El Cultural

Anna Malagrida

20 abril, 2006 02:00

S/t , 2001

Espai 292. Consell de Cent 292. Barcelona. Hasta el 20 de mayo. De 2.200 a 4.500 e.

Anna Malagrida (1970) presenta dos exposiciones simultáneas y complementarias. Las dos nos hablan de la desazón, ambas son la expresión de un mundo deshumanizado en el que el individuo aparece como un náufrago, perdido y aislado. En el Instituto francés se exhibe una serie de paisajes de zonas residuales de la ciudad. Malagrida plasma aquel punto en que la ciudad pierde su nombre: la frontera, lo marginal, el límite. Sin embargo estos paisajes, con una luz matizada, matutina o crepuscular, son sublimes y se les podría calificar de románticos a lo Friedrich: las figuras humanas miniaturizadas aparecen recortadas sobre el fondo de la gran ciudad como un conglomerado anónimo. En la galería Senda-Espai2nou2 se presenta una serie dedicada a fachadas. Malagrida explica que empezó a fotografiar el edificio de Montparnasse a una hora crepuscular buscando un juego entre el interior y el exterior. La cuadrícula de la fachada enmarcaba unas ventanas que dejaban intuir multitud de mundos subterráneos en aquella mole. La idea es la de una gran colmena: la dura geometría del edificio, la repetición seriada de las ventanas lleva implícita la noción del anonimato, de negación o disolución del yo. Si en las fotografías de paisajes veíamos panorámicas de la ciudad, en esta última serie observamos primeros planos de esta misma urbe, pero ahora capturados a través del teleobjetivo; se trata de miradas o empleos de la cámara diferentes pero que remiten a lo mismo: la expresión de un mundo escindido. Puede que estas fachadas sean susceptibles de otras interpretaciones, pero quien haga dialogar las dos series tal y como que se presentan, convendrá en que son la cara y el reverso de una misma moneda.