En sus trece
Clarín inédito: poemas
13 junio, 2001 02:00Leopoldo Alas, como Ana Ozores, escribió poemas en su juventud. Sólo unos pocos se publica- ron en revistas de la época -reproducimos dos aparecidos en El Eco del Nalón-, quedando la mayoría inéditos; de ellos entresacamos una romántica evocación de la propia muerte y una sátira al carlismo. El Clarín de la madurez sólo cultivó, y en contadas ocasiones, la poesía satírica como en este "Nego supositum", también inédito, que publicamos en esta página.
Mi muerteSi el cielo bondadoso me dijera
¿cómo quieres morir?
escoge tú la muerte que prefieras,
le contestaría así:
Quiero que sea en el sereno otoño,
cuando un rayo de sol
ilumine las hojas amarillas
y cante un ruiseñor
que en el bosque olvidó la primavera,
su postrera canción.
Quiero morir como en otoño muere
de Natura el vigor,
no quiero ver la muerte hasta tenerla
dentro del corazón.
Como el ave en la rama morir quiero
cantando al expirar,
y que llegue hasta el fondo de las almas
mi canción inmortal,
que atraviese los aires y penetre en el
seno de Dios...
y quiero que al morir selle mis labios
el beso del amor,
el beso de una rubia a quien adoro,
la más hermosa en que se mira el sol.
Si el cielo me negara esta ventura
pidiérale morir
en medio de sangrienta primavera,
escuchando el clarín,
el ruiseñor que canta en las batallas
el estrago sin fin.
Pidiérale morir en primavera de guerra,
entre el horror
de las rosas sangrientas que brotaran
de herido corazón.
También del mío, atravesado, roto,
brotaría una flor,
roja flor de la muerte, flor sangrienta,
pero entonces ¡oh Dios!,
al caer del caballo entre los muertos,
al punto de expirar,
quisiera que los labios me sellara
con un beso inmortal
de los seres celestes el más santo
¡la hermosa libertad!
La mujer de piedra
¡No te muevas! Así, viva figura
de la pasión que siento,
tú pudiste mostrar en escultura
la flor del sentimiento.
Imita tu cabeza encantadora,
sobre el pecho caída,
la actitud humillada del que adora
¡qué bien, qué bien fingida!
¡No me miréis! jamás el mármol frío
imitó la mirada...
Para ser una estatua, ídolo mío,
ya no te falta nada.
(30 enero 1878)
La protesta eterna
Ensoñaba un brahmán en la pagoda
al pueblo soñador y entristecido,
que era del hombre la existencia toda
a manera de un árbol invertido.
"Las ramas, les decía, por el suelo
se arrastran, son hermosas, pero mueren;
las raíces, que suben hasta el cielo,
de Brahma al pecho con amor se adhieren".
Luego, al salir del templo, dos amantes
decíanse, abrasándose a miradas:
"No es verdad, catos sabios tan pedantes
hablan de muchas cosas ignoradas".
"No es verdad, atengámonos al hecho;
nosotros dos vivimos muy felices,
y tiene cada cual dentro del pecho
de la vida del otro las raíces".
(22 enero 1878)
Nego supositum
Entre las varias
extraordinarias
cosas que busco
por los diarios,
nada más chusco
que los rosarios
-pues, de la aurora
con que se zurra
hora tras hora
la gente nea
de Monte-jurra
que se apalea
que se hace añicos
muy santamente
y mutuamente
a los hocicos
del contendiente
dispara burlas
y excomuniones
(aquí son santas
otras razones)
no hay más probanza
de la doctrina,
esta es la usanza
de la boína.
Azota el siglo
-que es un vestigio
más que futuro
duro que duro
las carnes flacas
de los Pidales,
y estas urracas
sentimentales
con mucha maña
sin escarceos
desde la España
se hacen los neos
entreverados
de pensadores
de alto coturno
y a lo moderno
(quieren un turno
para gobierno)
pero no vale,
que el Siglo sabe
con "quanta cura"
y otros latines
-que se procura
para estos fines
los entreteje
como una araña,
prueba a "la España"
que es hasta hereje
mas Pidalejo,
chico de chispa casi de ciencia,
[ilegible] se crispa
con su influencia
gracias a Moreno
que le hice bueno
lo que antes dijo
y alegre queda.
¿Quién desenreda
tal armadijo
CLARíN
Clarín, acaso el crítico literario más respetado y temido de su tiempo, reflexionó también sobre el oficio de escritor, los secretos de la novela y de la crítica:
"Lo que necesita el novelista es ser buen gramático, no en el sentido de respetar hasta lo excesivo las meticulosidades de los desocupados académicos, sino en el de conocer bien el genio del lenguaje nacional y los tesoros de su diccionario. Cuando se saben muchas palabras y se ha pensado reflexivamente en su significado, es posible llegar a la exactitud y a la concisión, que tanto sirven para dar al estilo elegancia, verdad, relieve, fuerza, sus principales y más sólidas bellezas".
"La crítica propiamente literaria, la que juzga, la que empieza a ser despreciada por la llamada crítica científica, lejos de morir, revive, se transforma, se extiende y llega a ser preocupación muy seria de los mismos ingenios creadores, y de los filósofos, y de los sociólogos, y de cuantos tienen, por un concepto o por otro, que atender a la vida del arte".
"Es preferible el novelista que produce la ilusión de la realidad en tal grado que el lector olvide el medio literario por el cual se le comunica el espectáculo de la realidad imitada, y piense que directamente asiste a los sucesos que se narran en el lugar en que se suponen. Las más patéticas escenas, los más correctos rasgos de carácter de las novelas más famosas están expresados en ese estilo que recomiendo, sencillo, severo, exacto, fuerte, en el cual la retórica no es más que un medio y no un fin, como en la oratoria clásica".
"Si a mí me han llamado crítico y hasta erudito, y cosas así, no tengo yo la culpa. A otros se lo llaman, y tampoco lo son. Sin embargo, entendámonos: si crítico es el que juzga por sí mismo y no habla de los libros sin leerlos, y no comulga con ruedas de molino, y tiene su malicia literaria en su armario, crítico me soy"
"Con motivo, triste motivo, de las últimas vacantes de la Academia, se ha hablado de multitud de candidatos para llenar esas plazas... y hasta se ha hablado de autores ilustres que no han escrito ningún libro, o han escrito alguno muy malo, cuya revisión sería cosa de verdadera gracia"
"Entre nosotros [...] por una debilidad de funestas consecuencias, se deja que entre cualquiera en el ruinoso templo de la fama y que se arrincone en cambio el mérito verdadero, o por cábalas de la envidia o por el hastío de los necios [...] Críticos hay entre nosotros que muestran grandísimo talento en todo menos en aplicar justicia distributiva a los autores"
CLARíN