El Cultural

Leo Nucci y la saga de bufones

22 mayo, 2009 02:00


Rigoletto es probablemente el personaje más caleidoscópico, rico y complejo de los que el compositor encomendó a un barítono. Por eso es difícil encontrar hoy un buen jorobado, capaz de salvar los problemas del spianato y del concitato, de susurrar ternuras y amenazar virulentamente. Los barítonos de pro hace tiempo que han desaparecido, como otras voces graves. Hay, sí, cantantes que, de un modo o de otro, han recogido el testigo de los grandes de antaño y lo han hecho suyo a base de estudio, de esfuerzo y de inteligencia, incluso de buenas resoluciones emocionales. Uno de ellos es el ya veterano Leo Nucci, un barítono muy lírico en sus orígenes, aunque siempre dotado de un timbre brillante, comunicativo y de un reconocible metal, además de una considerable extensión. Es así Leo Nucci, con sus medios si se quiere modestos, junto al más agostado Renato Bruson, un digno heredero de los gigantes del pasado, de los barítonos auténticos de principios del siglo XX; de los Scotti, Battistini, Stracciari, Ruffo, Amato, De Luca, Danise, estrellas de la época dorada. O de los más recientes y menos imponentes Bechi, Gobbi, Bastianini o, aún más cercano, Cappuccilli. Valdrá la pena verlo.