¿Dónde estabas el 11 de julio de 2010? La pregunta, así, de sopetón, puede resultar indiscreta. Otro intento. ¿Dónde estabas cuando Iniesta metió el gol a Holanda? Ahora ya, el google maps mental, te marca la ubicación exacta. Lo que muy pocos saben, y eso que nadie lo clasificó como secreto de Estado, es que ese mismo día las leonas del seven ganaron el campeonato de Europa en Moscú.
Era la primera vez que lo conseguían. Eso sí, eligieron el peor día para que su hazaña fuera conocida. Con una ola de calor en Rusia con temperaturas de 40 grados, durmieron varios días en los pasillos de un edificio donde ponía hotel a la entrada. No tenían ni aire acondicionado ni cortinas en las habitaciones. ¡Menudo premio!
Merche Batidor
Hace pocas semanas una casa de Calviá (Palma de Mallorca) fue testigo de una reunión de exleonas con su antigua capitana Merche Batidor en su labor de anfitriona. La idea era "salir a cenar y después romper la noche", admite la mallorquina aunque lo cierto es que a las once estaban todas de vuelta y vestidas con sus pijamas para contarse batallas.
Allí, entre otras cosas, se habló del día en que estuvieron a punto de abandonar el terreno de juego tras sonar el himno en un partido internacional por el "vergonzoso" trato que les deban. "Es que la noche anterior al partido tuvimos que dormir en el suelo y a todas nos dolía la espalda. Al final nuestro amor por el rugby hizo que jugáramos y que pensáramos que ya arreglaríamos eso luego", relata la capitana española entre 2001 y 2002 junto a Marta Gran.
Merche, flanker del Hospitalet, echa en falta las ayudas institucionales durante su época de leona porque "estoy segura que hubiéramos tenido resultados muchos más espectaculares de los que ya tuvimos". Dejando de lado el tema económico lamenta que, por ejemplo, no tuvieran un fisio salvo en las concentraciones: "Si te lesionabas fuera de la selección tenías que apañártelas con tu seguro o pagar".
Como el rugby no le daba para comer trabajó de camarera en el bar de unas amigas y de profesora de educación física en un colegio "pero quieras o no el agotamiento se va acumulando mucho, más que si solo tuvieras que entrenar". En su vida familiar tuvo más suerte. "Siempre me apoyaron al cien por cien" y sus amigos de Calviá "que jugaban en el Toro" le siguieron con pancartas en varios partidos de la Selección.
La excapitana se deshace en elogios cuando se le pregunta por Marta Gran, la persona con quien compartió la capitanía. "Es una chica con mucho carisma y una jugadora vital dentro del campo que transmitía una gran confianza al grupo". Las buenas palabras no terminan ahí: "Nos apoyábamos un montón y lo dábamos todo".
Esa pasión por el rugby no es compartida por su hijo, al menos de forma tan intensa, porque practica el kárate. "¡Qué le vamos a hacer!", dice sonriendo. "Ha elegido el kárate y yo, encantada de la vida. Lo mejor es no forzarle para que siga tus pasos, así que con que hagan deporte ya va bien".
Isabel Rodríguez
Isabel Rodríguez Bergareche (medio melé) contesta rápida a las preguntas. Tiene una explicación. Ha salido de cuentas. A pesar de todo y a medida que avanza la conversación se empieza a soltar hasta que dice: "Estaría hablando de rugby todo el día". Es fácil de imaginar los motivos que le llevaron a ser elegida capitana. El carácter reivindicativo lo lleva en su ADN. No le faltan motivos. Cuenta cosas que dejarían boquiabiertas a las nuevas generaciones de chicas que juegan al rugby.
Lamenta las desigualdades "no solo económicas" que había respecto a los chicos cuando comenzó a llevar el brazalete de capitana en 2003. Un ejemplo, si iban concentradas y no había partido cobraban en concepto de dietas "casi la mitad" de dinero que los chicos a pesar de que para ir tenían que dejar su trabajo y pedir esos días como vacaciones. Otro más. Ellas podían dormir en albergues y los chicos en hoteles.
"Nosotras jugábamos VI Naciones, ganábamos europeos y siempre hemos tenido que luchar contra estas desigualdades. Éramos más reivindicativas porque creíamos que por nivel y juego merecíamos mejores condiciones", señala Isabel. Para llegar a la situación actual "mucho más igualitaria" tuvieron que remar siempre con el viento en contra.
En el Mundial de Canadá llegaron incluso a contratar una consultora de comunicación para mejorar su situación con la Federación, pero la respuesta fue desoladora: "Si no queréis no vengáis, ya hay otras chicas dispuestas". Ahora, en su opinión todo ha cambiado a mejor y se pregunta "¿por qué no?" puede llegar el día en que una mujer sea presidenta de la Federación. "Conozco a muchas mujeres tan válidas o más para el cargo que los hombres", añade.
Atrás queda también el mal trago que pasó Isabel en 2010 en un torneo de las World Series de Rugby 7. "Ahí sí se puede hablar de discriminación", enfatiza. En estos torneos, que suelen durar tres días, hay una ceremonia de inauguración durante la cual desfilan los equipos compuestos por doce jugadores dando una vuelta entera al campo con el capitán llevando la bandera de su país "y detrás de ellos solo la capitana con su banderita".
El protocolo no parece guardar un equilibrio de proporcionalidad entre sexos. "Es que es una cuestión de sensibilidad, y mira que no te hablo de dinero", replica la exjugadora del Getxo. La excusa que le dieron para que el resto de chicas no estuviera en la ceremonia es propia de la antología del disparate: "Es que si salís todas vais a ser muchos".
Ana María Aigneren
La pasión por el rugby de Ana María Aigneren nació al otro lado del charco. En Medellín, Colombia. Vino como turista en octubre de 2001, a los 23 años. Obtuvo primero la residencia y más tarde la nacionalidad. Quería cumplir su sueño. Bajo su ideario de "al rugby solo se puede jugar con el corazón", se labró una carrera deportiva brillante gracias también al apoyo de su familia y a la gente que la acogió en Madrid.
"Si quieres ser excelente tu motivación y disciplina son lo que cuenta", comenta. Esa motivación no tiene por qué ser económica como les ocurre a muchos deportistas de élite. "Yo hablo de motivación emocional". Y lo predica con el ejemplo. ¿Qué puede haber detrás de alguien que durante siete años se desplaza de Valencia a Madrid los viernes para entrenar y jugar los fines de semana y regresar el domingo para seguir con sus estudios de fisioterapia? Pues está claro, la motivación emocional.
Ana María se estrenó como capitana en el europeo de Rovereto (Italia) en 2012. Ante sí el reto de homogeneizar una selección con jugadoras veteranas "a las que admiraba mucho y tenía como referentes" con las jóvenes. Formó un tándem como capitana con Paula Medín. "Yo aportaba calma y sensatez al grupo y Alevin (Paula) era nuestro motor y nuestra energía", relata.
Ana María trató desde el principio de empatizar con sus jugadoras y saber cuáles eran sus necesidades dentro del campo. "La primera charla en el vestuario como capitana fue un desastre. No tenía nada trabajado, traté de imitar a otras capitanas y el mensaje no caló. La verdad es que nunca he necesitado de una arenga para motivarme. No soy nada visceral. Tuve que 'entrenar' mis charlas y averiguar el modo de llegar a la cabeza y al corazón de mis compañeras desde algo común, nuestra pasión por el rugby", añade.
Le tocó también la parte "dura" de ser capitana en el periodo presidencial de Javier González Cancho porque un grupo de jugadoras y exjugadoras le apoyaron en su candidatura después de que les prometiera una atención y unos cuidados nunca vistos hasta entonces en el rugby femenino.
"Nos volcamos con él -reconoce Ana Maria-, pero luego vino lo del desfalco y estar en medio de todo fue desagradable". El cambio de presidente coincidió con el Mundial 2014 de Francia. "Allí hubo momentos de caos porque se hacían gestiones que se quedaban a la mitad", confiesa Ana María.
"Casi no llegan los papeles para que una jugadora nuestra pudiera demostrar que consumía un broncodilatador porque era asmática". El desconcierto también estuvo presente en las equipaciones porque no cumplían con la reglamentación y "tuvimos que corregir las camisetas y comprar medias nuevas". En la parte positiva de aquel Mundial ver los partidos con las gradas llenas de familiares y amigos fue un verdadero alivio.
Aroa González
Aroa González (talonadora) presenta números de jugadora galáctica. Récord de caps (74), la mujer más joven en debutar con la selección absoluta (17 años) y dos décadas con Las Leonas. Méritos más que suficientes para que llegara a ser elegida capitana. Vive en la montaña, en Corbera de Llobregat, donde se agolpan sus recuerdos.
Uno de ellos le lleva a un torneo de Navidad donde el entonces seleccionador nacional Tomás García estaba en la grada. "No sabía ni quién era", confiesa. Lo cierto es que llamó la atención del técnico que la convocó para al campeonato de Europa de Niza un año después.
"Había otra talonadora (Olatz Fernández de Arroyabe) que no pudo ir porque se casaba su hermano, así que allí fui sin haber jugado un partido antes con la Selección", añade. Y eso que no tenía edad senior para jugar, una cuestión que solventó la Federación a través de sus contactos.
"Cuando me llegó la carta con el escudo del león flipé. Se me caían las lágrimas porque se cumplía un sueño", evoca Aroa, que compartió vestuario con chicas que casi todas le sacaban más de diez años. "Me trataron muy bien aunque te sentías un poco fuera de lugar porque discutían de cosas como dietas, servicios médicos o alojamientos".
Tampoco se olvida del primer chándal que le regalaron "tamaño XL que me sobraba por todas partes" ni de su debut como leona frente a Irlanda en un campeonato de Europa: "Jugué el primer partido y el resto los vi desde el banquillo y en los entrenos era un escudo".
El aprendizaje fue lento. Las veteranas le tranquilizaban. Le decían que era "un diamante en bruto que había que pulir" pero ella quería más. "Era duro porque yo lo que quería era jugar y me preguntaba qué leches hago yo aquí si no me sacan". Su elección como capitana llegó en 2004 y años más tarde comenzaron las primeras desilusiones.
"Al Mundial de París en 2014 viajamos como si fuéramos pobres y con muy mala onda". Era la época de Javier González Cancho en la Federación. Se muerde la lengua para no contar más cosas. Ahora se congratula de que a las nuevas generaciones les vaya "genial" porque "así se ve recompensado el trabajo que hemos hecho durante años muchas chicas".
De hecho, no se ha vuelto a repetir un suceso tan grave como el plante que las jugadoras hicieron a un seleccionador dada su "incapacidad" para hacer su trabajo, "lo que obligó a que presentara su dimisión".
[Más información - 'Las Leonas': la capitana que tuvo 3 hijos y volvió a jugar al rugby porque "tenía mono"]