Los dos mejores jugadores del mundo terminarán 2017 en la Copa de Maestros de Londres tras demostrar que se puede llegar a lo más alto gestionando el esfuerzo de formas muy distintas. Rafael Nadal, el número uno, ha competido en 17 torneos este año, ha jugado 77 partidos (67 victorias y 10 derrotas) y ha celebrado seis títulos. Roger Federer, el número dos, ha aparecido en 11 citas (seis menos que su máximo rival) y ha disputado 53 encuentros (49 ganados y cuatro perdidos) que le han servido para hacerse con siete trofeos, una cifra que no había alcanzado en mucho tiempo (desde que logró ocho en 2007). Con 31 y 36 años respectivamente, la legendaria pareja de contrarios ha evidenciado que se puede dominar con mano de hierro el circuito apostando por maneras tan distintas de correr como la larga distancia y la velocidad.
“Para mí, más que del rival que tenga al otro lado de la red se trata de otro tema: ya no puedo jugar 25 torneos al año”, confesó el suizo, que debutará el domingo por la mañana ante Jack Sock en el prestigioso evento que reúne a los ocho mejores del mundo. “Podría hacerlo, pero quizás el resultado no sería el esperado. El objetivo es estar sano y libre de lesiones. Este año he jugado mucho menos de lo que pensaba en un inicio, principalmente por el gran arranque de temporada que tuve, y no he tenido que forzarme al límite. Eso es algo genial”, siguió Federer. “Salvo la lesión de espalda de Montreal he podido estar prácticamente libre de problemas. Es todo lo que necesito en esta etapa”.
"No hay dos personas iguales”, le siguió Nadal, en declaraciones a Efe. “Ni Federer entrena como yo ni tiene el mismo calendario que yo; ni yo, quizás, pueda tener el mismo calendario que él. Porque las cosas que funcionan para uno no funcionan para otro. Cada uno tiene que hacer su camino. Evidentemente, es importante ver lo que ocurre alrededor y ver las cosas que se hacen bien y las cosas que no se hacen bien”, prosiguió el balear, que se estrenará en la Copa de Maestros el lunes por la noche contra el belga Goffin. “En este mundo inventar es muy difícil y copiar es más fácil. Uno tiene que intentar copiar las cosas de los demás que cree que le van a ir bien”, añadió. “Veremos qué pasa en el futuro. No sé si el calendario de Federer es factible para mí. Voy a hacer lo que mi mente y mi cuerpo me pida, que es lo que he hecho toda mi vida”.
Un gran parón y varios descansos pequeños han marcado la temporada de Federer. Tras un arranque de año fantástico, con títulos en el Abierto de Australia, Indian Wells y Miami, el suizo abrió un paréntesis de más de dos meses y medio, renunció a jugar toda la gira europea de tierra batida (Montecarlo, Madrid, Roma y Roland Garros) y se preparó a conciencia para la hierba, su parte favorita del calendario. Luego estuvo sin tocar la raqueta más de cuatro semanas (desde los cuartos del Abierto de los Estados Unidos hasta Shanghái) y se borró de París-Bercy hace unos días para preparar con garantías la Copa de Maestros, donde buscará un séptimo título de récord (tiene seis, más que nadie en la historia) con el que rematar su brillante curso.
Mientras Federer se dosificaba sin que eso le penalizase al volver a la competición, Nadal buscaba el tono adecuado acumulando partidos en las piernas. A diferencia del suizo, el español ha necesitado siempre jugar mucho para encadenar ritmo y volverse peligroso, y eso que en 2017 ha borrado tres torneos en los que tenía previsto participar (Rotterdam, Queen's y Basilea), casi siempre siguiendo el consejo de sus médicos para evitar problemas en un cuerpo maltratado por las lesiones, como la carga de estrés que sufre en el tendón rotuliano de la rodilla derecha desde la gira asiática.
“Cuando pretendes llegar al límite… ir al límite significa que normalmente sobrepasas lo saludable”, reflexionó Toni Nadal, tío y entrenador del número uno mundial. “¿Cómo va a ser sano subir el Tourmalet? ¿Cómo va a serlo jugar muchos partidos seguidos de fútbol, con los golpes que se reciben? ¿Y en tenis, forzando las articulaciones constantemente?”, se preguntó el técnico balear, que en Londres cierra su etapa en el banquillo de su sobrino para ponerse al mando del día a día en la academia de Manacor. “No sé si tan poco como Federer, pero esta es la línea que tenemos que seguir en los próximos años. Es cierto que el suizo tiene un juego muy rápido y necesita menos preparación. También lo es que nosotros hemos ido disminuyendo el número de torneos, pero me imagino que en las próximas temporadas Rafael acortará más su calendario porque no queda otro remedio”.
De momento, y antes de pensar en organizar 2018, Nadal y Federer juegan en la Copa de Maestros por el último título de la temporada después de enseñarle al mundo que se puede absolutamente ganar todo utilizando vías enfrentadas.
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