James Casebere
En un primer acercamiento nos engaña, haciéndonos pensar que estamos ante una verdad arquitectónica, pero el "background" no son espacios reales sino construidos, maquetas que él mismo fabrica, dejando abierta la libre interpretación. Con la escala estafa a nuestros ojos, sus trampas lumínicas nos despistan, corrompiendo la realidad gracias a una fragmentación cinematográfica. De hecho, se vale de la construcción de Eisenstein y la lógica estructural de Jean-Luc Godard para sus imágenes narrativas. Alguna de sus obras más recientes, se alejan del aislamiento, aunque se acentúa la sensación de angustia al incorporar agua en la acción, imagen que parece ser prolongación del sótano del espacio gallego y que conseguirá atraparnos. Sus arquitecturas ganan en organicidad por el agua, como lo hacen las formas redondeadas de "Tunnels" ("Túneles"), las dos obras de aspecto más real.
En cuanto a lo formal, suprime lo superfluo hasta el punto de omitir todo rastro humano, asemejándose a simple vista a los productos minimalistas, que ocultan el trasfondo expresivo y teatral descubierto en una mirada más pausada. Esta sosegada contemplación nos permite ver un arte que funciona como Liturgia y un artista que despeja el terreno para abstraer los valores profundos que demanda un discurso sobre Dios