trece minutos de la segunda mitad, parecían condenar de nuevo a España a la derrota. Máxime ante la incapacidad del equipo español para contener los poderosos latigazos de la central Grace Zaadi, como posteriormente los movimientos sobre la línea de seis metros de la pivote Laurisa Landre.
Pero ni por esas, España se rindió, y mucho menos las jóvenes "guerreras" que han tomado el relevo a históricas como Marta Mangué y Macarena Aguilar en este Mundial. Si la lateral Ivet Musons mantuvo a flote con sus goles al equipo español en el arranque de la segunda mitad, la lateral Mireya González, con sus poderosas penetraciones, permitió a la selección española igualar (22-22) el marcador a falta de cinco minutos para la conclusión.
Un tiempo en el que la selección española, que llegó a contar de una renta de hasta cuatro goles (8-4) en la primera mitad, debía demostrar si está preparada para pelear por algo más que alcanzar los octavos de final en este Mundial. Algo sobre lo que se había cernido alguna que otra duda, tras lo vivido el pasado martes ante Rumanía, otro de los "grandes" del balonmano mundial, en un encuentro en el que España acabó perdiendo por 19-17, tras ser incapaz de anotar ni un solo gol en los últimos cinco minutos de juego.
Una dura lección de la que pareció aprender el equipo español, que este jueves encontró en la extremo Amaia González de Garibay el camino para llegar con vida (24-24) al último minuto de juego. Sesenta segundos finales en los que ni el tanto de Kalidiatou Niakate (24-25) acobardaron al conjunto español, que jugó con paciencia el último balón hasta posibilitar la penetración de Mireya González que propició el penalti final.
Una pena máxima que Carmen Martín no desaprovechó para empatar el marcador (25-25) y, quizá lo más importante, para espantar definitivamente viejos fantasmas, antes del decisivo duelo de este viernes (20:30) con Eslovenia, en el que las de Carlos Viver tendrán la posibilidad de luchar por la segunda posición del grupo, que le facilitaría los cruces.
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