Todos trabajan para días así de redondos. A los 25 años, Pablo Carreño jugará este sábado sus primeras semifinales de un Masters 1000. En cuartos de Indian Wells, el español superó dos puntos de partido en contra, resistió 1-6, 6-3 y 7-6 a Pablo Cuevas, se citó con el Stan Wawrinka (6-4, 4-6 y 7-6 al austríaco Thiem) y se destapó en un escenario de los más prestigiosos del circuito: tras ganar en 2016 los dos primeros títulos de su carrera (Winston-Salem y Moscú), Carreño fue más allá con un resultado que le catapulta en el ránking (estrenará plaza en el top-20 el lunes) y le da la oportunidad de seguir soñando. Por supuesto, lo suyo no es casualidad.
“Es una sensación increíble”, acertó a decir Carreño tras el triunfo. “Es mi primera vez en las semifinales de un Masters 1000 y estaré entre los primeros 20 del mundo. Fue mi objetivo cuando empecé el año, estamos en marzo y ya soy top-20. Es una buena noticia para mí, pero tengo que seguir trabajando”, avisó el gijonés. “Necesito trabajar duro porque no es fácil estar aquí. Y sé que no puedo relajarme ahora, tengo que seguir así”, insistió. “Estoy jugando bien, siendo agresivo. Y ahora mismo tengo mucha confianza”.
El pasado mes de febrero, Carreño perdió dramáticamente el primer encuentro de la eliminatoria de Copa Davis entre España y Croacia, dejando escapar tres puntos de partido contra Franko Skugor. El domingo decisivo, después de que Roberto Bautista consiguiese colocar el 2-2 en la serie, Carreño volvió a pista para jugar un cruce a vida o muerte, porque competir por La Armada deja huella, más aún en una situación así de delicada (una victoria llevaba a la selección a cuartos, pero la derrota obligaba a jugar por no descender). El triunfo del gijonés tuvo un efecto inmediato: final en Río de Janeiro y semifinales en Buenos Aires y Sao Paulo. Si 2016 fue bueno, el arranque de 2017 le invitó a creer en que su techo todavía no está a la vista.
Ante Cuevas, el español demostró que respira confianza. En 21 minutos, Carreño había ganado la primera manga reduciendo a su contrario en el marcador (un solo juego le dejó ganar) y también sobre la pista, con el uruguayo completamente desdibujado. Carreño, que llegó a hacer imposibles como disparar tres saques directos consecutivos (¡tres!) o ir de línea en línea, también supo apretar los dientes cuando Cuevas reaccionó y amagó con llevarse la victoria, lo que habría dejado al español con la cara descompuesta tras ese arranque lleno de deseo.
El uruguayo, un perro viejo (30), ganó la segunda manga y se presentó en la tercera pidiendo guerra. Sin los errores del comienzo, con una buena dosis de aplomo en el cuerpo, Cuevas jugó con mordiente y se adelantó (3-1) porque Carreño estaba fuera de combate, a caballo entre la oportunidad perdida, la gestión de las emociones y el nivel creciente de un oponente diferente al del principio, que cuando perdió la ventaja (3-3) disfrutó de dos puntos de partido al resto (con 5-4 y con 6-5) para haber volado a semifinales.
Allí apareció Carreño, que le negó a Cuevas las dos ocasiones de un portazo (siendo agresivo, con determinación, sin especular) y jugó el tie-break final con soltura para echarle el lazo a una victoria que celebró de rodillas en el suelo. Eso lo dijo todo: en Indian Wells, Carreño se ha hecho mayor.