La interpretación de esta grabación de 1991 es muy intensa, apasionada y de firme ejecución, como demanda la música, escrita por el valón Guillaume Lekeu, una figura injustamente preterida, pues sus pentagramas poseen una sonoridad sinfónica y un verbo melódico excepcionales. En su Cuarteto con piano, del que únicamente nos quedan los dos primeros movimientos, el lirismo más incandescente penetra en los pliegues de unos temas que se repiten en secuencias y que conducen a planteamientos de signo cíclico, en la línea de un Franck, y cuyas notas tienen evidente raigambre brahmsiana. Lo mismo que las de las otras composiciones del cedé, por primera vez en catálogo.