Image: álvaro Fernández Armero

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El Cultural

álvaro Fernández Armero

“El cine es lo único que da sentido a los fracasos sentimentales”

23 septiembre, 2004 02:00

álvaro Fernández Armero, por Gusi Bejer

álvaro Fernández Armero (Madrid, 1969) se dio a conocer con el corto El columpio, en el que Coque Malla y Ariadna Gil protagonizaban un romance imposible en el andén del metro. Debutó en el largometraje hace diez años con la comedia Todo es mentira, a la que siguieron Brujas y Nada en la nevera, revelándose como un gran director de actrices. Su trabajo El arte de morir dejó claro que el thriller no es lo suyo, y ahora vuelve a la comedia romántica con El juego de la verdad.

Pregunta: ¿Qué ha sentido esta mañana, en el pase de prensa, cuándo el público se reía con la película?
Respuesta: He recordado la razón por la que me dedico a hacer comedia.
P: ¿Diría que esta es su comedia más sofisticada?
R: Sí, era una de las premisas fundamentales. Tenía que ser una comedia diferente a las que había rodado hasta entonces. Supongo que tiene que ver con el hecho de que hace pocos años no sabía cómo funcionaba el microondas, y el otro día me descubrí comprando una aspiradora ecológica anti ácaros.
P: ¿De qué maestros ha aprendido a hacer cine?
R: Todavía soy un estudiante primerizo. Pero de mayor me gustaría ser como Woody Allen, Billy Wilder o François Truffaut.
P: ¿Y en quiénes se ha fijado para esta película?
R: He tenido en la cabeza la comedia inglesa actual, que está llena de glamour y de personajes muy interesantes y cercanos.
P: Voy a ser un poco impertinente: ¿El juego de la verdad sería posible sin El otro lado de la cama?
R: En lo que a mí respecta sí. Pero seguro que ha creado un interés en el público y la industria sobre ese estilo de comedia. Un interés que antes no había.
P: Si El juego de la verdad tuviera tanta promoción y se estrenara con las mismas copias que Mar adentro, obtendría resultados similares en taquillas. ¿Verdad o mentira?
R: Una de mis aspiraciones en el mundo del cine es no hacerme ese tipo de preguntas.
P: ¿Por qué?
R: Porque el exceso de ego es algo muy chungo. Quiero creer que si una película conecta con el público, de una manera u otra, acaba encontrándolo. Claro que es posible que esté horriblemente equivocado.
P: ¿El miedo al compromiso que siente Alberto en la película es una enfermedad de nuestros días?
R: Absolutamente. No nos comprometemos con nuestras parejas, ni con nuestro trabajo, ni amigos, pero curiosamente sí lo hacemos con nuestro banco. Yo ahora mismo tengo un compromiso de treinta años. ¿No sería estupendo llevar nuestra fidelidad a la banca a otras facetas de la vida más importantes?
P: Alcanzar la treintena: ¿Un principio o un final?
R: Creo que todo es siempre un principio de algo.
P: ¿Cree que las cadenas de supermercados tomarán ejemplo de la película para vender más productos?
R: Lo dudo. Pero seguro que comprar sería una actividad mucho más divertida.
P: ¿La ironía y el cinismo son los mejores aliados de la comedia?
R: En mi caso sí. Necesito de ciertas dosis de cinismo para encontrarme a gusto. Claro que nunca pensé que llegaría a rodar en una iglesia, y en esta película lo he hecho.
P: Si pusieran plazo a su existencia, como ocurre con Ernesto, ¿cuál sería su último deseo?
R: Que los médicos se hubiesen equivocado en el diagnóstico.
P: ¿Para quién hace las películas?
R: Creo que las hago para no sentirme solo. Y también para ver si el mundo de la publicidad se fija en mí como director de spots eficaz, limpio y educado.
P: ¿Cuál es la mayor responsabilidad de un director de cine?
R: Sobre todo, dar seguridad al equipo y a los actores. El problema es que si uno tuviera seguridad no se dedicaría al cine, con lo cual la tarea no es del todo sencilla.
P: Explíqueme en pocas palabras qué es el cine...
R: Para mí, lo único que da sentido a los fracasos sentimentales.
P: En la película, todos los personajes buscan su verdad por el camino de la mentira. ¿Es así como funciona nuestro mundo?
R: En una película de Woody Allen, un personaje le preguntaba a otro por el sentido de la vida, y éste le contesta: ¿Y cómo lo voy a saber, si ni siquiera sé cómo funciona un abrelatas? Me parece una de las frases más sabias de la historia del cine. Pues eso, que uno ya no sabe lo que es verdad ni lo que es mentira.
P: Todo es mentira y El juego de la verdad. En el fondo, ¿no significan lo mismo?
R: El juego de la verdad cierra un ciclo que comenzó en Todo es mentira.
P: ¿Es el sexo la mejor excusa para mentir?
R: Desde luego, es bastante recurrente. El sexo tiene una relación muy directa con la inseguridad. Y la mentira es muchas veces un bálsamo contra la inseguridad.
P: Seamos moralistas: ¿Cuándo está justificado mentir?
R: Cuando no aportas nada bueno diciendo la verdad.
P: ¿Y cuándo es mejor callar la verdad?
R: Cuando lo que pretendes es ensanchar tu ego.
P: ¿Miente con frecuencia?
R: Mentiría si dijera que no.
P: El Gobierno prometió "afectos especiales" para el cine. ¿Qué tipo de "afectos" propondría a la ministra?
R: ¿Estamos hablando de política?
P: ¿Ha notado algún cambio desde el "cambio"?
R: Es pronto para saberlo. De momento, buena voluntad, que no es poco.
P: Tengo entendido que nunca ha jugado al juego de la verdad. Y este cuestionario... ¿qué es?
R: Una artimaña muy inteligente por parte del periodista para que el entrevistado se suelte de la lengua sin darse cuenta.