El Cultural

"¿El éxito? Que los directores de periódico y editores le paguen a uno"

Francisco Umbral

6 junio, 1999 02:00

Francisco Umbral es, pese a quien pese, uno de los grandes. El mejor prosista, capaz de desatar tormentas por un adjetivo. Polémico, salvajemente libre e indefenso, rehúye el combate literario. El viernes recibe el homenaje de la Feria del Libro de Madrid.

Pregunta: Le dan un homenaje la semana que viene. ¿No está demasiado vivo?
Respuesta: Un homenaje se lo hacen a cualquiera, no tiene demasiada importancia.
P: También ha obtenido el premio Príncipe de Asturias y el de las Letras. ¿El siguiente paso es la Academia?
R: Eso debería preguntárselo a los académicos.
P: ¿Se encuentra en la gloria que buscaba cuando llegó "al café Gijón" y luchaba por abrirse paso? ¿Ha llegado a "solemne"?
R: Yo no buscaba la gloria, sino un empleo en la literatura para no tener que ir a la oficina y eso lo he conseguido.
P: ¿Qué es el éxito para Francisco Umbral?
R: Que lo lea a uno mucha gente todos los días y sobre todo, que los editores y los directores de periódicos le paguen, porque el dinero es la metáfora de la aceptación social. Esa aceptación es el éxito.
P: ¿Y el fracaso?
R: Perdón. No lo sé, porque no lo conozco.
P: ¿Es un provocador amaestrado?
R: No sé si soy un provocador, pero no me siento amaestrado, me hubiera ido mucho mejor si lo hubiese estado.
P: ¿Se arrepiente o avergöenza de algo que haya hecho?
R: No me acuerdo, y para avergonzarme tendría que acordarme.
P: ¿Y de lo escrito? ¿Por qué?
R: No lo miro, ¡qué aburrimiento!
P: Escribió Cela en sus Memorias, entendimientos y voluntades que hay escritores que componen una carita muy triste para que los lectores se apiaden de ellos, pero que no es saludable que nadie tenga piedad con el escritor... ¿Usted por cuál de las dos posturas se decanta?
R: No es conveniente la autocompasión, es una postura indigna. En mis muchos libros de memorias, especialmente en Trilogía de Madrid no he buscado jamás la compasión, sino sólo contar la historia de un hombre.
P: ¿Por qué se le revuelven los cachorros que amparó?¿Qué le pasó con Juan Manuel de Prada?
R: Nada, al principio me interesaba lo que escribía, pero empezó a hacer libros y artículos que no me interesaban y él se dio cuenta.
P: ¿Dios no abandona a los buenos marxistas?
R: Eso lo dijo mi maestro Tierno Galván y sí, por supuesto, estoy seguro.
P: Fue usted uno de los niños de la guerra que comieron "la tajada del miedo". ¿Cómo se vence el miedo?
R: Pues eso, comiéndose la tajada, tirando para adelante.
P: ¿A qué tiene miedo hoy?
R: A nada, ahora lo que siento es aburrimiento.
P: ¿Qué opina del nacionalismo?
R: Los nacionalismos son muy malos, empezando por el español.
P: ¿De la guerra en los Balcanes?
R: Es una cosa que se ha inventado Solana para hacer carrera. Ahora va a ser señor Pesc, que es un cargo más bonito e importante.
P: Estamos en campaña. ¿Qué les desearía a los candidatos?
R: Según. A algunos, cosas muy malas.
P: Veinte años después de la transición, ¿qué ha quedado de tanta ilusión y tanto sueño?
R: Mucho desencanto, pero también hay que recordar lo que hubo antes de Suárez y González, y eso lo sabemos los viejos. Ha sido un cambio importante, duradero. No puede decirse que no haya pasado nada. La historia ha seguido su curso, y los hombres han pasado.
P: ¿Y qué libro, si es que ha quedado alguno?
R: La literatura y la política tienen poco que ver, aunque es muy sugestivo mezclarlos. Es mentira que no se escribieran cosas buenas en la Dictadura, que en algún momento podía incluso estimular la creación. Ahora hay distintos valores, distinta gente, pero por razones biológicas, no políticas.
P: Sigue usted tan libre e impertinente como siempre. ¿Por qué suscita tantos odios?
R: No sabía que suscitara odios, es usted quien me lo ha dicho. Yo suscito muchos saludos, muchos autógrafos, muchas cartas, muchos amigos conocidos y desconocidos. A los enemigos, como no tomo café con ellos, no los conozco.
P: ¿Por qué le acosan los gilipollas?
R: Tampoco sé que los gilipollas me acosen. Rehúyo las querellas, salgo corriendo. Soy poco etarra en ese sentido, rehúyo las polémicas literarias. Creo que esas peleas favorecen al periodismo, pero no a la literatura.
P: ¿Se siente prisionero de las imposiciones de su editor?
R: ¿En qué sentido?
P: En el ritmo de publicación de sus obras, por ejemplo.
R: No sé. Voy procurando hacerlo decreciente, porque uno tiene su público pero no hay que abrumarle.
P: Le definen como el mayor prosista del siglo, pero le discuten como novelista ¿por qué?
R: No lo sé, eso es cosa de los críticos. Yo hago lo que sé, y lo mejor que sé. Tengo la conciencia literaria muy tranquila. Y si miramos la historia literaria, ¿quién le iba a decir a Larra que sería recordado por sus artículos?
P: Escribió usted en Mortal y rosa que "hay una época en la vida en que uno decide ser sólo sus sueños" ¿Cuándo y por qué acabó para usted esa época?
R: Ese libro está escrito bajo un trauma muy fuerte, un trauma físico, psicológico,... bajo el efecto de las drogas que tomaba para escribirlo y para soportar el dolor, así que no puedo responder. El libro responde por mí.