Agustín Sánchez Vidal
El populismo es una peste en cualquier lado
17 abril, 2008 02:00Agustín Sánchez Vidal, por Gusi Bejer
De los callejones y teatros de Madrid a la ciudad perdida de los incas en los Andes a la caza de un tesoro secreto, tal es el periplo de los protagonistas de Nudo de Sangre (Premio Primavera de Novela, Espasa, 2008), una historia de aventuras a la usanza clásica que se desarrolla a finales del siglo XVIII y firma Agustín Sánchez Vidal (Cilleros de la Bastida, Salamanca, 1948), catedrático de Historia del Cine de la Universidad de Zaragoza.
Respuesta: Un viaje a Perú y un amigo español de la infancia que se estaba construyendo una casa en uno de los lugares más hermosos del valle del río Urubamba, entre Cuzco y Machu Picchu. Me deslumbraron aquellos paisajes y aquellas gentes. Y quise saber más.
P: Incas, jesuitas, tesoros, conspiraciones. Parece que al género le queda cuerda para rato, ¿no?
R: A los incas, desde luego. Aún hay mucha tela que cortar para estar a la altura de su legado. De todas las civilizaciones en que nos vimos implicados los españoles, pocas tan originales y con tanto impacto en nuestro imaginario colectivo. Y los jesuitas son uno de nuestros grandes temas de validez universal.
P: ¿A qué cree que obedece el auge que no cesa de la novela histórica?
R: Cada vez somos más conscientes de que hay cosas que nunca volverán, que hay personajes, peripecias, modos de estar en el mundo que son, sencillamente, irrepetibles. Y tienes que ir a buscarlos al momento y lugar donde se produjeron, porque ahora todo se está homogeneizando. Y la novela trabaja mejor sobre lo singular.
P: ¿Se publican demasiadas novelas históricas?
R: El género reparte juego de modo muy desigual. Hay zonas sobresaturadas junto a auténticos páramos. Overbooking de templarios o griales y déficit de la increíble epopeya americana, por ejemplo. O quizá la cuestión no sea de tema sino de registro, y no se diversifique suficientemente el tratamiento.
P: ¿Y qué hace particular a la suya? ¿Por qué se merece el premio Primavera?
R: Por lo que me pareció entender al portavoz del jurado, ángel Basanta, se trata de un tema casi virgen en la narrativa española, abordado con una trama que lleva al lector, con un ritmo que no decae, al mismo cogollo de la civilización inca.
P: Usted no es nuevo en esto de los premios. ¿Hasta qué punto afectan al escritor?
R: Un premio te ayuda a responder de modo rápido y expeditivo a la pregunta clave que te haces al rematar una obra, y es si eso que te ha ocupado tanto tiempo y energías te interesa sólo a ti o puede implicar a un público más amplio. Sin premio, ese proceso se prolonga y diluye. Con él, es como un fotomatón, tienes la respuesta de un modo mucho más rotundo.
P: ¿Qué resulta más dificultoso en una obra así, documentarse o escribir?
R: ésa es exactamente la clave en este tipo de novela, el equilibrio entre los dos procesos. Si te pasas en la documentación, puedes lastrar la imaginación y la escritura. Si te quedas corto, aquello cojeará, le faltará atmósfera. La prueba del algodón es cuando el lector no acierta a distinguir qué es histórico y qué es inventado. En mi caso, hay mitad y mitad.
P: ¿Cómo se consigue que los personajes hablen el lenguaje de la época?
R: Estudié Literatura Española y durante veinte años fui profesor de esa materia. Una de las destrezas que tenías que entrenar era distinguir casi a primera vista a qué época pertenece un texto. Y no faltan textos sobre la conquista del Perú, hay medio centenar de crónicas. Luego ya se trata de captar la música, el fraseo, escuchar el idioma.
P: ¿Se imagina a los protagonistas en la gran pantalla?
R: Por edad y físico, Javier Bardem encajaría muy bien en el papel de Sebastián de Fonseca. Y para la princesa mestiza Umina no se me va de la cabeza Magaly Solier Romero, una actriz peruana de Ayacucho.
P: ¿Qué le parece que hoy muchos libros se escriban con la intención de convertirlos inmediatamente en películas?
R: Me temo que es otra secuela más de la americanización que padecemos. En cualquier circunstancia, incluso en Hollywood, es difícil rodar un guión o una historia. En España -donde no hay propiamente industria fílmica y la mayor parte de los realizadores urden sus propios guiones- escribir para que te rueden es ciencia ficción.
P: ¿Causaron los españoles un genocidio en América?
R: Depende con qué se compare. Si se hace con el modo en que Inglaterra exterminó a los indios norteamericanos, las diferencias saltan a la vista. Dentro de poco, EEUU quizá tenga un presidente negro, pero que haya uno indio no parece que sea para mañana, no hay masa crítica de población super-viviente. En cambio, en Perú llegó a la presidencia Alejandro Toledo, y ahí está Evo Morales en Bolivia.
P: ¿Y cómo ve la situación actual en Latinoamérica con el auge del populismo de izquierdas?
R: El populismo es una peste en cualquier lado, y tanto da que sea de izquierdas como de dere-chas. Pero su mezcla con la demagogia indigenista no creo que sea la mejor fór-mula para Latinoamérica.