Un día después de conseguir la victoria más importante de su carrera, Albert Ramos no se dejó llevar por el habitual conformismo que suele llegar tras un gran triunfo, y más si supone una novedad para alguien que no está acostumbrado. En otro partido sufrido hasta el extremo, el español derrotó 2-6, 7-6 y 6-2 a Marin Cilic y se clasificó para jugar las semifinales del torneo de Montecarlo, su mejor resultado de siempre en un Masters 1000. El sábado, y contra Lucas Pouille (6-2, 6-7 y 6-2 al uruguayo Cuevas), Ramos intentará dar un paso más y plantarse en la lucha por el título de campeón.
“Hoy ha sido diferente a lo que pasó con Murray”, aseguró Ramos tras la victoria, que le deja a las puertas del top-20 (21 ahora mismo). “Ayer perdí el primero, gané el segundo y empecé el tercero mal. Hoy no, hoy estaba jugando muy bien, ordenado y haciendo las cosas de la forma correcta”, aseguró. “Estaba nervioso, pero no ha sido por el miedo a ganar. Él se ha puesto a jugar increíble y me ha afectado un poco, pero luego al salvar la bola para 0-3 el partido ha cambiado”.
Como en el partido frente a Andy Murray, el número 24 mundial superó con holgura los golpes que fue encajando a lo largo de la mañana, que fueron bastantes. A un comienzo manso y controlado (6-2, 5-4 y saque por la victoria) le siguió un final apretado, porque Cilic salvó esa situación, le ganó el tie-break de la segunda manga, empató el cruce y se colocó 2-0 y bola para 3-0 sobre el servicio de Ramos, completamente hundido después de no coger la mano que le tendió la victoria y lamentarse durante media hora.
El español, sin embargo, volvió a demostrar que no rendirse tiene recompensa muchas veces, aunque otras no sea garantía de nada. Si con Murray salvó dos pelotas para 1-5 en la tercera manga y acabó venciendo, con Cilic anuló una que le habría dejado con 0-3 en el parcial decisivo, apretó los dientes y le ganó seis juegos seguidos a su contrario (de 0-2 a 6-2), superado por la garra y el empuje de un jugador con mil vidas.
Así, y aunque pierda en semifinales, el torneo de Ramos es de los que dejan huella y marcan un punto de inflexión importante. Antes de empezar la semana, el español había perdido 26 de 29 partidos con rivales del top-10. En Montecarlo, ignorando esta estadística y como si llevase haciéndolo toda la vida, ha ganado a dos top-10 consecutivamente (al uno y al ocho) para llegar a semifinales y certificar que lo suyo no es casualidad, ni mucho menos.
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