Image: Stanley G. Payne

Image: Stanley G. Payne

El Cultural

Stanley G. Payne

“El revanchismo es una pasión, un vicio y un error”

23 noviembre, 2006 01:00

Stanley G. Payne, por Gusi Bejer

En vísperas del Congreso Internacional sobre la guerra civil española que comienza el próximo lunes, Stanley G. Payne (Texas, 1934) da respuesta en su último libro a 40 preguntas fundamentales sobre el conflicto (La Esfera), consciente de que "la historia es una empresa que no se termina nunca, y habrá investigaciones nuevas y controversias por mucho tiempo. Nunca se resuelve ‘definitivamente’ algo como la historia de la guerra del 36".

Pregunta: ¿Por qué interesa tanto la guerra civil española 70 años después?
Respuesta: Porque no hay nada en la historia que interese tanto como las guerras. Además, la guerra civil representó el colmo, en el sentido de punto de inversión, de la historia contem-poránea de España. Si no siguiera interesando, los españoles serían gente extraña. Otra cosa es la intención de las izquierdas, empezando en 1993 pero sobre todo tras 2000, de reanimar el tema de un modo completamente sectario y sesgado para sacar provecho político.
P: ¿Cuál es el enigma más sorprendente que despeja su libro?
R: El libro presta mucha atención a las "cuestiones previas", a las alternativas a lo que pasó antes de y con el estallido de la guerra. También a su significado en la historia internacional.
P: ¿Qué queda por resolver?
R: Ningún aspecto impor-tante de la guerra ha sido resuelto de un modo definitivo, o por la falta de investigación o de documentación. Conocemos los hechos principales, pero en el cómo y por qué, o cuánto y por quién queda mucho para esclarecer.
P: ¿Por qué, a su juicio, la "memoria histórica es un espejismo"?
R: Porque ni es memoria ni es historia. La memoria es personal y subjetiva, y no puede ser historia. La historia es investigación profesional de datos y documentos, y no se basa en la memoria subjetiva.
P: ¿El revanchismo es un error o una necesidad?
R: El revanchismo es una pasión natural, que es a la vez un vicio y un pecado. En sí mismo, un error.
P: ¿Existen historiadores sin ideología?
R: No hay un historiador sin su punto de vista, aunque el historiador serio y profesional, "científico", tiene la responsabilidad de buscar la verdad. Pero actualmente las universidades están dominadas por la corrección política, y son pocos los que salen de sus restricciones.
P: ¿A qué se debe la división de los historiadores pro y anti Moa?
R: Hay dos líneas de división, pero se refieren en gran parte a lo mismo. Uno es la cuestión de la interpretación de causas, actuaciones y responsabilidades. La otra línea se deriva del exclusivismo, corporativismo y endogamia de la universidad española, y la idea de que sólo profesores de historia pueden escribir la historia, un concepto grotesco. Así, Churchill no podía escribir la historia.
P: Déjeme plantearle alguna de las cuestiones del libro: ¿fueron válidas las elecciones del 36?
R: Sí. Otra cosa es la serie de anomalías, presiones, eliminación de actas y falsificación de elecciones parciales que tuvo lugar después.
P: ¿Fue inevitable la guerra?
R: No. Pero para evitarla, hubiera sido necesario tomar decisiones y medidas a tal fin, que los gobernantes y otros actores no tomaron.
P: ¿Por qué fue tan enorme la represión?
R: Hubo tres aspectos básicos. Las represiones salvajes fueron características de las guerras civiles revolucionarias del siglo XX. Segundo, en España había una mayor movilización que en otros casos. Otro aspecto es que era una guerra de enemigos aproximadamente iguales, lo que dio oportunidades iguales para la matanza.
P: ¿Sabremos algún día el número exacto de víctimas?
R: Las macroestadísticas históricas muchas veces son incompletas. Sabemos apro-ximadamente cuánta gente sufrió muerte violenta, pero sólo en términos muy generales. Falta mucha investigación para especificar cuántos en cada categoría. En el porvenir la investigación nos dará más datos, pero nunca tendremos estadísticas completas.
P: ¿Qué papel desempeñó en la guerra el nacionalismo?
R: En Vizcaya, el PNV libró su propia guerra, y no de un modo muy eficaz. La Ezquerra catalana no era tan independiente como el nacionalismo vasco, pero, como escribía Azaña, los nacionalismos constituyeron factores de discordia y de división interna muy serios.
P: ¿Qué papel van a desempeñar en España y Europa?
R: ¿Quién sabe? Ciertamente constituyen el problema político más serio del país. En Europa, en cambio, será mucho menor, porque sus iguales no existen en la mayor parte de los países y los gobiernos no los respaldan.
P: ¿Cuándo nació su fascinación por nuestra historia?
R: Cuando empecé mis estudios doctorales. Tuve que empezar a especializarme en algo y la idea se me ocurrió de un modo muy rápido, como consecuencia de un par de libros que acababa de leer.
P: ¿La primera imagen de su primera visita a España?
R: La primera imagen... Llegué a Barcelona, y las primeras imágenes importantes eran del Barrio Gótico -muy especial- y de ciertos aspectos del hampa, allí al lado -no muy especial o positivo.
P: ¿Y qué le gustaría olvidar?
R: Me parece que he tenido una suerte fantástica en España, no he tenido ninguna experiencia tan dolorosa o traumática como para sentir la necesidad de olvidarla.