Image: Ricardo Darín vuelve con Art

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El Cultural

Ricardo Darín vuelve con Art

“Todavía no me he vuelto loco buscando la belleza”

17 marzo, 2005 01:00

Ricardo Darín, por Gusi Bejer

Ricardo Darín (Buenos Aires, 1957) vuelve a Madrid -desde mañana en el Teatro Fígaro- con Art, el texto de Yasmina Reza con el que repite temporada tras su éxito de hace dos años en el Infanta Isabel. La versión de este montaje, al que no le han faltado "competidores" escénicos como el de Flotats, arrancó su periplo en Argentina en 1998 y ha supuesto la consagración de Darín en las tablas españolas. Mientras, en la gran pantalla, espera el estreno de El aura, de Fabián Bielinsky (Nueve reinas), y tiene en proyecto comenzar el rodaje de La señal, dirigida por Eduardo Mignogna y coprotagonizada por Javier Bardem.

Pregunta: Desvéleme el secreto de Art.
Respuesta: Su inteligencia. Es una obra escrita con ironía y con un gran sentido del humor. Además, trata un tema de lamentable vigencia que es la intolerancia entre los seres humanos.
P: ¿Podría decir que Art es un claro ejemplo de postmodernidad?
R: Sí, a pesar de que trata cosas muy clásicas. Las tres posiciones que se plantean sobre el conflicto en el escenario son de una larga data. No estamos inventando nada nuevo. Quizá la clave está en el enfoque.
P: ¿Sería lo mismo la obra si en lugar de un cuadro en blanco fuera un Durero?
R: No creo. La autora, hábilmente, elige un segmento de la plástica que se presta mucho a la polémica, que era lo que necesitaba. Una zona tan amplia de discusión que permitiera seguir el conflicto.
P: ¿Cree que existe un canon para el arte?
R: Hay quienes sostienen que sí. Yo creo que uno debe preservar la libertad y el derecho de sentir y apreciar las cosas como le plazca... o como pueda.
P: ¿Y para las relaciones humanas?
R: Sí, teniendo en cuenta que para las relaciones humanas establecería un orden de prioridades. Y arriba de todo estaría el respeto y la comprensión. Deberían ser inalterables. A partir de ahí se puede construir. Sin estas prioridades surge la tendencia a la destrucción.
P: ¿Estaría dispuesto a perder un amigo por empeñarse en llevar la razón?
R: No, de ninguna manera.
P: ¿Cree que esta obra recupera la dialéctica perdida en la sociedad actual?
R: No sé si la recupera. Sé, sin embargo, que hace alarde puntilloso de la importancia que tienen las palabras. La diferencia entre cómo se dicen, cómo se pronuncian.
P: Después de tantos años de representación, ¿cómo conecta el contenido de la obra con la realidad de cada momento?
R: El conflicto que se plantea sobre el escenario con los tres estereotipos de los tres personajes de la obra se puede trasladar a cualquier vínculo humano que se quiera elegir. En cualquier zona de la sociedad.
P: ¿No considera un tópico pensar que cada obra aporta algo nuevo?
R: Es así. Es una obra que, si bien es cierto que es muy rigurosa en su estructura y en su texto -que es inalterable-, depende en gran medida de lo que cada uno de nosotros ponga, tanto los actores como la audiencia.
P: ¿Cómo definiría entonces el papel del espectador?
R: Como un papel activo. Muchas veces se piensa que el papel del espectador en su butaca es el de observar. No es así. Más allá de las funciones vitales como respirar y demás, el estar en una misma frecuencia con lo que está ocurriendo en el escenario lo convierte en una parte muy activa del espectáculo.
P: ¿Lo considera su mejor trabajo en el teatro?
R: Contestar a esa pregunta sería muy pedante por mi parte. No estoy en condiciones de decirlo. Sólo puedo decirle que estoy muy contento con mi trabajo y con el de mis compañeros. Creo que hacemos un buen equipo.
P: ¿Qué le diría Ricardo Darín a Iván después de tanto tiempo juntos?
R: Le agradecería que a partir de su aparente liviandad me haya enseñado tantas cosas profundas.
P: ¿Y a Sergio?
R: También le agradecería esa mirada esperanzadora, renovada y moderna pero que cuide un poco la soberbia.
P: Entre nosotros, ¿no se ahoga nunca en alguno de los monólogos?
R: Sí, una vez me ocurrió y casi me desmayo. Tenía un problema en la cabeza... y, bueno, el monólogo requiere absoluta concentración. Me quedé sin aliento.
P: ¿Cree que el ser humano puede llegar a volverse loco buscando la belleza?
R: Ha ocurrido, de modo que puede volver a ocurrir. A mí todavía no me ha sucedido.
P: ¿Qué Darín disfruta más, el de las tablas o el de la pantalla?
R: El mayor placer para un actor es el escenario. Eso no significa que uno no pueda disfrutar trabajando en el cine, pero el trabajo está más parcializado, es una especie de rompecabezas.
P: Vuelve con Bielinsky y Mignogna. ¿Tiene directores en nómina?
R: Yo no les tengo en nómina y espero que ellos tampoco me tengan a mí (risas).
P: ¿Se atrevería a dirigir una película con guión de ellos? ¿Saltaría a la dirección?
R: Me gustaría intentarlo. De ellos o de cualquier otro. Sería necesario que tuviera entre manos una historia en la que yo sintiese que tengo algo para aportar. Es el único requisito que pongo para que pudiese cambiar de rol.
P: ¿Empezaría, por ejemplo, con la segunda parte de El hijo de la novia?
R: No creo que fuera una buena idea.