Image: José Carlos Llop

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El Cultural

José Carlos Llop

“He escrito una lección de anatomía sobre una sociedad enferma”

6 septiembre, 2007 02:00

José Carlos Llop, por Gusi Bejer

Poeta, memorialista y narrador exquisito, José Carlos Llop (Palma de Mallorca, 1956) se ha embarcado en una aventura fascinante: novelar en París: suite 1940 (RBA) el episodio más controvertido de la azarosa vida de César González-Ruano, su detención por los nazis, en el París de la II Guerra Mundial, enredado en falsificaciones, tráfico de obras de arte y estafas varias. Una historia polémica, que ve la luz la próxima semana.

Pregunta: ¿De dónde le viene la fascinación por "el tercer hombre" y los espías en tiempos confusos?
Respuesta: Del cine y la literatura, supongo, pero haber nacido en un país al margen de la historia de Europa en esa época -un país de silencios y medio luto-, sospecho que también ha influido.
P: González Ruano supo convertirse en su mejor personaje: ¿qué aporta usted al indagar en el episodio más siniestro de su vida?
R: Una lección de anatomía sobre el cuerpo de una sociedad enferma: la Europa de los 30/40. En ella, Rua-no -o su doble literario- es mi Virgilio particular.
P: ¿Cómo se embarca un poeta en una historia tan sórdida como ésta?
R: Como novelista, naturalmente. Es mi quinta novela y el adjetivo sórdida la limita. Es mucho más; es detectivesca, equívoca, intrigante y de puros orígenes litera-rios: la conversión de un es-critor español en personaje parisino de la Ocupación.
P: Parafraseando a Ruano, ¿es que ahora la vida no es una novela?
R: Parafraseando a CGR: la vida ahora es sólo un reportaje. De ahí el tono híbrido de París: suite 1940.
P: ¿Llega a veces, quizá, a un mal reportaje?
R: La vida sí, en más ocasiones de las que debería; confío en que mi novela no.
P: Sin embargo, en sus anteriores libros ha recreado un mundo civilizado y cosmopolita, culto y bello...
R: Con sus zonas de sombra, pero esos libros tratan de otras cosas. En éste también está lo que usted dice, aunque su cara B. Será el pesimismo de la edad y lo neblinoso del personaje.
P: Después de sus investigaciones: ¿por qué CGR calló en sus memorias al escribir sobre el episodio más siniestro de su vida?
R: No calló; habló como un loro. Yo interpreto narrativamente los sonidos y el plumaje de ese loro que habla y habla sin precisar lo que ocurrió. Eso despertó mi curiosidad.
P: Entonces, ¿por qué considera que "no es nuestro asunto", ni se atreve a novelar de verdad?
R: La verdad no es una novela, la elipsis, en cambio, es un recurso novelístico. París: suite 1940 es una novela. Y de verdad. En cuanto a atreverme, pues ahí está.
P: ¿Cómo es su CGR y cómo fue en realidad?
R: Leyendo sus memorias uno llega a la conclusión de que como no haga espiritismo es difícil contestar a su pregunta. De ahí la existencia de mi novela: la literatura también es una forma de charlar con los muertos.
P: Niega en el libro las acusaciones de Haro Tecglen, que denunció que CGR estafó a numerosos judíos condenándolos a una muerte segura...
R: Me pareció una frase escrita muy a la ligera y desde la leyenda y el resentimiento más fantasioso.
P: Atrévase: ¿fue González Ruano un estafador, un diletante, un pícaro?
R: Se lo diré al revés que Zola: yo no acuso. Con Dreyfus, Zola hizo periodismo; con Ruano, yo he hecho novela. Y la mitad me la ha dado su personaje.
P: ¿Abundan en nuestros días y en nuestras letras los pícaros al modo de CGR?
R: Sí, pero procuro no tratarlos.
P: ¿Cree que hemos mejorado mucho en lo que a moralidad se refiere?
R: Me gustaría, pero no tengo línea directa con Joseph Ratzinger.
P: Ha trabajado en una biblioteca. ¿Le han robado alguna vez incunables?
R: No creo porque tenemos un sistema de protección consistente en pérfidas víboras, temibles tarántulas y venenosos alacranes que pasean por los estantes como sanguinarios reyezuelos tribales.
P: ¿Y se ha encontrado alguna vez con una cuchilla en un ejemplar valioso?
R: Aquí el sadomasoquismo se pena con la lectura obligatoria de las obras completas de Julia Kristeva.
P: Bromas aparte, ¿qué le parece la crisis de la Biblioteca Nacional?
R: Entiendo que no hay crisis, sino un ministro que cesa a alguien que no es de su confianza. ¿Lo encuentra usted raro?
P: ¿Y la mezquindad del gobierno que ningunea a un gran escritor fallecido?
R: La relación entre política y literatura siempre ha sido un campo de minas. Navegar entre ambas tiene a veces estas consecuencias.
P: ¿Por qué se siente contemporáneo de numerosos poetas y escritores extranjeros, más que de españoles?
R: Borges decía que ser contemporáneo es una fatalidad. No es que me sienta, es que lo soy. El tiempo no entiende de fronteras y la literatura, tampoco.
P: Pero ¿a qué autor español se siente más cercano?
R: Lo lamento, pero no relaciono nacionalidad, literatura y proximidad. Mis afectos se mueven por distintas vías. En algún caso españolas; en otros no.