El Mundo después de USA
Fareed Zakaria
15 mayo, 2009 02:00Barack Obama. Foto: S. Walsh
La tradicional relación entre cine y best-seller ha mutado. Una nueva cepa de títulos literarios de éxito ha puesto a los pies de la taquilla películas como Ángeles y demonios, Crepúsculo o los ineludibles de Larsson.
Doctor en ciencias políticas por Harvard, director durante años de la prestigiosa revista "Foreign Affairs" y en la actualidad columnista de "News-week", Zakaria alcanzó fama mundial con su libro de 2003 El futuro de la libertad. En la reciente campaña electoral apoyó a Obama y con motivo de los primeros cien días de su presidencia ha ofrecido una valoración muy positiva de la nueva orientación que éste ha dado a la política americana.
En 1963 el destacado estudioso americano William McNeill publicó una historia de la humanidad titulada The rise of the West (el ascenso de Occidente), un título que entonces sólo resultaba un poco exagerado, si se tenía en cuenta la extraordinaria aportación occidental a la historia humana en los últimos quinientos años. En las últimas décadas, sin embargo, se ha convertido en un lugar común afirmar que estamos ante the rise of the rest (el ascenso de los demás). ése es el tema de El mundo después de USA, que no pretende diagnosticar un declive del poder americano, sino analizar las implicaciones del ascenso de nuevos países. Estados Unidos sigue siendo el número uno en los campos de la ciencia y la técnica, la economía, el poderío militar, y también por el atractivo que su modelo de sociedad, su cultura y sus valores ejercen sobre el resto del mundo.
En la portada de la edición española una nube vela la estatua neoyorquina de la Libertad y ello podría inducir al error de que estamos ante una diatriba ante los males de los Estados Unidos. No se trata de eso, sino de una advertencia de que, en un mundo con tantos actores relevantes, ni siquiera la primera potencia mundial puede pretender una hegemonía unilateral.
De hecho, Zakaria desmonta algunos tópicos acerca del supuesto declive americano. Un buen ejemplo es el de la llamada "curva sonriente", que como las que aparecen en las caritas que representan la felicidad, tienen una forma de U y sirve para ilustrar los beneficios que genera el desarrollo de un producto, desde la concepción hasta la venta. La curva empieza con los altos beneficios que implica el diseño general, desciende en el tramo central correspondiente a la producción y el transporte y se eleva de nuevo en la fase final correspondiente a la mercadotecnia. Esto explica el curioso milagro del iPod: se fabrica mayoritariamente fuera de Estados Unidos, sobre todo en China, pero la mayor parte del valor añadido corresponde a la empresa californiana que lo diseñó, Apple.
Los Estados Unidos se sitúan a la cabeza en cualquier lista de las mejores universidades del mundo, dominan ramas del conocimiento tan prometedoras como la nanotecnología y la biotecnología y mantienen una extraordinaria capacidad para generar aplicaciones comerciales a partir de la investigación científica. Todo lo cual se deriva en parte de que conservan su capacidad para atraer inmigrantes cualificados. En 2006 dos tercios de los doctores en ciencias informáticas que se graduaron en Estados Unidos eran inmigrantes o americanos de primera generación. El viejo sueño sigue pues funcionando: gentes brillantes y dispuestas a trabajar duro, llegadas a Estados Unidos en busca de oportunidades, labran su propio futuro y también el de su país de adopción. El propio Zakaria es por supuesto un buen ejemplo de ello. Pero su libro aborda también los defectos de su nueva patria. Un tercio de las escuelas no logran proporcionar una formación adecuada a sus alumnos, el sistema sanitario plantea graves problemas de cobertura, se derrocha el dinero público en subvenciones improductivas y el sistema político se muestra incapaz de promover las reformas necesarias. El debate político es sectario y maniqueo y no ha sido posible alcanzar el consenso interpartidista que en un sistema como el americano, basado en la división entre el poder ejecutivo y el legislativo, requieren las grandes reformas.
Puede que Obama logre modificar esa inercia política, pero en todo caso lo que resulta irreversible es la marcha hacia un mundo cada vez más multipolar. En dos brillantes capítulos Zakaria aborda la comparación entre los dos mayores países emergentes, China e India. La primera es un país culturalmente homogéneo, regido por una dictadura inusualmente competente, capaz de tomar medidas rápidas para fomentar el de-
sarrollo económico, con el éxito que todos conocemos, pero cuya estabilidad a largo plazo se ve amenazada por no haber desarrollado un sistema político capaz de canalizar las aspiraciones de los ciudadanos. India es en cambio un país diverso, caótico y vibrante, que sólo recientemente ha sabido adoptar una política económica favorable al desarrollo, pero que en cambio ha logrado el triunfo histórico de haber conservado desde la independencia el sistema democrático que, junto a la propia lengua inglesa constituye el mejor legado del colonialismo británico.
El caso de India es muy representativo de un fenómeno fundamental. Durante dos siglos dos potencias de lengua inglesa, Gran Bretaña y Estados Unidos, han ejercido una hegemonía que, con todos sus defectos e incluso sus horrores, ha contribuido a promover el desa-rrollo humano. Su mejor legado se encuentra en la difusión de los valores de la libertad y en la creación de una intrincada red de organizaciones y acuerdos internacionales. Y en esa red, no en las iniciativas unilaterales tan caras al segundo Bush, habrá de basarse según Zakaria la gestión de ese "ascenso del resto" que caracteriza nuestro tiempo. Los Estados Unidos tendrán que definir mejor sus prioridades en un mundo cada vez más complejo, mientras que el necesario recurso a las organizaciones internacionales deberá hacerse "a la carta": la ONU servirá para abordar un problema, la OTAN para otro y un tercero quizá requiera un tratamiento distinto.
La nueva crisis económica mundial, surgida tras la publicación de El mundo después de USA, plantea nuevas dificultades pero no afecta a los argumentos expuestos de Zakaria. El paso del G8 al G20 representa de hecho un reconocimiento de su tesis central: en un mundo multipolar hay que contar con el resto. También habría que cuidar más las traducciones. La de El mundo después de USA es en general correcta, pero incluye algunos despistes. El peso científico de un país no se mide por la publicación de artículos periodísticos sobre ciencia y tecnología (pág. 165) sino en la publicación de artículos en revistas científicas, que no es lo mismo.