Image: Salvador Pániker

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El Cultural

Salvador Pániker

“Cada cual tiene que construir su propia ideología/religión a la carta”

20 septiembre, 2000 02:00

Salvador Pániker, por Gusi Bejer

Hijo de padre indio y madre catalana, Salvador Pániker acaba de publicar Cuaderno amarillo (Areté), un diario a vueltas con la filosofía, la vida y la religión en el que refleja su preocupación por conciliar mística y modernidad. También
su vitalidad, y esa curiosidad intelectual que le rejuvenece.

Pregunta: ¿El color de las tapas es lo único amarillo de sus cuadernos?
Respuesta: Hay también algún momento hepático.
P: ¿Por qué empieza en el 93 y termina en el 94, retocando "más de un pasaje"?
R: Porque seguirán nuevas entregas. éste es el primer tomo de mi particular A la recherche du temp perdu.
P: Explica que con él construye una cierta escultura: ¿se parece más a una de Miguel ángel o a Giacometti?
R: Mi libro es una escultura metafórica, la recapitulación de todo lo que he aprendido en la vida. Nada que ver con Miguel ángel, más bien con Giacometti.
P: ¿Cuál es, en dos líneas, "su" filosofía de la vida?
R: El arte de vivir aquí y ahora.
P: ¿Por qué sus escarceos con la trascendencia resultan más escabrosos que las historias de amor?
R: Por la misma razón por la que me resulta más obsceno un obispo hablando de Dios que un novelista hablando de sexo.
P: Ha escrito otros libros de memorias: ¿para cuándo unas memorias completas?
R: No habrá memorias completas. Ya sólo soy capaz de escribir mi diario.
P: Si sólo existe este día y esta hora ¿qué sentido tiene recordar todas las de un año de hace siete?
R: Es que no las recuerdo, sólo reproduzco lo que escribí en su día; siempre es aquí y ahora.
P: ¿Qué es necesario para que un año dé para tanto?
R: Tener muy viva la curiosidad intelectual.
P: Defina en dos líneas quién es para usted Aristóteles.
R: Es el fundador de nuestros hábitos de pensar.
P: Jung.
R: Alguien que descubre que no se puede vivir desconectado del mito.
P: Einstein.
R: Un genio revolucionario y a la vez conservador, heredero de Pitágoras, de Spinoza y de Newton. La gravitación es la geometría, la materia condiciona el espacio-tiempo.
P: Descartes.
R: Un hombre tranquilamente audaz que transmuta al individuo en sujeto, reduce la geometría al álgebra y combina filosofía y autobiografía.
P: Proust.
R: Es el ejemplo más refinado de escritor subjetivo; A la recherce es una autobiografía, aunque no sea un roman à clef.
P: Freud.
R: Junto a Nietzsche y Marx, es el tercer padre de la cultura de la desconfianza. Todos explican que la conciencia no es más que la minúscula punta emergente de un iceberg.
P: Sartre.
R: Un apostol de la libertad, aunque políticamente se equivocara en todo.
P: Senillosa.
R: Tuvo una muerte poco gloriosa.
P: Vázquez Montalbán.
R: Un buen chico comunista, no del todo reciclado.
P: Raimundo Pánikkar.
R: Un intelectual profundo empeñado en salvar una institución tan moribunda como la Iglesia Católica.
P: ¿Ha encontrado la respuesta a lo que plantea sobre el amor, se ama siempre al amor...?
R: Lo único que puedo decir es que el amor es un fenómeno tan poco frecuente como la explosión de una supernova.
P: ¿La razón también es magia?
R: Es que todo es magia.
P: ¿En qué consiste ese nuevo arte de navegar, esa nueva magia, ese nuevo instinto ...?
R: En conciliar creatividad y mística.
P: ¿Con qué ciudad, con qué amigo, con qué instante de ese 93-94 se queda?
R: Ciudad, París; amigo, J. X. que no es amigo, sino amiga; instante... cualquiera.
P: Una receta para encontrar el silencio.
R: Las recetas ya son ruido.
P: Para alcanzar la felicidad.
R: No buscarla.
P: Otra contra la vulgaridad.
R: No hacer concesiones, o hacer las mínimas.
P: ¿La globalización es tan peligrosa como dicen?
R: Hay que distinguir entre globalización y neoliberalismo, que son dos cosas muy diferentes. La globalización es el nuevo marco para la autorregulación mundial. No creo que conduzca a la uniformidad ni atente a la ecología. Lo indispensable es el control político de la economía globalizada.
P: ¿El fundamentalismo es la mayor amenaza de nuestro tiempo?
R: Es una de las amenazas, porque es una respuesta simplista al desafío de la complejidad y la incertidumbre.
P: ¿Y el nacionalismo?
R: El nacionalismo es también una forma de fundamentalismo, claro está. El nacionalismo es una religión decimonónica condenada a la extinción. Otra cosa son las indispensables raíces locales pero que cada vez se dan más híbridas.
P: ¿Qué cree que nos ha enseñado el siglo XX?
R: Nos ha enseñado a no absolutizar. Nos ha enseñado que cuando se entonan las grandes palabras con mayúsculas, comienzan los crímenes.
P: ¿Y a usted ese año 93-94 que retrata en su libro?
R: A mí me ha ratificado en la idea de que cada cual tiene que construir su propia ideología/religión a la carta.
P: ¿Cuál es la mejor manera de mejorar el mundo?
R: No intentar mejorarlo. Nada más peligroso que querer salvar al mundo. Ahí soy completamente taoísta y partidario del wu-wei, la quietud creativa.
P: ¿Y a uno mismo?
R: Parafraseando a Baudelaire, hay que ser creativo sin interrupción.
P: ¿Cómo se puede ser al mismo tiempo moderno y místico?
R: Eso tiene que ver con un concepto fundamental de mi filosofía: la retroprogresión, que no puedo resumir en dos palabras. Sólo diré que se trata de unir los dos grandes legados de Oriente y Occidente.