Rafael Nadal ya no juega en el Masters 1000 de París-Bercy. El viernes a mediodía, el número uno del mundo tomó la decisión de no disputar su partido de cuartos de final ante Filip Krajinovic y se retiró del torneo como consecuencia de los problemas que sufre en la rodilla derecha, los mismos que han estado presentes en segundo plano durante todo 2017 y los mismos que tras Shanghái le obligaron a renunciar a competir en Basilea. Entonces, el tenista dijo enfrentarse a una carga de estrés por la acumulación de partidos de toda la temporada. Ahora los síntomas son iguales, pero más agravados: Nadal tiene un fuerte dolor en la articulación que le limita en los desplazamientos, que dificulta sus apoyos y que le impide jugar con libertad, sin poder pensar en otra cosa y con miedo a hacerse daño.
“Es una decisión muy difícil para mí”, se arrancó el español en una conferencia de prensa convocada por sorpresa. “Retirarme de cualquier torneo es complicado, pero hacerlo en París, que es la ciudad más importante de mi carrera, es especialmente duro”, prosiguió Nadal, que buscó soluciones hasta el último momento para jugar contra Krajinovic. “Me voy con la tranquilidad de haber hecho todas las cosas que debía y de haberme esforzado por arreglarlo. Ayer por la noche hice un tratamiento para intentarlo, pero es imposible saltar a la pista en el mismo estado que contra Cuevas porque por momentos no podía moverme”.
En octavos, Nadal jugó sin poder apoyarse con normalidad desde el final de la primera manga, dando respingos y tieso como un palo. El uruguayo, que tardó en identificar las debilidades de su contrario, no fue capaz de aprovecharlas para celebrar la victoria, que milagrosamente se llevó el mallorquín, vendado desde el principio del tercer set para intentar ganar sujeción en la rótula y disminuir el dolor. No funcionó, pero el balear salió adelante y llegó a cuartos cuando ya se imaginaba haciendo las maletas para volverse a casa.
“El dolor durante el partido fue fuerte, pero no era el momento de retirarme. No me gusta retirarme en mitad de un encuentro”, explicó Nadal, que desde Roland Garros 2016 (muñeca izquierda) no se veía obligado a bajarse de un torneo que ya había comenzado. “Tal y como estoy, y siendo honesto con los organizadores, con mis rivales y conmigo mismo, no veo jugando tres partidos más aquí. Mi objetivo es tratar de ganar el torneo y si no tengo esa oportunidad no es buena idea seguir intentándolo”, dijo el campeón de 16 grandes. “Tuve un año largo, con muchos partidos. He llevado mi cuerpo al límite y estamos a final de temporada. Es normal que ocurran este tipo de cosas”.
Así, y tras retirarse de París, el reloj se ha puesto en marcha para Nadal: la Copa de Maestros de Londres arranca en nueve días (12 de noviembre) y la presencia del número uno en la última cita de la temporada es toda una incógnita. Algo, sin embargo, parece claro: el tenista no piensa tomar riesgos de ninguna clase para pelear por el único gran título que le falta en su currículo porque el objetivo real es no hipotecar su futuro haciendo sacrificios en el presente.
“Ahora voy a ver de nuevo a mis médicos y espero empezar hoy mismo el tratamiento, pero esto no va sobre Londres, es una cuestión a largo plazo”, avisó el español, que volará directamente desde París a Barcelona para visitar a Ángel Ruiz Cotorro, su doctor de confianza. “Voy a hacer el tratamiento que considero más seguro para seguir jugando al tenis el máximo tiempo posible”.
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