A diferencia del partido disputado en la tercera ronda del pasado Abierto de Australia, decidido en la quinta manga, a Alexander Zverev se le acabaron las esperanzas de discutir la victoria a cara de perro demasiado pronto. Con el pase a los cuartos de final del torneo de Montecarlo en juego, el jovencísimo alemán vio cómo Rafael Nadal encontraba una alta velocidad de crucero que le habría evitado pasar un mal rato en su debut contra el británico Edmund y que destruyó en mil trozos las aspiraciones del número 20 al triunfo. La victoria del campeón de 14 grandes (6-1 y 6-1), que jugará este viernes contra Diego Schwartzman (6-3 y 6-0 al alemán Struff) por el pase a semifinales, demostró una vez más que nada es casualidad. [Narración y estadísticas]
“Mi derecha ha sido muy buena”, radiografió el balear en este periódico tras el encuentro con Zverev. “Prácticamente no he cometido errores en todo el partido y he dominado los puntos con mi drive. He dado un paso adelante, lo que dije que necesitaba. Ahora hay que seguir avanzando, confirmando eso. Si lo confirmo, todavía podré dar otro paso más”.
Tras sufrir para superar su estreno en el torneo con Edmund, y pese a consumir 2h18m sobre la pista, Nadal se marchó luego a entrenar durante 20 minutos con una intención clara: irse a dormir antes de jugar con Zverev con la derecha afilada, el tiro que le ha dado las mayores conquistas de su carrera. El mallorquín, que a principios de temporada consiguió recuperar la mejor versión de su drive en pista rápida, se preparó para la tierra batida poniendo el acento en mantener la mordiente en su derecha, trasladando lo bueno que había hecho en cemento a la arcilla. El miércoles, Edmund le demostró que estaba lejos de conseguirlo. Un día después, la desesperación de Zverev le confirmó exactamente lo contrario.
Con su gran zancada, el alemán empezó el encuentro cubriendo los ángulos de la pista sin dificultades, corriendo de lado a lado y llegando incluso antes que la pelota. Aquí hay batalla, debió pensar la gente en ese momento. Se confundieron totalmente, como quedó evidenciado con el desarrollo del cruce, una línea recta sin historia alguna, pese a arrebatos aislados del aspirante, abrumado por todo lo bueno que hizo Nadal desde el primer punto.
El día de su 20 cumpleaños, las buenas intenciones de Zverev se terminaron en el tercer juego del encuentro, como también sus opciones de llegar a cuartos de final: lanzado con una derecha vibrante y asfixiante, Nadal le propinó un 10-0 de parcial (de 1-1 a 6-1 y 4-0), logró que se desquiciase (el alemán partió en dos su raqueta en el arranque del segundo set y entregó el partido con una doble falta, descosido en 34 errores no forzados) y avanzó a cuartos con una cara distinta a la del primer día.
“Sin tratar de ser arrogante ni mucho menos, pero creo que si ha bajado los brazos ha sido mérito mío”, explicó el mallorquín. “Ha empezado bien y luego en el segundo set lo ha vuelto a intentar. A partir del 4-0 quizás se ha dejado ir, pero el partido estaba siendo más igualado de lo que el resultado decía”, continuó. “Yo he metido muchas pelotas dentro, poniéndole en situaciones complicadas. Se han dado constancias para que terminara con una sensación de no ver cómo ganar los puntos. Creo que ha sido más mérito mío que demérito suyo”.
Ahora, ya en terreno peligroso, olfateando cosas importantes, el mallorquín tiene una buena ronda para soñar con las semifinales, donde la lógica del ránking dice que le esperaría Novak Djokovic, que sobrevivió 6-2, 4-6 y 6-4 a Pablo Carreño, pese a enfrentarse a un 4-4 y 15-40 que habría dejado al español sacando por la victoria en la tercera manga.
“Ha sido un partido muy ajustado, con opciones al final”. resumió el número 19 del mundo. Por eso, me voy un poco jodido, pero tengo que pensar que ha sido un gran partido, que he tenido muy cerca la victoria con Djokovic. Y eso es lo positivo”, continuó Carreño. “Al principio, el encuentro ha empezado bien, pero luego él ha jugado a un nivel muy superior, no he podido hacer nada. He ido remontando el vuelo y poco a poco le he hecho daño, metiéndole presión y agarrándome a la pista”, siguió. “He ido haciendo alguna jugada más hasta que el encuentro nos ha llevado al límite”.
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