El Cultural

Luis García Montero

"Quizás los de la experiencia hemos tocado algún nervio poético..."

31 mayo, 2000 02:00

Hacía tiempo que el patio poético no estaba tan agitado. Los viejos novísimos, los de la diferencia y algunos críticos la han tomado con los de la experiencia, con Luis García Montero sin ir más lejos, que dice no recordar "tanto insulto desde el griterío contra los románticos". Sin perder la calma, eso sí, acaba de publicar El sexto día (Debate), en el que estudia la relación de algunos poetas con la intimidad.

Pregunta: ¿Qué es El sexto día?
Respuesta: A través de la poesía, he querido estudiar la "fábrica del yo", la idea que el ser humano ha tenido de sí mismo, desde las servidumbres de Berceo hasta la crisis vanguardista de Cernuda.
P: ¿"Nuestro placer de lectores es consecuencia de una falsificación verdadera"?
R: El lector elabora con sus propias imaginaciones la obra que el autor le ofrece. La verdad, en el arte, no está en los puntos de partida sino en los de llegada. Se trata de una construcción.
P: ¿Tienen razón quienes denuncian las ausencias de su obra?
R: En el prólogo y en la contracubierta del libro se explica que no pretendo hacer una "Historia de la poesía". Me he limitado a estudiar a algunos poetas de primerísima fila, y en su relación con la intimidad.
P: ¿Quién falta y quién sobra?
R: Todos los estudiados son magníficos poetas. Podía haber escogido a otros cien. La poesía española es riquísima.
P: ¿Por qué asegura que éste es un libro de frontera?
R: Como exige todo buen ensayo, según escribió Hume, he querido situarme entre la erudición y las conversaciones con ojos de historiador y pasión de lector.
P: ¿En qué tradición poética se reconoce García Montero?
R: Como lector, disfruto de muchos tonos. Como poeta, busqué mi voz en la poesía de reflexión moral, intentando utilizar singularmente el lenguaje heredado de los clásicos.
P: ¿Por qué ha elegido a Berceo?
R: Porque quería comenzar estudiando el yo de los siervos medievales, que cifraban su orgullo en la voluntad del Señor.
P: ¿Y a Garcilaso?
R: Es la palabra del humanismo, la reivindicación de la dignidad subjetiva. Esta misma individualidad se llevó después a muchas laderas. San Juan, por ejemplo, la llevó hasta la religión.
P: Dice de Quevedo que es un poeta grande, "incómodo y coherente"...
R: Quevedo se humilla como individuo, porque añora el organicismo de la sociedad aristocrática.
P: ¿En qué radica al ambigöedad del soneto "Amor constante...."?
R: Los versos mezclan límites, desautomatizan, invierten tradiciones, implican varias cosas a la vez.
P: ¿Dónde empieza la literatura y acaba lo autobiográfico?
R: Si todo poema supone la transfiguración de un yo biográfico en un personaje literario, en este caso queda más claro porque el soneto pertenece a un cancionero, a una convención estética.
P: Tercia usted en la polémica sobre el final del soneto. ¿Cuál es su solución y cómo la justifica?
R: Creo que hay motivos poéticos e ideológicos para respetar el "dejarán" de El Parnaso español y de Las tres musas. En cualquier caso, aclaro que siento gran admiración por José Manuel Blecua.
P: ¿Cree que Juan Melénez Valdés tiene más valor que Espronceda o Rosalía de Castro?
R: Personalmente valoro más a Rosalía. Estudié a Meléndez para analizar la intimidad ilustrada y a Espronceda para indagar en el yo romántico. Tuve que elegir entre Bécquer y Rosalía para señalar el inicio de la poesía contemporánea.
P: ¿En qué radica la modernidad de Bécquer?
R: Bécquer cumplió en España el papel de Baudelaire en Francia. Descubrió la velocidad, la ciudad y el heroísmo, la épica íntima, del artista moderno.
P:. Del 98 elige a Machado...
R: Me interesa su reflexión sobre la subjetividad simbolista y su empeño en buscar una alternativa poética.
P: ¿Por qué Cernuda y no Alberti o Lorca?
R: ¡Sobre Lorca y Alberti había escrito ya tanto! Cernuda es un poeta muy significativo en los nuevos rumbos de la poesía española.
P: ¿Qué relación tienen la ética y la poesía?
R: La poesía es para mí una reivindicación del individualismo moral, de la soledad vinculada.
P: ¿Qué papel le deja usted al lector?
R: El poema es una geografía intermedia, la fijación de un espacio y un tiempo. El poeta se inventa un lector y el lector se inventa un poeta.
P: ¿Ha logrado su propósito de aprender a leer "con ojos de otros"?
R: También aquí lo importante es la conciencia del viaje. El historiador de la literatura intenta descubrir el sentido de las palabras del pasado sin proyectar sus propios códigos.
P: ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de la respuesta de la crítica ante el libro?
R: Por lo menos hay dos críticos que se lo han leído. Esa es la mayor sorpresa.
P: ¿Por qué los poetas de la experiencia siguen suscitando tanta animadversión?
R: Quizás hemos tocado algún nervio poético. No recuerdo tanto insulto desde el griterío contra los románticos.
P: Las polémicas literarias le parecen ¿innecesarias, útiles, insignificantes, anecdóticas...?
R: La discusión intelectual es útil. Los insultos y las pataletas, no.
P: ¿Quién más alto grita tiene más razón?
R: La razón siempre la dan los buenos libros y los argumentos.
P: ¿Existen muchos falsos prestigios en nuestra poesía?
R: Prefiero hablar de la capacidad de admiración. La poesía me ha enseñado a dudar de mí mismoj y a admirar a los demás. El placer de la lectura poética es un ejercicio de admiración.