El Cultural

Román Gubern

“El cine se apuntó a la Guerra Santa desde Lumière”

2 febrero, 2006 01:00

Román Gubern, por Gusi Bejer

Roman Gubern (Barcelona, 1934) es catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de la Historia del cine más esencial realizada por un historiador español. Espeleólogo de la imagen, ha reeditado y actualizado su ensayo La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas, en donde analiza las provincias iconográficas malditas y las zonas de exilio cultural de la imagen.

Pregunta: ¿Qué se siente al saber que un libro suyo sirvió de inspiración para hacer Tesis?
Respuesta: Me complace mucho haber contribuido, sin saberlo, a inspirar la primera película de un director de tanto talento.
P: ¿Son los snuff movies "un fantasma colectivo, una leyenda urbana o una realidad macabra"?
R: Después de haber visto algunas producciones de documentales sádicos hechos en Rusia, en su variante más brutal, no tengo dudas de que eso es la punta del iceberg.
P: ¿Es el cine porno una variante del cinéma-vérité?
R: Es un cinéma-vérité monotemático.
P: ¿Qué películas, por sus dosis de "perversión óptica", son las que más le han impactado a lo largo de su vida de cinéfilo?
R: Me han impactado mucho por sus transgresiones, aunque de modo diverso, La parada de los monstruos de Tod Browning, El imperio de los sentidos de Oshima, El triunfo de la voluntad de Leni Riefenstahl, Bilbao de Bigas Luna, La pianista de Michael Haneke... Y habría que rescatar del olvido títulos hoy en penumbra, como La mujer flambeada, de Robert Van Ackeren.
P: Afirma en el libro que La pasión de Cristo, de Mel Gibson es "una contribución a la Guerra Santa"...
R: El cine se apuntó a la Guerra Santa desde la época de Lumière, con las Pasiones primitivas que ya formulaban de modo implícito la tesis del "deicidio judío".
P: El ataque del 11-S, visto en directo por televisiones de todo el mundo, ¿es una perversión óptica colectiva?
R: La perversión mayor está en el ataque de Al Qaeda. Pero sabemos que parte de la audiencia, sobre todo en áreas de cultura musulmana y en militantes radicales antiimperialistas, se regocijó contemplando las imágenes del ataque, que por cierto fueron muy autocensuradas por las cadenas de televisión.
P: ¿Qué diferencia el morbo de la curiosidad?
R: La curiosidad es una reacción natural (y benéfica) en el ser humano, que ha hecho progresar la especie. La excitación morbosa ante ciertas crueldades es ya una invitación a yacer en el diván del doctor.
P: ¿Considera el cine y la televisión un aspecto esencial de las causas de la violencia en el mundo?
R: No. Yo he visto docenas de películas de vampiros y no he salido de noche a morder yugulares. Pero es cierto que en el público, cuya composición es muy heterogénea, existan "grupos de riesgo" a este respecto (menores, psicópatas, individuos con personalidad desestructurada…) y que son vulnerables a las incitaciones violentas.
P: ¿Actúa el cine de rito catártico para el hombre contemporáneo, como fue acaso el circo de los leones para los romanos?
R: El espectáculo audiovisual puede tener una función catártica. Pero no creo que los espectadores del Coliseo romano asistieran a sus crueldades por esta razón. Las crónicas señalan que muchas parejas fornicaban en las gradas. Y lo mismo dicen las crónicas de la muchedumbre que contemplaba el trabajo de la guillotina en la Revolución Francesa, aunque estos lo hacían en pie, con el hombre detrás de la mujer.
P: Dijo Kubrick: "Si la violencia en la pantalla es nociva, habría que señalar primero con el dedo a los dibujos animados de Tom y Jerry". ¿Está de acuerdo?
R: Kubrick estaba en lo cierto. Pero hay que distinguir la violencia virtual de la real. Y Tom y Jerry son un juego de niños al lado de la cultura de la violencia que alimenta a los adolescentes japoneses todos los días, herencia de la tradición del samurai.
P: ¿Refleja el cine las conciencias y patologías de su tiempo?
R: El cine es un espejo directo o indirecto de la sociedad que lo crea. Cuando no refleja la realidad social refleja su imaginario (aspiraciones, frustraciones, etc.). El elemento más frecuente que se detecta en el cine contemporáneo es el sentimiento de inseguridad.
P: ¿Cuáles son las películas que más le han interesado de estos cinco años de principios de milenio?
R: Siento especial interés por el cine asiático y me parece que Deseando amar es una película difícilmente superable. De Occidente me interesan Haneke, Coen, Ripstein, Angelopoulos y algunos más.
P: ¿La escoptofilia va necesariamente unida a la vocación del cineasta?
R: Un cineasta es una persona que ha hecho de la escoptofilia su profesión.
P: ¿Qué futuro pronostica para el cine con la irrupción de la era digital?
R: La cámara digital es una herramienta que facilita la producción de bodrios a escala masiva, pero también permite proezas técnicas interesantes a los directores de talento. Un uso poco convencional de la representación digital es la que hizo Eric Rohmer en La inglesa y el duque. Pero en general los pixels se usan sobre todo para que los personajes vuelen todo el tiempo y así no consigamos conocerlos nunca y por lo tanto no consigamos interesarnos por ellos.
P: Afirma Mark Cousins en su reciente Historia del Cine que vivimos una de los períodos más interesantes de la evolución cinematográfica. ¿Está de acuerdo?
R: Vivimos una época fascinante desde el punto de vista de la tecnología. Para hablar de arte nos falta perspectiva.