Visto y no visto. Hubo aficionados que no llegaron a tiempo para ver a Rafael Nadal debutar en el Conde de Godó (6-1 y 6-2 al brasileño Dutra Silva) en un partido que fue un atropello y que sirvió para que el mallorquín jugase su primer encuentro en una pista que desde esta temporada lleva su nombre, homenaje a todos sus logros (nueve trofeos) en Barcelona. El campeón de 14 grandes, a lomos de la inercia ganadora que le llevó a levantar su décimo título en Montecarlo hace unos días, buscará este jueves los cuartos de final contra Kevin Anderson sabiéndose preparado para aspirar a todo. [Narración y estadísticas]
“Dentro de lo que cabe ha sido un partido cómodo”, resumió el balear tras el triunfo. “He tenido el control en todo momento, aunque mi comienzo de segundo set no ha sido bueno”, prosiguió Nadal, que mató el tiempo de espera provocado por la lluvia jugando al parchís con su equipo. “Las condiciones no eran muy buenas y lo he resuelto bien. Estoy feliz por el encuentro, pero mañana tengo un encuentro complicado”, avisó sobre Anderson, al que domina 3-0 el cara a cara. “Estas condiciones no ayudan a jugar contra pegadores. La gente piensa que la pista lenta favorece a especialistas de tierra y es totalmente lo contrario: los rivales que sacan fuerte y golpean plano tienen ventaja”, siguió. “Mañana va a ser un día de esos. Tendré que salir muy concentrado porque él es un contrario peligroso”.
Tras ganar el pasado domingo el tercer Masters 1000 de la temporada, Nadal compitió su debut en el Godó siguiendo la misma línea que exhibió en la final contra Albert Ramos en un cruce redondo. Con la mejor versión de su drive recuperada, el español desquició a Dutra Silva desde el comienzo, y mira que el brasileño logró un break (se adelantó 2-1 en la segunda manga) que no le sirvió para nada, tan rápida fue la reacción de su rival (5-0 de parcial para cerrar el encuentro). Si la impotencia tuviese cara, todas las que puso Dutra Silva en el partido valdrían para ilustrar perfectamente la frustración en su máxima expresión.
En un día negro, que sufrió varios retrasos por la lluvia, Nadal se decidió a jugar al ataque (23 ganadores por 19 errores no forzados) y la apuesta le funcionó, pese a que posiblemente no eran las mejores condiciones para buscar la victoria a tumba abierta (pista lenta y pesada). El español, que de confianza va sobrado después de reencontrarse con un título en Mónaco, se llevó por delante al brasileño, un rival que en ningún caso debería haberle supuesto un problema porque la diferencia entre los dos es abismal.
La forma de ganar, sin embargo, evidenció lo que Nadal ya avisó antes de comenzar la gira europea de tierra batida: seis partidos después de comenzar a jugar en arcilla, este jugador es otro distinto al que sufrió el primer día para ganar en Montecarlo al británico Edmund. Las bromas se han acabado.
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