Bruce Weber
"Baker siempre fue joven en su corazón y eso le destrozó"
18 septiembre, 2009 02:00Bruce Weber en la presentación de Let's get lost en Madrid. Foto: Alberto Cuéllar
Hoy estrena en España, 20 años después de filmarlo, el documental Let's get lost, sobre el polémico y genial trompetista americano
Es posible que su nombre no le suene a todo el mundo pero Bruce Weber (1946, Pensilvania) ha sido uno de los fotógrafos de moda más influyentes de la Historia. No en vano, sus campañas para Calvin Klein o Ralph Lauren han sido decisivas para fijar el estándar estadounidense como el más deseable. Pero Weber también es un fotógrafo de gran prestigio artístico que ha expuesto en las galerías más exquisitas y un cineasta underground que hoy estrena en España, 20 años después que en Estados Unidos, su película más conocida: Let's get lost, su filme sobre el controvertido trompetista estadounidense Chet Baker. Músico y estética se diluyen en este retrato biográfico de un hombre al mismo tiempo adorable y despiadado que encarna como pocos la clásica "furia de vivir" adolescente.
PREGUNTA.- Han pasado veinte años desde que hizo la película, ¿qué siente al volver a verla?
RESPUESTA.- Me preguntan muchas veces si la haría de la misma manera y es difícil de contestar pero sí creo que traté de ser honesto en su momento. Cuando rodé Let's get lost las películas documentales no eran tan frecuentes como ahora y el propio Baker no lo puso nada fácil. Era muy frecuente que no apareciera a las citas. Siempre he sentido una gran fascinación por ese tipo de personas que son bellas sin ningún esfuerzo, por lo que pueden dejarse completamente porque saben que seguirán siendo hermosas. Y me interesaba la contraposición entre el Baker viejo y el joven, creo que eso está logrado. Aunque nunca se diga, a los hombres bellos les sucede un poco lo mismo que a algunas mujeres, sufren muchísimo al crecer. Baker siempre fue joven en su corazón y eso le destrozó.
P.- En la película se dice muchas veces que era difícil escapar al magnetismo del trompetista, ¿usted estaba enamorado de él?
R.- No he querido hacer una hagiografía sino retratar al personaje y, eso sí, hacer un homenaje a su música. Siempre he dicho que tenía la suerte de amar a Baker sin estar enamorado de él. El encarnaba muy bien ese tipo de persona frágil y muy carismática al mismo tiempo. Es ese tipo de chico malo que provoca a la vez compasión. Caer rendido a sus pies era muy peligroso.
P.- En Let's get lost aparecen dos mitos, por una parte, el de la juventud. Por la otra, el del mito "americano". Baker encarnaba a la perfección a ambos.
R.- Hay una escena en Julia and Julia en la que Jane Fonda, hablando del personaje de Vanessa Redgrave dice en off, en un momento en que aquella está sencillamente paseando por el campo, algo así como que "estaba viviendo el momento más bello de su vida". Mucha gente vive ese momentum en su juventud y ahí está la raíz de la tragedia, porque después no podrán superarlo y muchas veces caen en la desesperación. De modo que esa representación de la juventud ya lleva implícita una tragedia. Respecto al mito americano, yo reflejo mi fantasía sobre ese mito pero también pretendo transmitir la melancolía de que jamás se cumplirá del todo. En su propia formulación teórica está su fracaso.
P.- Let's get lost tiene un punto de giro fundamental cuando conocemos a los hijos de Baker. Allí, el maligno seductor pasa a ser más maligno que seductor.
R.- Para mí mismo fue un shock descubrir a la familia de Chet. Fui a Oklahoma a visitarla y prácticamente vivían de la mendicidad. Entonces me di cuenta de que realmente la película estaba cogiendo otro tono, mucho más dramático. Es inevitable preguntarse cómo puede ser que un hombre que compuso unas canciones tan hermosas al mismo tiempo fuera capaz de dejar a sus hijos en tal estado abandono. Sin duda, es la parte más oscura del mito.
P.- Usted ha trabajado en campañas de publicidad gigantescas y en los circuitos más underground. ¿Considera la publicidad como algo alimenticio?
R.- No, en absoluto. Todo mi trabajo es coherente con mi forma de mirar el mundo. Jamás hago una distinción entre una cosa y otra. Lo que me disgusta de la publicidad es que los modelos saben que van a ser fotografiados y eso les predispone a una actitud. Por eso, me gusta recorrer el mundo simplemente con mi cámara, sin que nadie sepa quién soy, y simplemente fotografiar a la gente haciendo su vida. Esos trabajos suelen ser los que acaban siendo vistos en los circuitos artísticos. Y déjeme decirle que muchas veces son más comerciales mis contactos con el arte que con la publicidad.