La vida pone piedras en el camino cuando menos te lo esperas. Alejandro Marín sufrió un accidente y una operación que años más tarde sería su gran motivación para seguir adelante. Un gran atleta que ha sido campeón de España en salto de longitud, y titulado por la Universitat Politècnica de València (UPV) en Ingeniería Mecánica. Además ya se prepara para intentar clasificarse para el Mundial.
Nada ha sido fácil, ya que a sus problemas se sumó que su madre, su gran apoyo, sufrió graves problemas de salud. El 2007 fue el año en el que un accidente cambió su vida por completo, pero gracias a su motivación y sus ganas de salir adelante, a día de hoy sigue creando prótesis para él mismo y para las personas que sufren sus mismos problemas. Unos horarios que le permiten entrenar al máximo nivel y seguir con sus estudios.
En el plano deportivo, Alejandro tiene sus ojos puestos en competir en el Mundial de Atletismo Paralímpico de Dubái en septiembre de 2019 en la modalidad de relevos y como velocista de 100 y 200 metros. Antes de llegar a esa fecha, la vida del protagonista ha estado llena de barreras que ha ido superando gracias a su personalidad y su manera de encarar a la adversidad.
El atletismo como vía de escape
EL ESPAÑOL ha podido hablar con Alejandro Marín, y lo primero que comenta es que nunca se le pasó por la cabeza ser atleta tras el accidente: "Nunca he pensado en que quería ser atleta, yo el deporte lo hacía porque me hacía sentir feliz y me hacía sentir útil después de que me faltara la pierna. Nunca tuve expectativas de ir a competir a unos Juegos Olímpicos o un Mundial. Luego me di cuenta que se me daba muy bien, pero lo hago por vocación y porque me motiva".
A pesar de que la recuperación ya iba por buen camino, la vida volvió a golpear duramente a Alejandro: "Mi momento más duro fue cuando cambie de ciudad con la discapacidad, para curarme. Mi madre tuvo muchos problemas e incluso la tuvieron que operar de urgencia. Pasó muchos meses en el hospital, perdió movilidad, perdió el pelo y parte del habla. Mi padre era autónomo y tuvo que dejar de trabajar a tres años de jubilarse para poder cuidar de mi madre. Se me junto salir de mi ciudad, la amputación y perder el apoyo más grande en ese momento que era mi madre. Fue un año muy duro".
Pero lejos de venirse abajo, siguió luchando por cumplir sus sueños y volver a disfrutar de lo que le hacía verdaderamente feliz, y ya tiene en mente sus próximos objetivos: "Mi próximo objetivo es terminar el grado, que me quedan un par de asignaturas. En el plano deportivo quiero hacer la media para el Mundial, que la veo fantástica y genial".
Pese a tener grandes posibilidades, su falta de apoyo económico le pone las cosas muy difíciles: "Tengo el nivel adecuado para conseguirlo pero por motivos que no me han dado la beca en Madrid, lo hago todo por mi cuenta, me sacrifico un montón, pero es muy complicado. Tengo el nivel adecuado para ir a unos JJOO pero es muy difícil porque no tengo ninguna ayuda. Mi miedo es a fallar, porque se que puedo conseguirlo".
Fabricante de sus propias prótesis
Con clase social media/baja, Alejandro Marín tuvo que adaptarse y proponer soluciones, algo que encontró muy rápido: "Fabricar mis propias prótesis fue una necesidad. Estoy en una familia de clase media/baja y nunca he tenido recursos económicos para adquirir los mejores productos o los más buenos. Llevaba prótesis que estaban muy anticuadas o no eran cómodas".
Por suerte estos últimos cinco años se ha modernizado todo mucho, pero no olvida el sufrimiento de sus primeros años tras la operación: "Pase años muy malos y tenía muy claro que yo no quería ese tipo de vida. Vi que se estaba innovando mucho en coches de Fórmula 1 con materiales que no se utilizaban en el mundo de la ortopedia, por lo cual yo quería estudiar y formarme para mejorar ese sector y ayudar a la gente que sufre mí misma discapacidad".
Para poder mejorar y poder estudiar sobre las prótesis, el atleta tuvo que pensar decisiones muy importantes: "La gente se sorprende cuando me ampute parte de la pierna. Yo estuve en una cama sin poder salir, solo iba al hospital. Fueron años en los que me dio por pensar sobre mi futuro y al final tuve la lucidez con 16 años de pensar cuáles eran mis problemas y cómo los podía solucionar".
"Cambie de actitud, ya me faltaba la pierna, solo tenía que pensar en algo que me hiciera feliz. Mi muñón me impedía ser activo, ya que fue una operación muy rápida para salvarme la vida. Con la nueva operación ya tengo esa parte de mi vida solucionada. Otro problema era la prótesis y ahí fue cuando comencé a interesarme por la ingeniería", confirmó Alejandro Marín.
Una historia de mucha emoción, sacrificio y pensar en que todo es posible. Además siempre tiene presente que cada día es muy valioso y valora todo con más fuerza: "Desde que perdí la pierna valoro mucho poder estar de pie, al valorar tanto esas pequeñas cosas siempre estoy feliz".
[Más información: El calvario de Desirée Vila tras la amputación: "La primera vez que me vi sentí rechazo"]
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