Bajo la luz de artificial de los focos, y con las mantas extendidas en una grada medio vacía por el frío (menos de 10 grados) y la hora (más de las nueve de la noche), Rafael Nadal escapó de un partido desagradable para llegar a las semifinales del torneo de Montecarlo (6-4 y 6-4 a Diego Schwartzman), donde este sábado se enfrentará a David Goffin, sorprendente vencedor de Novak Djokovic (6-2, 3-6 y 7-5). A estas alturas, y sin ningún gran favorito en competición (Albert Ramos y Lucas Pouille se medirán en la otra semifinal), el campeón de 14 grandes lo tiene todo de cara para soñar con levantar su décimo título en el tercer Masters 1000 del año y comenzar la gira de tierra batida europea de la mejor forma posible. [Narración y estadísticas]
“Ha sido un día difícil”, reconoció el mallorquín a este periódico tras el triunfo, todavía vestido con la ropa que tenista y con el rostro cubierto bajo una gorra de béisbol negra. “No esperaba jugar en estas condiciones, pero uno tiene que estar preparado para las cosas. Mentalmente he estado listo para sufrir y aceptar que no era el día para jugar a un gran nivel, era un día para buscar soluciones en cada momento”, siguió el número siete del mundo. “Las he ido buscando, aunque por momentos no las he encontrado de ninguna manera. Lo positivo es que al final del partido sí las he encontrado: me he decidido a pegar mucho más con mi drive y he terminado varios puntos seguidos”.
A mediodía, poco antes de las 12 de la mañana, el español se marchó a calentar para preparar su partido de cuartos, programado en el cuarto turno de la central. Como la jornada acumuló un retraso tras otro (los tres encuentros anteriores se fueron todos al tercer set), Nadal y Schwartzman se encontraron jugando varias horas más tarde de lo que imaginaban, sin sol y con el termómetro muy por debajo de los grados que había alcanzado durante el día. Ante ese escenario, cada uno reaccionó como pudo, con más oficio que brillantez.
La salida en tromba de Schwartzman pilló con la guardia bajada a Nadal, que perdió su primer saque del partido en blanco y se obligó a reaccionar inmediatamente (break de vuelta y otro más para colocarse 4-1). El argentino, rapidísimo en los desplazamientos laterales, buscó imprimir un ritmo alto de entrada para suplir su estatura (1,70m) con una intensidad que el mallorquín tardó poco en igualar, obligado por el ímpetu de su contrario.
Con los oponentes jugando de tú a tú, normalizado el cruce tras el extraño arranque, Schwartzman tuvo momentos fantásticos que le valieron para devolver la igualdad al set (4-4) y poner a Nadal en un verdadero aprieto al resto (4-4 y 30-40). El argentino, que en los últimos meses ha progresado considerablemente (por ejemplo, con victorias ante David Ferrer en Miami o contra Roberto Bautista esta semana en Montecarlo) hasta alcanzar su mejor posición de siempre en la clasificación (41 mundial), jugó larguísimo durante todo el encuentro, atacando desde las dos alas de la pista.
La perseverancia de Schwartzman, indiferente al marcador (perdió la primera manga y arrancó con un 0-2 la segunda), encontró diana ganando cuatro juegos seguidos (de ese 0-2 a 4-2) y forzando a Nadal con sus tiros de lado a lado. El mallorquín le respondió de la forma que exigía el día: sin hacer nada espectacular, pero arremangándose para superar a su rival y alcanzar las semifinales en uno de sus torneos fetiches, donde por primera vez se encontrará con Goffin, cuando la lógica del ranking decía que allí le esperaría Djokovic.
“Goffin es el rival que me preocupa ahora mismo, no me preocupa si es más o menos complicado que Djokovic”, aseguró el balear. "He entrenado con él esta semana y sé que está jugando muy bien. Apenas cuenta con puntos débiles, tiene un revés fantástico y se mueve muy rápido. Tengo que intentar que no golpee en posiciones cómodas, pero va a ser complicado”.
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