La pista Arthur Ashe, durante un partido.

La pista Arthur Ashe, durante un partido. EFE.

Tenis

El US Open no aprende de sus errores: de los vómitos de Etcheverry al desmayo de Nishioka

El calor, la humedad y la contaminación convierten la atmósfera y los partidos del Grand Slam estadounidense en una prueba de supervivencia. Las medidas de la organización no palian las condiciones climatológicas. 

6 septiembre, 2024 08:00

El sol, la humedad y la contaminación son un ciudadano más de Nueva York. La Gran Manzana dejó de ser clasificada como zona climática continental en 2020. Desde entonces, se considera una zona subtropical. La canícula, prácticamente constante, ha desembocado en una atmósfera agobiante que de nuevo ha atrapado a los tenistas en el US Open

El suelo de sus instalaciones absorbe y escupe calor a los deportistas que vagan por las pistas con la camiseta lo más remangada posible. Los partidos en la Arthur Ashe se convierten en una prueba de supervivencia, al rival y las condiciones climatológicas bajo las que se disputan. "La que está cayendo", aseguraba Alcaraz durante un entrenamiento en Nueva York. 

Las toallas de hielo son el mejor compañero de viaje de los tenistas. Envueltos en ellas mitigan el impacto hasta que se despojan y cogen la raqueta. Thomas Etcheverry no puede más. En mitad de su partido ante su compatriota Francisco Cerúndolo, su cuerpo dice basta. El encuentro iba por la cuarta hora de juego con el quinto y último set avanzado cuando el argentino vomitó en el momento que se disponía a restar.

"Hasta que no pase algo no van a cambiar nada. Jugamos bajo unas circunstancias peligrosas, es muy difícil competir así. Había que hidratarse bien y tratar de tomar la mayor cantidad de sales y minerales para combatir el calor. Es más, me pasé tomándolas. Por eso vomité. Mi cuerpo no lo resistió", aseguraba Etcheverry en la rueda de prensa posterior. 

El argentino, no obstante, pudo terminar y acabó consiguiendo el triunfo. Al contrario que el japonés Yoshihito Nishioka, quien también había superado las tres horas y media de partido e iniciaba el último set cuando su cuerpo frenó en seco. Cayó al suelo desplomado debido a unos calambres provocados por el calor y la humedad. 

Djokovic, siendo atendido durante su partido de primera ronda en Nueva York.

Djokovic, siendo atendido durante su partido de primera ronda en Nueva York. Robert Deutsch Reuters

Su rival, el serbio Kecmanovic, acudió rápidamente y le ofreció agua mientras la jueza de silla solicitaba la presencia de los servicios médicos. Tras unos minutos de exploración sobre la pista, se anunció la retirada del tenista nipón. Los episodios provocados por el calor y la humedad extrema no son novedad en el US Open.

La edición pasada los tenistas alzaron la voz. "Hemos jugado en unas condiciones brutales. Creo que ha habido casi diez retiradas en el cuadro masculino", aseguraba Djokovic. "Un día morirá un jugador. No me queda piel en la nariz. Al llegar al vestuario me di un baño de hielo y fui a comer, tenía los niveles de azúcar bajos. Hay que cambiar esto", reclamaba Medvedev.

Medidas insuficientes

La ola de calor obligó a los miembros organizativos a sentarse con los médicos para hallar una solución. Una de las medidas para esta edición ha sido el rediseño de los techos retráctiles. Inicialmente diseñados para evitar retrasos por la lluvia, las marquesinas se utilizan por primera vez para crear sombra y proteger a los tenistas y espectadores del calor. 

El US Open utiliza el WetBulb Globe Temperature para medir el estrés térmico bajo la luz solar y cuando la temperatura supera los 30 grados, los techos del estadio se cierran parcialmente. Además, se ha consolidado la medida adoptada temporadas atrás de gozar de diez minutos de descanso entre set para los jugadores. 

La organización del torneo estadounidense introduce nuevas medidas, pero los tenistas continúan lidiando con el azote del calor. Especialmente los que compiten en las pistas exteriores, huérfanas de muros de contención para la canícula y la humedad. Un estudio reciente de AP sobre las temperaturas medias en los Grand Slam alerta de un peligroso incremento, con el cambio climático como canalizador. El US Open es el más caluroso del circuito. Arde Nueva York, pero sigue el tenis.