El Cultural

Antonio Colinas

”EL gozo puede ser, para el escritor, el comienzo de lo terrible”

27 febrero, 2000 01:00

Después de pasar veintiún años en Ibiza, Antonio Colinas decidió dejar de "vivir en los límites". Para contar esta historia "sutil y compleja" nace su Nuevo tratado de la armonía (Tusquets), que coincide en librerías con El crujido de la luz (Edilesa), suerte de memorias de la infancia del poeta leonés.

Pregunta: ¿Qué es El crujido de la luz?
Respuesta: Es el crujido que produce la nieve cuando se pisa; un crujido que abre la memoria.
P: En el libro, cuando Jano cierra los ojos "para extraer lo esencial de su pasado", no sabe "si el mensaje era de luz y de sombra". Ahora, ¿qué predomina en AC y por qué?
R: Quizá una dorada penumbra, fruto de la edad.
P: En el libro descubre cuáles eran los refugios de su infancia. ¿En qué y en quién se refugia hoy?
R: En la naturaleza, en el amor, en determinados libros. Nunca suelen decepcionar.
P: Explica que el primer libro clásico que recuerda haber leído fue la Odisea y que le ha acompañado toda su vida. ¿Cómo incitaría a un joven a su lectura?
R: En sus páginas aún florecen los mitos y los símbolos del mundo mediterráneo.
P: Al finalizar el libro escribe: "La vida ya no entraba dulcemente por los ojos sino que había que entrar en la vida". ¿Con qué resultados?
R: La vida tiene algo de jungla. El cruzarla depende del valor y de la fortuna de cada cual.
P: Los libros llevaron a Jano a la soledad. ¿La escritura cierra el círculo?
R: En efecto, escribir, además de una hermosa manera de estar solo, es una forma de dejar de estarlo gracias a los lectores.
P: ¿Es esa soledad una aventura terrible o gozosa y por qué?
R: Casi siempre gozosa, aunque -parafraseando a Rilke- el gozo puede ser, para el escritor de profesión, el comienzo de lo terrible.
P: Ha publicado Nuevo tratado de armonía. ¿Cree que ambos títulos son complementarios?
R: Sí, en la medida en que revelan un tipo de escritura inusual, a contracorriente.
P: ¿Qué ha cambiado para que escribiera la segunda parte del viejo Tratado...? ¿Y en usted?
R: Tenía que contar una "historia" muy sutil, muy compleja y dulce: la de vivir en los límites, el cierre de un ciclo en la isla que duró 21 años.
P: Abre el libro una cita de Swendenborg, "cuando el amor está presente, el hombre se enciende. Cuando está ausente, se enfría". ¿Cuál es la temperatura actual de AC? ¿Y la de nuestra cultura?
R: Quiero creer que ambas son temperaturas cálidas, que denotan una buena salud más que un estado de enfermedad.
P: "En todo proceso de iniciación hay un momento en el que se toca el fondo" ¿Lo ha tocado muchas veces? ¿Cómo se sale?
R: Creo que, en los últimos años, en tres ocasiones. En el Nuevo tratado se explican estos procesos de manera poética y gozosa.
P: ¿El azar y la mala suerte son algo inevitable y cierto?
R: Todo en la vida es dualidad, contrastes. A veces, terribles. La clave está en cómo anular esa dualidad armónicamente, con salud, saliendo indemnes.
P: El libro es una apuesta por un nuevo humanismo. ¿Cuáles serían sus claves?
R: Las del humanismo luminoso de siempre: Lao Zi, estoicos y místicos, Dante, Botticelli, Bach, Machado...
P: "La revolución del afecto solidario sigue pendiente". ¿Ve signos de que los tiempos estén cambiando?
R: Radicalmente, no. Aunque, aquí y allá, se ven semillas de esperanza, el alba de un tiempo nuevo. El ser humano siente una gran necesidad de liberarse de tantos poderes, de tanta mordaza material.
P: ¿Se siente más cercano al misticismo oriental o al occidental?
R: Todos los misticismos son -en esencia- los mismos. Desgraciadamente, los separan los dogmas de cada uno.
P: ¿Cómo nació esa fascinación en usted?
R: De una indagación en mi vida y en las lecturas que recibió respuesta, que maduró en una certeza tan real como lo más real.
P: ¿Es el amor la forma de la suprema armonía?
R: Seguramente sí, desde el amor "que mueve al sol y a las demás estrellas", hasta el de los cuerpos, la piedad, la contemplación.
P: "Lo más bello está cerca de lo más corrupto" ¿inevitablemente?
R: Basta con abrir los ojos (o los oídos) para apreciarlo.
P: Como salida cuando todo parece perdido propone "crear algo vivo" ¿Y cuándo no es posible?
R: Paciencia, cerrar los ojos y esperar que entre las cejas surja la "llama" salvadora.
P: ¿Es la vuelta a la naturaleza el camino para sobrevivir en este mundo cada día más ruidoso?
R: Pudiera ser. Desde luego el desarrollo insaciable, el riesgo nuclear, los mares moribundos o el Danubio con cianuro no nos conducen a nada bueno.
P: A veces nos enfrentamos a problemas que no podemos resolver con la razón ni con el corazón. ¿Qué hacer entonces?
R: Tomarse un vaso de buen vino, respirar correctamente, nadar, contemplar el temblor de los árboles. Seguramente cosas muy sencillas y asequibles.
P: "Soñar que seguimos una vida sin caminos, es decir, una vida plena". ¿Y si no es posible?
R: Nada se pierde por intentar la vía "interior", que es la vía plena, la "senda" corta de Juan de Yepes.
P: Acaba de presentar una Antología de poesía italiana (Espasa). Es además uno de los grandes especialistas en Leopardi. ¿Qué es lo que más le interesa de este poeta? ¿Qué poema recomendaría?
R: Que sintió y razonó su vida con valor y desgarro. Dos poemas: "El infinito" y "Los recuerdos".
P: Usted es un autor nada convencional, muy ajeno a modas. ¿Cuál es su secreto?
R: Creo que seguir siendo fiel a una "voz" que escuché, en mi interior, en mi adolescencia.
P: ¿Existen muchos falsos prestigios en nuestra poesía?
R: Es opinión generalizada que hay escritores con imagen, pero sin obra y escritores con obra, pero sin imagen.