Image: José Sacristán

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El Cultural

José Sacristán

“En mi oficio es fundamental que el personaje te ponga cachondo”

1 septiembre, 2005 02:00

José Sacristán, por Gusi Bejer

Al tiempo que prepara un serie de ficción de tintes ecológicos para TVE, José Sacristán (Chinchón, 1937) sigue fiel a las tablas: el día 6 presenta en el Fígaro de Madrid Almacenados, tragicomedia de David Desola que protagoniza con Carlos Santos. él pertenece a una estirpe casi extinguida, la de los cómicos. A sus espaldas tiene más de un centenar de películas que le han proporcionado gran popularidad; pero sus orígenes fueron el teatro y también la zarzuela, un género que pudo retomar cuando estrenó el musical El hombre de la Mancha (con Paloma San Basilio) hace ya casi dos lustros.

Pregunta: Almacenados trata de la alienación que provoca el trabajo. ¿El oficio de actor es incompatible con esa sensación?
Respuesta: Pues sí, yo tengo la inmensa suerte de estar en las antípodas del señor Lino (el personaje que interpreta en el teatro). Para mí el trabajo sigue siendo lo que da sentido a mi vida. Es una suerte del copón la que tengo, porque me cuesta diferenciar entre mi vida y el teatro.
P: El no contemplar su oficio como un trabajo ¿explicaría la injustificada fama de vagos que tienen los actores?
R: ¡Joder! ¡Qué poco se conoce el trasfondo de nuestro oficio! El actor trabaja muchísimo, y luego está el esfuerzo y la tensión de estar en la cuerda floja, de tener o no trabajo, aunque no sea mi caso, pues tengo la suerte de poder elegir. Tenemos esa fama y otras peores, pero el que quiera dedicarse a esto que piense en dejarlo si cree que funciona así.
P: ¿Qué le sedujo de esta obra de David Desola?
R: Desola es joven pero tiene una mirada muy lúcida y crítica sobre el hombre de hoy. Ha escrito la tragicomedia de dos perdedores: un hombre a punto de jubilarse y otro joven que viene a sustituirle en el trabajo.
P: ¿Compagina el teatro con el cine por devoción, por tradición o por necesidad?
R: Lo compaginé en mis inicios por necesidad, pero ahora cuando hago una cosa no hago la otra, no se puede: es una barbaridad. Hubo un tiempo en el que rodaba dos películas (Mata-Hari y La Revoltosa) y luego me iba al teatro con Osinaga a hacer dos funciones.
P: ¿Y qué le parece que haya desaparecido la función doble de teatro?
R: Estupendo. Esa era una de las servidumbres más terribles que teníamos los actores, la cosa más miserable que ha sufrido el teatro español. Tener que repetir dos veces al día el mismo personaje esta en contradicción con la esencia misma del actor, de transformarse en otro. También fue difícil conseguir el día de descanso. Pero fue una época que yo sufrí poco, afortunadamente me rescató el cine.
P: ¿Hoy es la televisión quien rescata a los actores?
R: Desde luego, pues es la mayor fuente de contratación.
P: ¿Qué fatiga más el cine, el teatro o la televisión?
R: Lo que más fatiga es la mediocridad, hacer algo en lo que no se cree. Esto es como la cita amorosa, es agotador si no hay nada que hacer. Aquí es fundamental que el encuentro con el personaje te ponga cachondo. Entonces la fatiga o la incomodidad pasa al segundo plano.
P: ¿Dónde se mide un actor?
R: Yo jamás he distinguido entre medios o géneros. Es igual de difícil hacer tragedia que comedia y creo que un actor se mide perfectamente en cine, teatro o televisión. Todo depende del personaje y de la historia.
P: Muchos nos quedamos con la boca abierta al oírle cantar en El Hombre de la Mancha.
R: Porque usted no sabía que yo he cantado zarzuela. Debuté en el 68 con El huesped del sevillano y estuve dos años. Soy una tonadillera frustrada, me hubiera gustado ser la Márquez Piquer, pero no pudo ser. Heredé de mis padres el interés por cantar, me es muy familiar.
P: Y su etapa musical ¿está cerrada?
R: No, para nada. Pero el musical es un género muy costoso y los títulos son limitados, por lo que no es fácil encajar.
P: Frente a la imagen de actor cómico que el cine forjó de usted, sus personajes teatrales son más trágicos.
R: Como le digo, afortunadamente puedo elegir, pero no es algo premeditado. En el cine, los papeles que me ofrecen son escasos y poco interesantes. Y en el teatro he hecho recientemente Muerte de un viajante, de Miller, o Danza Macabra, de Strindberg.
P: Convivió con la pléyade de grandes cómicos del cine español. ¿Qué recuerdos tiene?
R: Alfredo Landa y yo, que pertenecemos a una generación posterior a todo ese grupo de cómicos, siempre decimos que nos ponemos de rodillas ante tanto talento como el de Pepe Isbert, Riquelme, Manolo Morán... Sí, fue un tiempo en el que los secundarios eran unos actores inmensos. Es una generación irrepetible, pero también hoy hay actores formidables, que están muy próximos a la verdad.
P: ¿Se ha preguntado por qué antes se hacían tantas comedias y ahora tan pocas?
R: Por razones de mercado. Entonces se hacían 200 películas y el público demandaba este género.
P: ¿Reniega de alguna de las películas que ha hecho?
R: De ninguna. Tengo un respeto grandísimo por todos los directores y productores con los que he trabajado y que confiaron en mi, José Luis Dibildos, Mariano Ozores, Orduña, Fernán Gómez... Sí diferencio entre las películas previas a la transición y las posteriores, a partir de Vida conyugal, en éstas últimas mi responsabilidad ha sido mayor.