Singapur acogerá por última vez la Copa de Maestras en 2018, antes de decir adiós al torneo y dejar paso para que otra ciudad albergue la cita que reúne las ocho mejores jugadoras de la temporada en la prueba más importante del calendario después de los cuatro torneos del Grand Slam. A día de hoy, y con las negociaciones todavía abiertas, Praga y Shenzhen dominan una carrera en la que también están San Petersburgo y Manchester.
Según pudo saber este periódico, la WTA considera que la promoción del torneo que ha hecho la ciudad de Singapur durante todo este tiempo (2014-2017, a falta de la última edición de la próxima temporada) ha sido insuficiente para conseguir el objetivo principal de promover el tenis femenino entre los aficionados locales, impulsando así la venta de entradas. En consecuencia, año tras año se han encontrado con las gradas medio vacías en un estadio que no es excesivamente grande (unos 10.000 espectadores), incluso en los últimos partidos de la semana, y han dejado de lograr beneficios mediante una de las vías principales para obtenerlos.
En un intento desesperado por renovar el contrato, el Gobierno de Singapur buscó convencer a los altos directivos del circuito femenino mostrándoles el gran interés que tienen por mantener la Copa de Maestras en la ciudad. En esas reuniones, Steve Simon (director ejecutivo de la WTA) y Micky Lawler (presidente) escucharon las promesas de mejora de los representantes del Estado, pero mantuvieron su postura con una respuesta clara: en este período de tiempo no han sido capaces de generar todo el interés que debería levantar un torneo tan importante y eso les obliga a mover ficha para preservar el valor de su joya de la corona.
Existe, además, otro condicionante importante. A diferencia de lo que ocurre con la ATP y la Copa de Maestros masculina, que volverá a celebrarse en el O2 Arena de Londres del 12 al 19 de noviembre, la WTA tiene un porcentaje bajísimo de participación en su evento. Mientras que la ATP se ocupa por completo de la organización y gestión del torneo, en la WTA es Lagardère (la prestigiosa agencia francesa de marketing y comunicación) la que realiza esa labor. Continuar en Singapur habría significado también seguir con Lagardère porque la renovación del contrato con la ciudad prorrogaba automáticamente el acuerdo con la agencia, que ahora queda en suspenso.
Así, con el duodécimo cambio de sede desde que la cita se inauguró en 1972 (en Boca Ratón), la WTA busca tres cosas: obtener una mayor rentabilidad económica, llegar a más público, y que eso se refleje en la asistencia, y hacerse con el control total de su torneo más preciado. Desafíos a la altura de una organización que ha crecido muchísimo en la última década sin dar un solo paso en falso.
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