El puñetazo se queda a medio camino entre el aire y la mesa. Con los cuartos de final de Wimbledon en juego, Carla Suárez cae 6-7 y 4-6 ante Venus Williams (se medirá ahora a Yaroslava Shvedova, vencedora 6-2 y 6-4 de la checa Safarova) tras salir dispuesta a cumplir con el ambicioso plan de ser protagonista en el partido y perderse entre la leyenda de su oponente y su falta de tino para negociar los momentos capitales del encuentro.
“Le ha faltado convicción”, asegura Conchita Martínez, la capitana española de los equipos de Copa Davis y Copa Federación. “Ha empezado muy bien, con decisión, pero a la hora de gestionar los momentos importantes la he visto poco estable. No ha conseguido jugar con la misma intensidad todo el tiempo”, prosigue la exnúmero dos mundial, campeona de Wimbledon en 1994. “Se ha quedado corta de convicción, de mantener la agresividad. Le hemos dicho que buscase intensidad de piernas, que creyese en ella misma, pero Carla tenía dificultad para leerle los tiros a Venus. Estaba un poco paralizada”, se despide la seleccionadora.
“No creo que haya sido un tema de convicción”, apunta luego la canaria, con la derrota todavía encima. “He jugado muchas veces con Venus, le he ganado y sé cómo juega. Entendería que la gente pueda decir que me falta convicción cuando juego ante Serena, pero contra el resto de jugadoras no pienso que sea así”, continúa. “No me he encontrado cómoda, sobre todo con su saque. Tenía muy claro lo que quería hacer y he empezado genial, pero en momentos importantes no he sabido ganar ese punto que realmente necesitaba”.
Al principio, la española tiene el pase a cuartos en la mano porque controla la faceta clave del cruce, la que termina llevando a su contraria hasta el triunfo. Los inicios de jugada llevan el sello de Carla, que arranca como una centella, decidida a asaltar la victoria con una agresividad mercurial. Venus intenta jugar a palo limpio, abrirse camino por pura fuerza, pero es la canaria quien manda 3-0 y saque en 10 minutos de partido. Ese arranque lleno de convicción va cambiando de dirección según el encuentro se adentra en los tramos decisivos, auténticos pantanos mentales para la española.
Carla deja escapar una rotura (de ese 3-0 a 3-2), tiembla cuando saca por la primera manga y disputa su peor juego del duelo (con 5-4, cede el segundo break) y no aprovecha su buen comienzo en el tie-break (1-0 y dos servicios). Son tres trenes que pasan y nunca vuelven. La canaria maneja mal cada situación de presión que afronta (también en la segunda manga, donde recupera una rotura, se coloca 3-3 y vuelve a perder el servicio inmediatamente) y Venus aprovecha para cazar oportunidades que valen la clasificación a la antepenúltima ronda del torneo más especial de su carrera, y eso es mucho decir.
A los 36 años, la estadounidense juega con un aparatoso vendaje en el muslo izquierdo y hace gestos de dolor cuando se pone a correr hacia delante, como si la pierna estuviese cerca de decir basta. Lo suple, sin embargo, con la misma garra de los cinco Wimbledon (2000, 2001, 2005, 2007 y 2008), algo que no ha perdido con la llegada de las canas. Al final de la tarde, el esfuerzo vale la pena. Venus sigue viva para pelear y demostrarse a sí misma que todavía puede ser competitiva al máximo nivel, aunque esté cercando el final de su vida como jugadora.
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