No fue un estreno fácil. En la segunda ronda del Masters 1000 de Indian Wells, Rafael Nadal superó 6-2, 2-6 y 6-4 a Gilles Muller en una noche de perros, incómoda para jugar por el tremendo vendaval que arrasó el desierto californiano, ensuciando el cruce y obligando a los jugadores a calcular al milímetro cada golpe para no caer en la trampa del viento. La victoria del mallorquín, importante porque corta una racha de tres derrotas en duelos apretados (Abierto de Australia, Buenos Aires y Río de Janeiro, todas en el parcial definitivo), le ofrece la oportunidad de seguir adelante en su torneo preferido sobre cemento, donde se ha coronado tres veces (2007, 2009 y 2013).
Antes de disputar la tercera ronda, donde le espera Fernando Verdasco (5-3 y retirada del eslovaco Klizan), el campeón de 14 grandes se sentó ante los periodistas y explicó por qué ha decidido demandar a Roselyne Bachelot, la exministra francesa que le acusó el pasado martes de haber encubierto una sanción por dopaje entre 2012 y 2013, cuando pasó más de siete meses fuera de la competición como consecuencia de una hoffitis en la rodilla izquierda y una rotura parcial del ligamento rotuliano.
“Muchas gracias a todos, eso es lo primero que puedo decir”, se arrancó Nadal cuando le preguntaron por las palabras de Bachelot, acordándose del aluvión de mensajes de apoyo que ha recibido en los últimos días, tanto del mundo del deporte como de sus seguidores. “He estado trabajando mucho desde que tengo cinco años”, prosiguió el español, que volvió a apelar al esfuerzo para defenderse, como en su anterior aparición ante la prensa en Indian Wells.
“He trabajado durante toda mi carrera para tener el éxito que he tenido y siempre de la forma correcta, siempre entrenando con pasión, con intensidad y con amor por el juego”, continuó el mallorquín. “He oído un par veces comentarios como este, pero esta vez va a ser la última porque la voy a demandar. Estoy cansado de estas cosas. Lo he dejado pasar un par de veces en el pasado, pero ya no más”.
Durante su carrera, Nadal tuvo que aguantar algunas insinuaciones envenenadas, como la del belga Rochus, que se preguntó cómo era posible haberle visto levantando el título en Roland Garros y fuera del circuito un mes después (luego dijo que en la final del Abierto de Australia 2014, que perdió lesionado en la espalda con el suizo Wawrinka, había ido al vestuario a ponerse una inyección). Además, el mallorquín también vio a Yannick Noah escribir una columna de opinión cuestionando irónicamente los éxitos del deporte español o a unos guiñoles franceses imitarle con una jeringuilla en la mano, entre otros episodios aislados.
“En el pasado no quería demandar a las personas que habían dicho cosas así porque pensaba que no eran graves”, explicó el español, que nunca antes se había planteado tomar medidas legales. “Pero una ministra de Francia debe ser seria. Esta vez es el momento y la voy a demandar”, confirmó Nadal sobre las acciones que emprenderá contra la exministra francesa. “Y voy a demandar a todo el mundo que diga algo similar en el futuro porque estoy cansado. Eso es demasiado para mí”, reconoció el español, harto de escuchar palabras que atacan directamente a su honor.
“¿Y por qué crees que has sido uno de los jugadores al que más veces han señalado?”, le preguntaron al balear sobre esas acusaciones infundadas. “No me importa”, respondió Nadal. “Realmente, no me importa porque sé cómo llegué donde estoy. La gente que me conoce sabe muy bien cómo he llegado hasta aquí”, se despidió el número cinco, que el próximo martes buscará el pase a octavos de final en Indian Wells liberado de las preguntas sobre el turbio asunto que le acompañó de cerca en sus primeros días en California.
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