Copa de Maestras. Adiós también al de acabar la temporada como número uno del mundo. Adiós finalmente a 2017, el mejor año de su carrera cerrado con un sabor abrupto y amargo. El jueves por la noche, en un encuentro a cara de perro, Venus Williams le negó a Garbiñe Muguruza el pase a las semifinales del torneo que reúne a las ocho mejores jugadoras del curso en Singapur (7-5 y 6-4), se clasificó como segunda del Grupo Blanco para buscar una plaza en la final el próximo sábado y mandó a la española de vacaciones. [Narración y estadísticas]
“Hoy he jugado mejor que en el último partido, pero aún así ha sido insuficiente”, explicó la número dos mundial. “Da igual mi derecha, el saque, el revés… Simplemente, no he sabido ser tan definitiva, le he dado muchas oportunidades y esa ha sido la diferencia”, continuó Muguruza, que durante el encuentro cedió seis veces su servicio y cometió 32 errores no forzados. “Pero estaba intentando no frustrarme. He tratado de estar más calmada y concentrada para ver qué podía hacer. No me he notado fuera del encuentro en ningún momento, siempre ha sido apretado”, insistió. “Han sido algunos puntos clave y largos que han caído de su lado los que han marcado la diferencia”.
Muguruza había jugado sus dos partidos anteriores con manga larga, algo sorprendente porque bajo la cubierta del estadio la temperatura es muy agradable. Contra Venus, la española se quitó la chaqueta después del calentamiento, como si con ese simple gesto de arremangarse quisiera intimidar y marcar territorio, hacerle ver a su contraria que la paliza del otro día con la checa Pliskova fue un espejismo, que hoy concesiones ni una, que por tenis sí, pero por garra seguro que no.
La estadounidense, impávida ante la sorpresa como consecuencia de llevar casi dos décadas en el circuito en las que ha visto absolutamente de todo, tuvo de inicio una marcha más para ir sobreponiéndose a las adversidades del partido. Venus se fabricó las dos primeras bolas de rotura del encuentro (con 1-0 y 2-1), Venus perdió su saque (3-4) e inmediatamente lo recuperó (4-4) y Venus le birló al resto la primera manga a Muguruza, cuando la española ya estaba con la cabeza en el desempate. Eso le costó casi una hora, un peaje que debería haber sido demasiado alto para un cuerpo a punto de resquebrajarse.
La campeona de siete grandes intentó gestionar el tremendo desgaste de su partido del martes contra Jelena Ostapenko (3h13m) jugando a las líneas, mezclando riesgo y rapidez. A los 37 años, la estadounidense evitó correr el altísimo riesgo de exponerse a otro encuentro físicamente exigente que le quemase los pulmones y le consumiese las piernas, dos problemas difíciles de llevar a su edad. Venus, sin embargo, se encontró de frente con lo que no quería: otro pulso agotador, peleado y sufrido, tan apretado como los nudos que sostienen la suerte del pescador en alta mar.
Poco a poco, el cansancio fue frenando la determinación de Williams y el duelo se enfangó. Tres veces le rompió el servicio Muguruza para colocarse por delante en el segundo parcial (1-0, 2-1 y 4-3) y tres veces dejó escapar la oportunidad de desmarcarse porque permitió que su contraria reaccionase (break de vuelta para 1-1, 3-3 y 4-4) y retomase el control del pulso.
Así le le abrió la puerta para dejar paso al desenlace: Muguruza desmoronada (sacando para 5-3 en la primera manga y también para 5-3 en la segunda), Venus embalada (siempre con una vida más). Punto y final al 2017 de Garbiñe, pese a todo la mejor temporada de su historia.
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