Tres personas diferentes no pueden estar equivocadas. Después de que Rafael Nadal se clasificase épicamente para disputar la final del Abierto de Australia contra Roger Federer (6-3, 5-7, 7-6, 6-7 y 6-4 a un Grigor Dimitrov de piedra), las primeras palabras que salieron de tres bocas distintas llegaron rápidamente a la misma conclusión: el encuentro entre el español y el búlgaro, una batalla que empezó jugándose con la raqueta y acabó peleándose con la cabeza, ha entrado directamente en el ranking de los mejores duelos de los últimos años, y bien arriba.
“Ha sido de los mejores partidos que he visto nunca”, explicó Carlos Moyà junto a la puerta del restaurante de jugadores, mientras recibía las felicitaciones de todo el que pasaba por allí. “Podría haber ganado cualquiera. Dimitrov ha estado increíble, pero la fe, la valentía y la confianza que ha tenido Nadal han sido claves. Por momentos se ha visto superado y ha seguido ahí. Ha estado más fuerte de cabeza”, siguió el mallorquín, que pasó un mal trago sentado en el palco durante las casi cinco horas que duró el cruce. “Había un momento en el que temía que no aguantara de cabeza porque Dimitrov estaba jugando al límite y no fallaba una pelota. Mentalmente ha sido un partido increíble por parte de Nadal”, cerró el exnúmero uno mundial, que inmediatamente se metió en el vestuario para hablar con el campeón de 14 grandes.
“Sí, un partido increíble, de los mejores partidos que yo he visto en mucho tiempo”, coincidió Toni Nadal, tío y entrenador del campeón del número nueve. “Lo hablaba durante el encuentro, ha sido un partido mejor que el que le ganó aquí a Verdasco en 2009. Igual de emocionante, pero de un nivel superior”, añadió el técnico. “Hemos jugado contra un rival que en ningún momento se ha abandonado, incluso después del break en el quinto. Ha seguido luchando y luchando, haciendo tiros fantásticos”, recordó. “Hacía muchos años que Nadal no jugaba un partido tan completo. El nivel de Dimitrov… devolvía bolas tipo Djokovic, que llegaba a todas y las metía en la línea. Era un partido realmente muy difícil”, se despidió el entrenador balear.
“Ha sido un partidazo”, se arrancó Nadal ante los periodistas, justo antes de marcharse a recuperarse de la paliza descansando, con un día menos que Federer (se clasificó el jueves). “Hemos jugado a un nivel muy alto los dos, ha habido intercambios eternos, de aguantar una más, con golpes de gran nivel”, rememoró. “Es difícil pedirle más a un partido de tenis porque ha tenido de todo. Me siento muy feliz de haber sido parte porque ha sido uno de los partidos especiales de mi carrera”, reconoció. “Una victoria así sabe bien siempre. Ganar partidos como este es muy complicado y para mí significa mucho. Por vivir momentos así vale la pena todo el trabajo que he hecho”, celebró el balear. “Desde el principio hasta el final he sido capaz de luchar todos los puntos, de no jugar con nervios los momentos importantes y de salvar situaciones muy complicadas. Mentalmente estoy en buen momento. Estos partidos me dan lo que necesito para seguir compitiendo”, reveló.
“Uno sabe si está trabajando bien, pero hay veces que los resultados no llegan o llegan más tarde”, analizó Nadal. “Era consciente de que había trabajado muchísimo y bien, entrenando a un nivel muy alto. Luego, necesitaba ponerlo en práctica en los partidos”, dijo. “Pase lo que pase el domingo, van a ser dos semanas muy importantes para el resto de mi año”.
Ahora, y subido en la cresta de la ola, Nadal afronta una recta final de vértigo: tiene menos de 48 horas para estar listo antes de la final con Federer, un partido que inevitablemente marcará el futuro de ambos por todo lo que hay en juego.
De entrada, antes de empezar a jugar, así lo definió el mallorquín: "Competir de nuevo con Federer en la final es un privilegio”.
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