Madrid

A las puertas de la estación de Atocha, Manolo Santana se quedó de piedra el viernes a mediodía cuando fue a recibir a Novak Djokovic. Con camiseta de manga corta y bermudas, recién llegado desde Marbella, el serbio apareció en Madrid para jugar el cuarto Masters 1000 de la temporada sin Marian Vajda (su entrenador), Gebhard Phil Gritsch (preparador físico) y Miljan Amanovic (fisioterapeuta) después de tomar la decisión de romper con su equipo de toda la vida, los mismos a los que llevaba unido más de una década, casi su familia. El número dos mundial, que defiende el título de campeón en la Caja Mágica, llegó acompañado de su hermano Marko y de Pepe Imaz, con los que comparte estos días de entrenamientos hasta que encuentre a la nueva persona que se sentará en su banquillo y conforme también el resto de su grupo de trabajo.

"Fue una decisión difícil y mutua que tomamos después el torneo de Montecarlo porque todos sentimos que necesitaba un cambio, hacer algo diferente”, explicó Djokovic el domingo por la mañana, mientras los periodistas le freían a preguntas. "Lo hemos pensado y debatido mucho. En las últimas semanas de la temporada pasada ya nos habíamos sentado a hablar varias veces y decidimos darnos un par de meses, pero llegó un momento en el que vimos que había que pasar página”, prosiguió el campeón de 12 grandes. “He estado con ellos más de 10 años. Son personas especiales en mi vida. Tenemos una gran relación y esta separación es solo profesional, no va a afectar al terreno personal”, insistió el serbio. “Somos como una familia y eso nunca terminará, siempre estará ahí. Los recuerdos quedarán para siempre”.

Djokovic y Nadal se saludan durante un entrenamiento en Madrid. Ángel Martínez Mutua Madrid Open

En plena crisis de juego (14 victorias y cuatro derrotas en 2017, con el título de Doha como única conquista del año), la ruptura de Djokovic con su núcleo fuerte completa el paso que el serbio dio a finales de 2016, cuando se separó de Boris Becker después de haber conseguido juntos seis grandes en una etapa en la que Nole dominó con puño de hierro el circuito. Prescindir ahora de sus tres personas de máxima confianza tiene una lectura cristalina: borrar todo lo anterior, abrir una nueva era y ver si así se arregla el enredo en el que está metido. 

"Pero no quiero hacer las cosas deprisa”, respondió Djokovic cuando le preguntaron por sus próximos pasos. “Tengo mucha confianza en mí. Quizás tarde algo de tiempo en elegir a la próxima persona que estará conmigo. Me siento bien solo y cuando aparezca el entrenador adecuado lo contaré. Aún estoy atravesando el proceso de conocerme, de pensar muy bien todo y estudiar el próximo paso que dar. No quiero precipitarme”, continuó el serbio. “Imagino que será alguien que haya pasado por experiencias parecidas a las que yo he vivido y no hay mucha gente en el mundo del tenis que haya llegado a este nivel”, siguió Nole, que posiblemente busque un entrenador de perfil de Becker. “Ahora estoy bien solo. Tengo el apoyo de mi familia, estoy motivado. Espero poder competir al más alto nivel. Obviamente, los últimos seis meses no han sido los mejores a nivel de resultados, pero estoy en el camino de encontrar otra vez la racha positiva. No me he olvidado de jugar a tenis”. 

Eso es precisamente lo que Djokovic tendrá que demostrar desde que debute el próximo miércoles en Madrid: el serbio defiende el título en Madrid (1000 puntos), la final en Roma (600) y la corona de campeón en Roland Garros (2000), el lugar donde tocó el cielo hace casi un año y donde también empezaron todos sus problemas que le han convertido en un jugador irreconocible. 

Noticias relacionadas