Las tiendas de campaña que abarrotan Wimbledon Park empiezan a cobrar vida a las seis de la mañana, cuando ya ha salido el sol en Londres. A esa hora, los encargados de controlar The Queue (la cola) se ponen en marcha para organizar la gigantesca cola que los aficionados aguardan cada día esperando conseguir una de las preciadas entradas reservadas para los más valientes. Convertida en una tradición más del torneo, la cola es más que una vía alternativa para conseguir un ticket: Wimbledon también se respira y se vive ahí fuera, entre las anécdotas y las historias que nacen durante la espera del público, que en muchos casos come y duerme bastantes días al aire libre.
Hay dos tipos de aficionados acampados en Wimbledon Park. Los que llegan con su tienda para pasar allí toda la semana, preparados para el frío y la lluvia del verano londinense a cambio de una de las mejores entradas, o los que madrugan para conseguir uno de los tickets que dan acceso a las pistas exteriores.
Uno de los madrugadores es Miguel, que vive en Londres desde hace tiempo y este año ha recibido la visita de su sobrino Nicolás, que con 13 años es una pequeña promesa de la raqueta que entrena en la Peña Vitoriana Tenis Club. Ambos son de Vitoria y comparten algo que se ve a simple vista: la pasión por el tenis. Tras conseguir una entrada siguiendo la cola, EL ESPAÑOL charló el sábado con ellos antes de que arrancase la acción en Wimbledon.
“Nosotros hemos llegado a las cinco de la mañana y hemos entrado a las 11”, explica Miguel debajo de la pista central, aprovechando la primera interrupción por lluvia de la jornada para beber algo y recargar el teléfono móvil. “Vamos a poder ver casi todo el día. Merece la pena, sobre todo para los que nos gusta el tenis. Para partidos de pista central tienes que hacer noche, pero para acceso al resto de pistas con venir la misma mañana normalmente tienes posibilidad de entrar”, prosigue, explicando el sistema que lleva años funcionando a la perfección.
Así es 'The Queue'. La organización de Wimbledon reserva un número limitado de entradas para los tres estadios principales del torneo (central, uno y dos) y bastantes más para el resto de pistas (de la tres a la 19), donde a esas alturas de la competición todavía podían verse grandes partidos. El sábado, por ejemplo, un interesante Alexander Zverev-Mikhail Youzhny (pista ocho), el Juan Martín Del Potro-Lucas Pouille (pista 12) o dos de los tres españoles que siguen con vida en el cuadro masculino (Roberto Bautista-Bernard Tomic en la pista 14 y Albert Ramos-Richard Gasquet en la 18).
Una cola en la que se come y se bebe
“Está muy bien organizado”, asegura Miguel sobre la cola, donde se juntan aficionados de todos los lugares del mundo. “Los ingleses saben hacer las colas muy bien. Cuando llegas te dan un ticket con un número. Con ese ticket guardas un orden para la cola. Tienes que estar ahí, pero también puedes moverte. Hay zonas de comida y de bebida. La gente, muy británica, se toma sus Pims [tradicional bebida inglesa hecha con ginebra y licores de crema y fruta] y también cervezas”, continúa. “Es la segunda vez que lo hago y está genial. No es una cola aburrida, es una cola muy animada. La gente está incluso más de 24 horas en algunas ocasiones. Nosotros hemos estado cinco o seis horas, pero entre que echas alguna cabezadita y te tomas algún refresco se te pasa el tiempo volando”.
Miguel y Nicolás, que se informaron el viernes de la hora a la que deberían llegar para optar a un ticket, pagaron 25 libras cada uno para poder entrar el sábado a Wimbledon y disfrutar del torneo más especial del circuito. “Hay una cuenta de Twitter en la que informan con la antelación que debes venir para poder entrar al All England Club”, dicen. “Para conseguir una entrada de la pista central tienes que estar aquí dos días antes y acampar. Y para entrar al resto de pistas, viniendo la misma mañana normalmente entras, siempre que vengas pronto”, añaden.
“Una vez dentro del recinto, hay una posibilidad para entrar a la pista central mediante entradas de reventa”, revela Miguel. “Se venden tickets para las pistas principales que son de la gente que abandona el partido, los cede y puedes comprarlo por cinco libras”, sigue. “Ese dinero va para organizaciones benéficas. El año pasado conseguí entrar a la pista central de esta manera. Pude ver a Murray, por ejemplo. Igual solo puedes ver el último set de un partido, pero entrar a la central por cinco libras después de haber estado todo el día aquí hace que te vayas muy contento”.
La cola, por supuesto, no es para todos. Hay que ser un aficionado de verdad para tolerar el frío, la espera y también el sueño, pensando en la recompensa. “Te tiene que gustar el tenis bastante, pero si vas bien equipado tampoco es para tanto. La experiencia ha sido muy buena, pero hacía mucho frío, demasiado. Hacer la cola ya es un plan interesante, pero tiene un fin evidente: pasar el día aquí dentro viendo tenis, que es lo que más nos gusta del mundo”.