“¡Serbia! ¡Serbia! ¡Serbia!”. El viernes por la tarde, los cánticos de la grada en Belgrado anunciaron fiesta para los de casa. Las victorias de Novak Djokovic (6-3, 6-4 y 6-2 a Albert Ramos) y Viktor Troicki (6-3, 6-4 y 6-3 a Pablo Carreño) dejaron a España a un punto de decir adiós a las semifinales de la Copa Davis. Sin espacio para más derrotas después de una dura jornada inaugural (ni un set lograron arrancar los españoles, ni una pelota de break pudieron convertir), La Armada necesita ganar los tres puntos que quedan (el dobles del sábado y los individuales del domingo) para protagonizar una hazaña que parece totalmente imposible: España jamás ha remontado un 0-2 en la Davis.
“Ha sido un día duro, hemos tenido muy pocas opciones”, se lamentó Conchita Martínez, la seleccionadora nacional. “Si ganas un set, si intentas romper algún servicio, tienes muchas más posibilidades. Ha ido todo muy rodado para ellos”, insistió la ex número dos del mundo. “No hay que bajar los brazos, pero lo veo complicado”.
Carreño salió a la pista con el marcador en contra (después de la derrota de Ramos) y con la responsabilidad de cumplir el plan inicial para derrotar a los serbios, que desde el primer momento pasaba por ganarle los dos puntos individuales a Troicki y fiarlo todo al dobles del sábado. El gijonés, sin embargo, no pudo arañar un triunfo que habría cambiado totalmente la perspectiva de la eliminatoria: de irse a dormir con un 1-1 a hacerlo con un 0-2 hay un enorme abismo de diferencia.
Al español, bautizado en la primera eliminatoria de 2017 contra Croacia (perdió su primer partido individual del viernes dejando escapar tres bolas de partido y acabó ganando el quinto y decisivo punto el domingo), no le dio tiempo de sentir el vértigo de la camiseta porque Troicki no le dejó ni pensar. Carreño, líder del equipo español en Belgrado, se encontró con un rival inspirado, decidido y certero que le despidió sin medianías, dejándole descompuesto y helado.
Troicki hizo lo que quiso con su saque, ganando un puñado de juegos en blanco, y desde el fondo de la pista jugó rapidísimo, atrayendo al español a su juego directo, agresivo y con pocos intercambios. Carreño, que no tuvo muy claro cómo jugarle al serbio para sacarle de esa zona de confort, inclinó la rodilla y se marchó preguntándose qué necesitaba haber hecho para haber cambiado el resultado, pese a que tuvo un interesante 0-40 con 4-3 en la segunda manga para volver al duelo y no lo aprovechó.
“Estoy un poco chafado, pero no creo que me tenga que ir decepcionado”, explicó Carreño tras la derrota. “Él no me ha dado ninguna opción con su saque y desde atrás ha jugado a un gran nivel. No he podido contrarrestar sus golpes, pero tampoco he hecho un partido malo”, prosiguió sobre su contrario, al que nunca antes se había medido. “No ha sido un tema de la presión, ha sido Troicki”.
Antes, y casi en línea recta, Novak Djokovic venció a Albert Ramos en un partido que jugó sabiéndose ganador en todo momento, con la tranquilidad del que conoce lo que le tiene reservado el destino. El serbio, que no jugaba desde los octavos de final de Indian Wells (perdió con Nick Kyrgios) después de renunciar a Miami por una lesión en el codo, construyó su triunfo con una tarde impecable al servicio, enfrentándose a una única bola de rotura que anuló en la tercera manga (con 3-2) y avanzando a toda velocidad hacia la victoria.
“Ha sacado muy bien y se ha complicado todo mucho más”, dijo Ramos tras el encuentro. “He pensado que tenia que alargar el encuentro para tener opciones de ganar el partido, que tenía que cansarlo, pero no ha habido manera”, prosiguió el barcelonés. “En los entrenamientos había dado más nivel, pero es muy complicado jugar en esta superficie contra Djokovic”.
Así, España se quedó colgando de un hilo en Serbia, con la necesidad de ganar tres partidos seguidos. Antes del punto de dobles del sábado, el milagro de llegar a las semifinales de la Davis es una idea onírica.