“Para mí ha sido una sensación increíble tras pasar por tantas lesiones”. El domingo, después de que Roger Federer le ganase a Jack Sock su primer partido en la Copa de Maestros (6-4 y 7-6) y antes de que Alexander Zverev resistiese a Marin Cilic (6-4, 3-6 y 6-4) en el encuentro que cerró la jornada, Rafael Nadal salió a la pista central del O2 Arena de Londres para recoger el trofeo que certificó oficialmente el logro que consiguió en el Masters 1000 de París-Bercy: acabar el año como número uno del mundo por cuarta vez en su carrera y redondear así una temporada mágica.
“Tener este título conmigo de nuevo es algo que no podía soñar hace un año y significa mucho para mí”, reconoció el mallorquín, que comenzó la temporada como número nueve mundial en el torneo de Brisbane y tras Cincinnati ya estaba en la cima. “Nada de esto hubiera sido posible sin mi familia y mi equipo. Muchos de ellos están aquí, otros no, y tengo que darles las gracias a todos por su apoyo en los malos momentos, porque todos han creído que cosas así pueden darse de nuevo y porque sin ellos no estaría donde estoy ahora", cerró Nadal, que en 2018 se enfrentará al desafío de defender su posición, algo que no ha podido hacer las otras veces que cerró el curso arriba (2008, 2010 y 2013).
“Es algo que a veces viene a mi mente y otras no”, le siguió luego Federer, que hasta hace unos días tuvo opciones de arrebatarle a su máximo rival la cima de la clasificación. “Pero él ha tenido más gasolina en el depósito que yo. No he podido jugar tanto como hubiera querido o hubiera planeado. Lo único que lamento es que me habría encantado estar más competitivo en la final de Montreal, en Cincinnati y en en el Abierto de los Estados Unidos, pero las cosas se evaporaron rápidamente después de que él ganase en Nueva York”, recordó el suizo. “De alguna manera estoy feliz de que lo lograra porque se lo merece”, reiteró. “Ahora estoy centrado en jugar este torneo y no teniendo que hablar de esto todo el rato”.
Eso es precisamente lo que ocupa las mente de los dos rivales a día de hoy: con el número uno ya en manos de Nadal, la batalla por ganar la Copa de Maestros es lo que alimenta de emoción la recta final de un 2017 inolvidable.
Noticias relacionadas
- Maestros en camilla, maestros por sorpresa
- Nadal y Federer, larga distancia contra velocidad
- Nadal y el umbral del dolor
- Nadal empieza a sacar
- Nadal, luz verde a Londres
- Nadal y Federer, dos mundos en Londres
- Dimitrov ya no se acuerda de Federer
- La carrera imposible de Sock: de París a Londres inesperadamente
- Carreño se queda fuera de la Copa de Maestros
- Y de la nada, Krajinovic a la final de París