Bernardí Roig. Por Gusi Bejer

Está en Venecia, en la Galleria d’Arte Moderna, que acoge a sus misteriosos personajes. Y acaba de presentar una monografía de su trabajo en la Trienal de Milán. Bernardí Roig (Palma de Mallorca, 1965) llega dispuesto a navegar junto a los grandes.

Pregunta: Va a Venecia, aunque no al pabellón español, ¿dispuesto a quitarle protagonismo a Miquel Barceló?
Respuesta: Estoy dispuesto a quitarle protagonismo a quien sea. A Barceló le elige el ministro de Exteriores para representar a España y a mí el director de un museo veneciano con un proyecto. Son dos cosas muy diferentes.

P: Este año hay ¡pabellón de Cataluña y de Murcia!
R: Venecia entera se alquila en el periodo de la Bienal. Sólo hace falta pagar y tienes un Palazzo o un granero para organizar una muestra o una representación nacional. Quién tiene dinero, tiene exposición. Creo que el comisario del pabellón murciano es peruano-francés y que sólo ha invitado a dos artistas murcianos y que la apuesta fuerte del pabellón catalán es un sevillano...

P: Sus famosos hombres blancos dialogan en Ca’Pesaro con Morandi, Klimt o Medardo Rosso: ¿de qué hablarán?
R: Más que hablar se susurrarán deliciosas frases de amor con la esperanza de que, en algún momento, puedan convertirlas en una deseada caricia.

P: Y en diciembre irán al IVAM, pero allí, con tanta pared blanca, ¿no se van a aburrir?
R: Pasaremos del dialogo de Ca’Pesaro al temblor del monólogo en el IVAM. Las obras serán las mismas pero la exposición será lo contrario: soledad, blanco nuclear, vacío y arquitectura. Más onanista.

P: Y si le dejasen una galería del Prado para sus esculturas...
R: No estaría mal colocar una figura con las manos esposadas, intentando lamer una bombilla que cuelga del techo, de puntillas sobre un televisor al revés emitiendo la imagen de alguien que se está ahogando y situarla en la Sala de las Pinturas Negras de Goya.

P: ¿Escultor o artista multimedia?
R: Pintor, la pintura lo engloba todo. Una vez nos salimos del cuadro, todo es cuadro. Se trata de construir imágenes que provoquen la erección del ojo.

P: ¿Cómo se lleva con la crítica patria?
R: Como todos, imagino… he tenido alguna muy buena mala crítica, algunas malas malas críticas y pocas buenas buenas críticas. Al final, sólo te sirven las buenas críticas, sobre todo si son malas.

P: Hasta hace poco todavía era considerado "uno de los jóvenes con más proyección". ¿No cansa ser joven promesa?
R: Eso es más una etiqueta periodística. Pasas de ser joven promesa a vieja promesa y al final te conviertes en muerto definitivo.

P: Ha expuesto en el DA2, en el MEIAC, en el IVAM..., ¿se le resiste el Reina Sofía?
R: No todos los caminos conducen al Reina Sofía. Hay vida mas allá del Reina Sofía, sólo hay que saber vivirla.

P: Por cierto, ¿ha visto ya las novedades?
R: La nueva ubicación del Guernica y su contexto histórico es excepcional. Todavía no he visto el resto pero me gusta la idea de pulverizar los límites cronológicos heredados. El museo necesitaba ser agitado con virulencia, llevaba demasiado tiempo anestesiado.

P: Eso sí, ha expuesto por toda Europa: ¿qué echa de menos cuando le toca hacerlo en España?
R: Un mercado más sólido y, porque no decirlo, con más glamour.