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El Cultural

En la escritura de Julião Sarmento

1 mayo, 2008 02:00

Julião Sarmento. Literal

Comisario: Delfim Sardo. Centro José Guerrero. Oficios, 8. Granada. Hasta el 25 de mayo.

En la prolongada trayectoria del artista portugués Julião Sarmento (Lisboa, 1948), la literatura ha sido desde sus inicios una constante sustantivada que le ha servido como fundamento para elaborar ambiguas asociaciones de ideas, perturbaciones de los significados y las formas que rebasan la estrechez de lo narrativo para navegar por un interminable océano conceptual colmado de posibilidades. Esta evidencia de la escritura como rasgo vertebrador de su obra, es el motivo que le ha llevado a exponer por primera vez en Granada una antología de sus trabajos más relacionados con este arte, propuesta que se enmarca dentro del prestigioso Hay Festival de las letras que este año, excepcionalmente, se ha celebrado en la ciudad de la Alhambra.

El responsable de seleccionar la veintena de piezas que pueden verse en Literal ha sido el comisario luso Delfim Sardo, uno de los mayores conocedores de la obra de Sarmento, especialista que ha elegido para el Centro José Guerrero una heteróclita diversidad de trabajos realizados en su mayoría en la última década (fotografía, dibujo, instalación, escultura, grabado, vídeo y sobre todo pintura), un repaso cuidadoso que sirve para cartografiar las inquietudes lectoras del artista.

La variedad de formatos y la divergencia de medios componen un mosaico dispar pero unívoco. Si tenemos en cuenta los soportes, recursos que no son más que maneras elaboradas de guarnecer una intención, la propuesta puede ser desigual pero muy ilustrativa: se descubren la multitud de apariencias por las que opta este creador. Si nos centramos en el mensaje, en el sentido profundo de lo que se pretende transmitir, si nos fijamos en las ideas y no en los objetos, nos adentramos en un universo expansivo que entiende la aprehensión a través de la lectura como una necesidad primaria vital, alentadora y compleja, una sustancia inasible que se convierte en un camino expedito para el conocimiento y entendimiento del mundo.

Julião Sarmento, que llegó al arte desde la literatura y el cine (como él mismo afirma, “de pequeño los libros y las películas me abrieron muchas puertas”), construye sus cuadros de manera fragmentada, con una sintaxis privativa que mezcla texto e imágenes en un discurso inconcluso plagado de sugerencias (basta contemplar la serie de pinturas What Makes a Writer Great), una segmentación al modo del montaje fílmico o los tropos metafóricos de la poesía, donde la palabra y la figura funcionan al mismo nivel iconográfico. Al igual que ocurre con los trabajos de John Baldessari, ambos elementos, imagen y texto, se sitúan en una posición intersticial de neutralidad: la de la simple representación, sin más. Habrá quien lea el texto porque conozca el código en el que están escritas las palabras; y habrá quien sólo vea esas líneas como argumentos compositivos de un valor plástico determinado. Lo que sí es innegable es que al combinar facciones visuales diferentes y descontextualizadas -una frase, un recorte fotográfico y un fondo, por ejemplo-, se crea una realidad nueva que trasciende la simple cita gráfica para convertirse en una situación mental insinuada, obligando al observador a pensar en las razones por las que esos componentes, y no otros, están agrupados de esa precisa manera. Una obra abierta, en el amplio sentido del que habla Umberto Eco, que en última instancia se construye en la mirada de la persona que está viendo.