La mayoría de los aficionados no sabe bien qué es la ITF (International Tennis Federation) ni ha asistido nunca a uno de sus partidos. En los numerosos torneos Future (primer nivel profesional) que organiza cada semana por todo el planeta, suele haber muy pocos espectadores: la mayoría de los asistentes son familiares de los tenistas y entrenadores. Y, sobre todo, apostadores. Estos campeonatos se han convertido en el paraíso de los amaños en las casas de apuestas europeas. Si en las categorías inferiores del fútbol español se arreglan partidos continuamente, como quedó establecido la semana pasada, en las del tenis es escandalosamente habitual.
“Escandaloso” es la palabra que utilizaron espontáneamente cinco de los nueve apostadores profesionales que hablaron con EL ESPAÑOL en las últimas semanas (bajo la condición del anonimato) sobre el tumor que invade el deporte global. Del otro lado del tablero, desde las casas de apuestas, lo confirman: “El tenis es el deporte con más amaños en todo el mundo”, afirma a este periódico Francesco Barranca, director general de Federbet, un organismo de casas europeas creado para vigilar los movimientos sospechosos que se producen continuamente en las apuestas deportivas. Por si faltase algo, el nuevo presidente de la Real Federación Española de Tenis, Miguel Díaz Román, adelanta a este periódico en exclusiva que “la Federación apoya que de manera paulatina vayan desapareciendo las apuestas de los Future, el escalón más vulnerable del tenis”.
Los torneos Future de la ITF son el primer escalón profesional del tenis: campeonatos que entregan premios en metálico y puntos para los ránkings de la ATP (masculino) y la WTA (femenino). Ofrecen entre 10.000 y 15.000 euros en premios y otorgan puntos de clasificación adicionales que sirven para el ránking ATP. Son los torneos donde los juveniles dan sus primeros pasos en el profesionalismo, una base para ascender a los Challengers (el siguiente escalón) y finalmente la ATP.
El deporte de la raqueta es un imán para las apuestas. Tiene, respecto al fútbol, una ventaja incomparable: hace falta persuadir a una persona (o como mucho a dos) en lugar de a 11 (ó 22) para que manipule el resultado de un partido. “Si existen amaños en deportes colectivos, imagínate en el tenis y en la ITF, donde los jugadores tienen muchas veces que poner dinero para participar: ya no es sólo que busquen amaños, sino que aparecen ciertas mafias”, dice T.O., un experto en apuestas residente en Cataluña.
El tenis es el deporte con más amaños en todo el mundo.
“Primero vienen de buenas, después amenazan. ¡Y es tan fácil dejarte perder un punto o un juego cuando quieras! Todo está en tu muñeca… Yo, la verdad, nunca apuesto al tenis porque no me fío”.
“Los torneos de la ITF están llenos de apostadores”, revela a su vez B.N., ‘tipster’ madrileño que vive de las apuestas desde hace cuatro años y abandonó su carrera como matemático al servicio de la ciencia. “Al principio era muy descarado, ofrecían dinero a los jugadores en el vestuario. Ahora es más discreto: se disfrazan de jugadores de tenis y apuestan en directo, aunque esté prohibido. La organización está empezando a tener cuidado… Ya no vociferan, tienen más cuidado, se hacen amigos de la familia del tenista. Pero se sigue amañando mucho, deberían prohibirlo en esas categorías”.
Sólo en España se celebran cada año 70 Futures. La semana pasada, en un simple vistazo a casas de apuestas europeas, se podía apostar dinero simultáneamente en torneos de esa categoría en Valencia, Santiago de Compostela, Colombia, República Checa, Nashville (EE.UU.) o Turquía. También existía la posibilidad de apostar en directo, una modalidad extraordinariamente controvertida por la oportunidad que ofrece de multiplicar la corrupción (como se verá después) con la ayuda de los jueces de silla.
Ni Djokovic se escapa de las sospechas
Los indicios de la extensión de los amaños en el deporte de la raqueta son cada vez más evidentes, aunque las sanciones sean escasas. Según la Asociación Europea de Seguridad en el Deporte (ESSA, por su sigla en inglés), en el tercer trimestre de 2016 los movimientos sospechosos de apuestas deportivas volvieron a estar dominados por el tenis por séptima vez consecutiva. El año pasado, un 72% de la actividad sospechosa estuvo relacionada con el tenis, algunos de cuyos mayores torneos tiene casas de apuestas entre sus patrocinadores (por ejemplo, William Hill en el Open de Australia).
Es verdaderamente difícil demostrar que un tenista se ha dejado perder a propósito, aunque las sospechas sean abrumadoras. ¿Cómo probar con garantías procesales que un fallo en un ‘drive’ o en un saque constituyen una trampa? ¿O que se cometen dos dobles faltas consecutivas a propósito? “Es escandaloso”, repite un apostador aragonés, de iniciales R.I. “Te sirve con perder un punto. Le dices al vecino: en el cuarto juego no haré un punto. O que fallarás el segundo punto del tercer juego del primer set. Y ya está".
A comienzos de este año, la BBC y BuzzFeed News publicaron una investigación según la cual, en la última década, 16 jugadores entre los mejores 50 del mundo (ganadores de Grand Slam entre ellos) han sido investigados por posibles amaños por la Tennis Integrity Unit (TIU), un organismo anticorrupción fundado por los siete grandes grupos del tenis: ITF, ATP, WTA, Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open. A ninguno de esos 16 jugadores se le apartó finalmente de la competición. Las ofertas de amaños han llegado incluso hasta Novak Djokovic, como él mismo ha admitido, aunque las estrellas suelen decir que no hay pruebas de que suceda en el máximo nivel de la competición.
Federbet asegura que el trucaje no se limita a la ITF y pone como ejemplo dos partidos de Grand Slam este año (Wimbledon y US Open) y una investigación de la fiscalía de Cremona (Italia), célebre por haber destapado un escándalo de amaños en el fútbol (‘Calcioscommesse’), según la cual Djokovic habría trucado su primer encuentro en el Masters 1.000 de París-Bercy de 2007, que perdió ante el francés Fabrice Santoro, y se lo habría confesado previamente a una tercera persona. Su director acusa directamente a la TIU de “no hacer nada contra las apuestas, de ser una mera pantalla”.
Mark Harrison, director de la Tennis Integrity Unit, afirma en conversación con este periódico que su organismo lucha contra la corrupción “en todos los niveles profesionales” y que no puede dar datos de casos individuales, pero expone lo siguiente sobre su trabajo con los torneos menores de la ITF (que organiza, aparte, la Copa Davis): “En términos de monitorización, la gran mayoría de los torneos Futures de la ITF y Challenger de la ATP son vigilados constantemente por las casas de apuestas que ofrecen esos mercados. Al nivel del torneo, los jueces y directores del evento son entrenados para reconocer y denunciar corruptelas; la TIU investiga cualquier prueba que sugiera actividad corrupta. La TIU mantiene y distribuye una lista de individuos que cree pueden significar un riesgo para la integridad del deporte y que no deberían ser aceptados en los torneos”.
La TIU no hace nada contra las apuestas, es una mera pantalla.
En el último año ha habido un goteo de tenistas suspendidos o incluso expulsados por manipulaciones diversas: el italiano Marco Cecchinato, número 143 del mundo, recibió un castigo de año y medio de inhabilitación y 40.000 euros; los también italianos Riccardo Accardi y Antonio Campo, 12 y 4 meses respectivamente; el sudafricano Joshua Chetty, de 21 años, número 1.857 del mundo, fue excluido de por vida de la competición por malas prácticas; el mexicano Daniel Garza fue suspendido por seis meses. Amir Weintraub, tenista israelí, actualmente el número 222 del mundo, afirmó el mes pasado que “a todos los jugadores del circuito les han ofrecido amaños, incluido Djokovic”.
Los jueces de silla, cómplices
Más preocupante aún es la aparición de árbitros en las investigaciones (como se verá después, en determinadas modalidades de trucaje desempeñan un papel decisivo). El diario británico The Guardian reveló este verano que dos jueces de silla habían sido secretamente inhabilitados, mientras que otros cuatro afrontan la expulsión vitalicia del deporte “por acusaciones serias de soborno y corrupción”.
Uno era kazajo, otro turco, dos uzbekos y otro ucraniano: alteraban los datos en vivo del partido para permitir a apostadores tramposos efectuar apuestas en directo conociendo de antemano el resultado del punto siguiente. Uno de ellos, el kazajo Kirill Parfenov, quedó al descubierto tras intentar contactar con otro juez de silla a través de Facebook. La ITF no ha querido pronunciarse sobre estos casos.
Su postura en este terreno levanta sospechas, tras haber firmado en 2012 un acuerdo por valor de casi 100 millones de euros con la compañía de datos Sportradar para que distribuya los marcadores en vivo de cualquier torneo, incluso aquellos anónimos, a las casas de apuestas: un elemento imprescindible para que se abra la ventana del amaño.
A todos los jugadores del circuito les han ofrecido amaños, incluido Djokovic
De hecho, la ITF subvenciona un 20% de los torneos ITF celebrados en España a cambio de que se comuniquen los datos de los partidos al ‘Livescore’ del ‘partner’ de la federación, Sportradar. Los jueces de silla han de introducir las alteraciones en el marcador inmediatamente mediante una ‘tablet’, y esta información viaja instantáneamente a las casas de apuestas, transformando automática y continuamente las cuotas de cada encuentro y permitiendo a las casas aceptar apuestas durante el curso del partido.
Aquí aflora una oportunidad decisiva de fraude, llamado ‘courtisiding’: si los árbitros se retrasan (voluntariamente) 30 o 45 segundos en anotar los puntos, los apostadores que asisten al encuentro tienen tiempo de modificar apuestas antes de que se actualice el resultado. En los casos mencionados de jueces inhabilitados se comprobó que habían avisado previamente por Whatsapp o Telegram a los amañadores del punto antes de reflejarlo oficialmente: una forma de obtener ventajas pequeñas (pero acumuladamente significativas) en el movimiento continuo de las cuotas y que sólo puede acortarse asegurando la aparición inmediata de los resultados en los marcadores.
Las crecientes sospechas y las inhabilitaciones a varios jueces han acabado con la era dorada de ese chollo. “El tiempo de anotación se ha reducido significativamente, es muy complicado aprovecharse ya del retraso”, señala a EL ESPAÑOL el apostador madrileño F.R., “a no ser que los jueces sean parte del engaño y avisen previamente”.
Desde 2008, la fecha de su creación, la TIU ha recibido más de 14 millones de dólares (12,8 millones de euros) para llevar a cabo sus pesquisas y ha sancionado a una veintena de tenistas (entre ellos el bilbaíno Guillermo Olaso), seis de ellos de por vida. El primero de ellos fue el austriaco Daniel Koellerer, que tras su expulsión acusó a la ATP de proteger a sus ‘vacas sagradas’ mientras “sacrifica” a jugadores de un escalafón inferior en las investigaciones anticorrupción.
El ya ex tenista, de 32 años, dijo que los administradores del tenis habían arruinado su vida al condenarle sin pruebas: “La ATP nunca bloquearía a Djokovic, Federer, Nadal o Murray,” dijo. “No estoy seguro de que uno o más jugadores del ‘Top 20’ manipulen partidos. ¿Puedo testificar? No. Estoy simplemente conjeturando. Para solucionar el problema hay sencillamente que suprimir las apuestas. Pero obviamente no puede hacerlo, porque algunos torneos están patrocinados por casas de apuestas [...] Es algo sucio. Es una mafia. Está corrupto”.
Francesco Barranca, el director de Federbet, admite no entender “por qué algunas casas de apuestas no cooperan con las autoridades. Quizá deberían cerrar el negocio. Nuestras casas de apuestas [las que Federbet representa] cooperan y ponen a jugadores en la lista negra. Hay algunas casas que jamás han reportado una sola irregularidad”.
Obviamente no se pueden suprimir las apuestas, porque algunos torneos están patrocinados por casas de apuestas. Es algo sucio. Es una mafia. Está corrupto.
La vulnerabilidad de los Future
La Federación Española de Tenis, como avanza EL ESPAÑOL, también va a proponer que se supriman las apuestas en determinadas categorías de la ITF. La ATP arrastra a los medios de comunicación, a los patrocinadores y al público: todo queda grabado. En el escalafón más bajo del tenis profesional, no obstante, se produce una situación análoga a la de la Tercera División española de fútbol: deportistas con pocos ingresos y partidos sin apenas seguimiento ni cobertura mediática que mueven cantidades inimaginables para eventos de relevancia tan escasa. “Es el más vulnerable”, dicen fuentes federativas. “No hay medios para controlarlos”.
Hay mucha más miseria de la imaginable en el tenis profesional, donde al final son pocos los jugadores que pueden vivir de la raqueta. El año pasado, el número uno del mundo, Djokovic, ganó en premios unos 20 millones de euros. El número 100, el israelí Dudi Sela, obtuvo aproximadamente 320.000. Un estudio encargado por la International Tennis Federation en 2013 arrojó el sorprendente resultado de que el 45% de los 13.736 jugadores que jugaban en los niveles profesionales no ganaba nada con ello.
Se puede ganar un Future y terminar la semana habiendo perdido dinero; aunque se han incrementado ligeramente los premios (en España los de 10.000 euros pasarán a 15.000 en 2017), el caldo de cultivo para el amaño es idóneo: depende de individuos en solitario, muchas veces sin ingresos, y además ni siquiera hace falta perder el partido: basta con arreglar el resultado de un set, un juego o un punto (mediante las apuestas en vivo). Y prácticamente siempre es mayor la recompensa de la corrupción que el premio a la excelencia deportiva.
Mark Harrison argumenta que “el nivel de ingresos de los jugadores nunca puede ser utilizado como excusa o razón para corromperse. Los tenistas compiten conociendo perfectamente los costes y las recompensas disponibles. En ningún campo de la vida puede usarse un nivel bajo de ingresos para justificar el incumplimiento de reglas, ya sea en el deporte o en la sociedad”.
“En los Futures es más fácil amañar, desde luego”, reconoce a regañadientes el director de uno de los 70 torneos que se organizan en España. “En la ATP hay personas que controlan. En torneos menores no hay dinero ni para viajes”. Con multitud de torneos simultáneos durante todo el año, un fuerte componente estadístico y una multiplicidad de formas de trucar discretamente el juego, el negocio es jugoso para todos: “Las casas dan por descontado la existencia de amaños, al final les compensa sobradamente que no se eliminen esas categorías”, afirma el apostador extremeño S.S.
A veces, el jugador participa en un Future o Challenger sólo para ofrecerse a los amañadores. La mayoría de las veces son las mafias (fundamentalmente de Europa Oriental) las que se acercan al tenista, de buenos o malos modos, para lograr su propósito. Como narró Amir Weintraub, “al principio la gente te viene, semana sí, semana no, especialmente en países como Rusia. Sin embargo, después de una, dos o tres semanas, cuando dices ‘no, no, no’, paran”.
Hay una lista negra de jugadores cuyos partidos son excluidos de las apuestas y por Internet circulan muchos rumores sobre jugadores sospechosos. Se habla cada vez más del tema, pero los castigos son escasos: aunque exijan una creciente cautela, los amaños proliferan por la falta de presupuesto y vigilancia en estas categorías menores. “Para perder un partido basta un set; lo terminan y se retira uno lesionado. Pero luego a lo mejor te enteras de que ha jugado un dobles por la tarde y lo ha ganado, o se ha ido a la discoteca por la noche”, dice S.S.
En los Futures es más fácil amañar, desde luego. En la ATP hay personas que controlan. En torneos menores no hay dinero ni para viajes.
Un ex tenista latinoamericano (de identidad no revelada) afirmó este año a la BBC que “tres grandes grupos” controlan las apuestas en el tenis y que los pagos son siempre en efectivo. Un ‘tipster’ o pronosticador madrileño, P. A., confirma a este periódico que hay “grupos de jugadores que se asocian sólo para el tema de los amaños. A veces me basta una sonrisa entre ellos para saber que la cosa está apañada”.
El negocio de las casas de apuestas
El trucaje se beneficia enormemente de las apuestas online y la velocidad de las mismas. Las casas de apuestas envían emisarios a los torneos para que introduzcan datos en vivo sobre los partidos a través del móvil. En ocasiones, estos empleados ofrecen el amaño ‘in situ’: le prometen al jugador, por ejemplo, 4.000 euros si pierde su servicio en el próximo juego. La escasez de público favorece la impunidad: “Casi siempre hay más apostadores o amañadores que espectadores”, dice el apostador profesional catalán M. M., que vende sus pronósticos por una suscripción de 200 euros al mes. “La prohibición de apostar con el móvil se la pasan por el forro”.
Las casas de apuestas chinas no son el foco (como en otros deportes) de las apuestas ilegales en el tenis. “En el tenis son europeas, fundamentalmente del Este”, afirma Francesco Barranca: “Ucrania, Rusia, Bulgaria, Chipre”. Los apostadores confirman el dato: “Son pocas las casas asiáticas que ofrecen el mercado de tenis ITF”, dice M.M: “Es algo extraño, pero comprensible: por un lado, no hay mucha información disponible sobre esos 3.000 o 4.000 jugadores semiprofesionales, entre hombres y mujeres. Pero fundamentalmente saben que esos torneos son muy fáciles de amañar: a veces basta con pagar 1.000 euros a un tenista”.
“Es muy difícil balancear 100.000 euros en una categoría ITF”, continúa el especialista (que ingresa más de esa cantidad al año en apuestas). “Si nadie apuesta al otro jugador, hay una gran exposición al riesgo. Aunque saben que hay amaños en todos los deportes (hasta ping-pong y beach-volley, para que te hagas una idea), el peligro es mayor en eventos donde no hay dinero para equilibrar las cuotas. Cuando entra descaradamente mucho dinero en una sola dirección, eliminan el partido y ya está”.
Los torneos ITF son muy fáciles de amañar: a veces basta con pagar 1.000 euros a un tenista.
El jugador suizo Stan Wawrinka (número 4 del mundo) afirmó este año que sería bueno para el tenis asociarse con las casas de apuestas. “Probablemente, si ellos son ‘sponsors’, vayan a intentar asegurarse de que no haya corrupción, porque pierden mucho dinero cuando hay un problema. Puede ser bueno para el tenis”. Aunque la ATP precise mantener la imagen limpia del deporte (entre otras cosas para no perder patrocinios), las acusaciones de pasividad a los organismos supervisores son constantes en conversaciones ‘off the record’ (y, en el caso de Federbet, también ‘on the record’).
La vigilancia de la puntualidad de las anotaciones en el ‘Livescore’ de los partidos y un aumento de la atención al problema han complicado la vida a jugadores y amañadores en los últimos meses, pero abriendo cuentas a nombres de amigos y con mayor discreción, los torneos ‘Future’ de la ITF siguen siendo el paraíso de los arreglos: probablemente, la modalidad deportiva con más amaños del mundo. Como dice S.S., “si lo piensas bien, las posibilidades que das a la gente de autoamañarse son casi infinitas. No se puede parar, salvo que suprimas las apuestas totalmente”.