Image: Cesc Gay

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El Cultural

Cesc Gay

“Entre lo que mostramos y somos hay un abismo”

9 noviembre, 2006 01:00

Cesc Gay, por Gusi Bejer

El cine de Cesc Gay (Barcelona, 1967) tiene eso que hace falta para no pasar inadvertido. Hay en sus historias contemporáneas una forma especial de entender el mundo y las personas que lo habitan.Una mirada. Con Hotel Room (1998), Krámpack (2000) y En la ciudad (2003) se ha revelado como uno de los cineastas más convincentes de nuestra industria. Ahora estrena Ficción, donde Eduard Fernández incorpora a su "alter ego".

Pregunta: Sus películas parecen en busca de un estado de ánimo: ¿cuál buscaba en Ficción?
Respuesta: Algo que tiene que ver con la renuncia, y con un cierto orgullo de aceptar el sacrificio que eso supone. Es una tristeza positiva.
P: ¿Y es ése su estado de ánimo actual?
R: No, no... yo sólo soy el director. Alex es el protagonista de la película.
P: Alex es un director de cine que atraviesa una crisis de identidad, una crisis de creatividad y una crisis sentimental... ¿no será su alter-ego?
R: En cierta manera sí, pero también es el de muchos que, como él, aceptan las decisiones que se van tomando aunque impliquen renunciar o reprimir nuevos sentimientos. Por ejemplo el de enamorarse de otra persona.
P: Teniendo en cuenta que su esposa en la ficción lo es en la realidad (la actriz ágata Roca), ¿qué le distingue al cineasta de Ficción de usted?
R: Yo soy mucho más alto que Eduard [Fernández] y nunca me perdería por la montaña. Tengo muy buena orientación.
P: Al final, Judith le dice a Alex que haga una película que no sea triste, sino romántica. ¿Ha optado por las dos cosas?
R: Creo que sí. Aunque tiene más de romanticismo que de tristeza. Siempre empiezo a escribir mis películas pensando en que van a ser comedias. Ese es mi impulso. Luego las cosas cambian.
P: Dependiendo del espectador, Ficción puede ser una historia de amor o de desamor... ¿es una obra de desesperanza o de resistencia?
R: Es una película sobre lo no vivido.
P: Efectivamente, la historia de Alex y Mónica es la historia de lo que no fue, ¿es esa la ficción del título o es que la vida es un espejismo?
R: Las dos cosas. Alex escribirá lo que ha vivido esos días y, a la vez, es la película que el espectador ha visto.
P: Sus personajes hablan poco y piensan mucho, ¿no se atreven a decir lo que sienten o es que no lo saben?
R: Mis personajes responden y actúan en las películas como creo que pasa en la realidad. No como a veces nos tiene acostumbrado el cine. Y en la realidad nunca somos conscientes del todo de lo que nos pasa ni de lo que sentimos. Los sentimientos van despacio y muchas veces no los queremos afrontar.
P: Viendo sus películas, parece que en cualquier momento va a sonar en off el pensamiento de los personajes... ¿cómo consigue que los actores, sin hacer nada, parezca que están pensando?
R: Porque realmente están pensando. Interpretan una escena que no tiene diálogo pero en la que están sintiendo o pensando cosas muy concretas y eso el espectador lo capta. Si además eso lo hace un actor como Eduard Fernández, lo que a veces consigue es algo muy especial.
P: En la ciudad ya retrataba un círculo social en el que nadie expresa sus emociones, ¿vivimos en un infierno de cobardes?
R: Yo no lo llamaría cobardía. Somos así. Y más los hombres. Entre lo que mostramos y lo que somos y sentimos hay un abismo.
P: El director de su película acude al entorno rural en busca de inspiración, ¿hace usted lo mismo?
R: Antes quizá. Ahora trabajo mejor en cafés con ruido o en cualquier lugar. A veces solo, y otras con Tomás, con quien escribo. A mí nunca me ha funcionado lo de aislarme. Terminas obsesionándote demasiado con lo que escribes.
P: Según sus películas: la adolescencia es un juego amargo (Krámpack); cruzar los treinta parece el final de lo bueno (En la ciudad), y a los cuarenta la vida es un estado de crisis perpetua (Ficción)... ¿existe la felicidad?
R: Si, y lo demostraré en la próxima porque por fin será una comedia.
P: Una excursión, una iglesia, una ascensión a la cumbre... el Rossellini de Te querré siempre y Stromboli asoma en la película. ¿Lo tuvo en mente?
R: Las ví hace mucho tiempo. Igual, sin darme cuenta, empujaron desde algún lugar.
P: ¿También, como el italiano, buscó la impronta documental, la improvisación en su "ficción"?
R: Un poco sí. Pero siempre trabajo así. No soy muy fiel a los guiones y reescribo un poco cada noche lo que se va a rodar al día siguiente.
P: ¿Por qué escogió la música de Nick Cave como atmósfera de esta historia llena de silencios?
R: Porque yo escuchaba sus discos en el coche durante esas semanas y decidí darle su música al personaje. Por suerte Nick Cave aceptó.
P: Tengo la sensación de que aunque no le gusta el conformismo de sus personajes, tampoco puede evitar verlos así. ¿Vivimos en la sociedad del conformismo?
R: Absolutamente. Vivimos en el sofá.
P: Y el cine español, ¿es conformista?
R: Hay de todo. Creo que nos autocriticamos demasiado.