Dubái

En mitad del partido, como si fuese una exhibición cualquiera, Roger Federer se puso a saludar con la mano al público, que le gritó "Te quiero" en varios idiomas desde la grada. Tras celebrar su grande número 18 el pasado mes de enero en el Abierto de Australia, el suizo regresó este lunes a la competición en el torneo de Dubái aplastando a Benoit Paire (6-1 y 6-3 en 54 minutos) en un encuentro sin historia y se clasificó para disputar la segunda ronda, donde se encontrará con el ganador del Mikhail Youzhny-Evgeny Donskoy por una plaza en cuartos de final. El resultado quedó eclipsado por la respuesta de los aficionados, que elevaron a Federer a la categoría de la mejor estrella de rock.

“Lógicamente, la gente estaba encantada de verte de vuelta”, le dijeron al suizo nada más sentarse en la sala de prensa. “Yo también”, respondió sonriendo. “Es genial cuando escuchas a la gente antes de salir a jugar, los rugidos. Es una sensación agradable”, prosiguió el número nueve mundial, siete veces campeón en Dubái. “He jugado aquí durante muchos años, he visto cómo crecía el torneo. Especialmente después de Australia, los aficionados y yo sabemos lo especial que es para mí estar de vuelta en la pista. Fue una agradable bienvenida. Estoy muy agradecido, como siempre”.

Roger Federer intenta alcanzar una bola en Dubái. Dubai Duty Free Tennis Championships

Antes de que Federer desmontase de arriba a abajo a Paire, sin consistencia para poder aspirar a algo que no fuese una derrota clara, Dubái se llenó de banderas suizas. Desde primera hora del mediodía, cuando Roberto Bautista peleaba con el joven Khachanov (6-1 y 7-6 del español) y después de las victorias de Marcel Granollers (6-3 y 6-2 al checo Vesely) y Guillermo García-López (6-4 y 6-3 a Viktor Troicki), una multitud de aficionados tomó los bares que rodean al estadio central del torneo para esperar el momento de entrar a la pista y ver el debut de Federer, el primer encuentro desde su victoria ante Rafael Nadal en Melbourne.

Aparecieron los fieles de siempre, como la mujer que lleva casi una década viniendo a ver cada partido del suizo con la misma gorra blanca y sentándose en el mismo asiento. Aparecieron también los nuevos, como los dos hijos de una familia española que pasa sus vacaciones en Dubái y decidieron comprar entradas para acercarse a ver a Federer después de que los niños quedasen encantados tras la pasada final del Abierto de Australia. Aparecieron los que viven pendientes de cada suspiro del genio suizo, como un aficionado de Melbourne que viaja cada temporada a unos 10 torneos para ver a su ídolo.

En consecuencia, Dubái estalló cuando Federer puso un pie en la pista para buscar la segunda ronda del torneo contra Paire y celebró su victoria con emoción: a los 35 años, y en la etapa final de su carrera, el suizo jugará al menos un día más y eso es motivo de un brindis. En estos momentos, cada nueva oportunidad de verle con una raqueta en la mano es un regalo de los grandes.

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