Helena Pimenta. Foto: EFE

La directora escénica estrena hoy en los Teatros del Canal su querida obra 'Sueño de una noche de verano'

Marta Caballero
Con la ilusión de viajar a la juventud teniendo a su favor los años de experiencia, la directora teatral Helena Pimenta presenta hoy en Madrid su espectáculo Sueño de una noche de verano, la más exitosa de cuantas producciones ha dirigido. Se acercó a este shakespeare, su favorito, en el año 92 por primera vez, y ahora, tras la gira de verano, lo revisita feliz e invitada por Boadella en los Teatros del Canal. "Es el mismo montaje que hice en entonces pero con el poso de la experiencia aportando más matices", promete.

PREGUNTA.- ¿Cómo se han sentido retomando esta obra ahora que ya llevan un tiempo girando con ella?
RESPUESTA.- Ha sido una experiencia de renovación. El espectáculo sigue siendo el mismo pero ahora posee el brío de una experiencia mayor y de un equipo nuevo que lo ha enfrentado con mucha ilusión. Yo lo he vivido con tanta o más emoción que la primera vez, y el público sigue viéndolo muy vivo. Al principio tenía miedo porque iba a ser como un viaje en el tiempo, pero acabé viéndolo como un regreso natural.

P.- ¿Cuáles son las novedades con respecto a su primer montaje de Sueño de una noche de verano?
R.- La mirada es diferente, más experimentada, a diferencia de la intuición y del atrevimiento juvenil de los anteriores. Esto nos permite mostrar mejor los tres mundos a los que alude el texto de Shakespeare. Hay también una profundización en los textos, en el significado múltiple que les atribuyó el autor. En definitiva, hemos ganado en matices y en experiencia pero, además, los nuevos actores han dado visiones novedosas, han aportado más colores. Finalmente, la iluminación sí que es totalmente nueva, porque este es uno de los elementos que más ha cambiado en el teatro estos años.

P.- Ha declarado que deseaba mostrar este shakespeare a las nuevas generaciones, ¿qué respuesta está obteniendo de ellas?
R.- Están respondiendo muy bien, porque es una obra que pareciera estar hecha para ellos, y que ya se concibió con una conexión muy importante con los jóvenes. Hay quien dice que fuimos pioneros en la innovación del texto clásico. Ahora veo que el espectáculo en aquel momento fue muy vanguardista pero, sin embargo, hoy se ajusta muy bien a la sensibilidad actual. Hay muchos que la vieron entonces y que la han vuelto a ver ahora, de forma que se convocan situaciones muy emocionantes. Yo lo vivo como un ejercicio de memoria que me permite asimilar mi propia trayectoria. Es, al final, una experiencia rejuvenecedora.

P.- Habla de esta obra como de una hija. ¿Es su predilecta entre todas las demás?
R.- Para mí todas han sido muy especiales, y eso me gusta, porque cada proyecto me exige mucha entrega. Evidentemente, esta tiene recuerdos maravillosos, y si hago la cuenta, me salen más de 350.000 espectadores ante los que la hemos representado. Nos permitió un cambió maravilloso en nuestro oficio, y en eso tiene todo el cariño, pero, como son todas mis hijas, una también siente amor por las más pequeñas, las menos potentes o las más desvalidas, las que no tuvieron tanto éxito.

P.- Es la primera vez que representan en el polémico edificio de los Teatros del Canal. ¿Es grande, eh?
R.- El equipo técnico nos ha facilitado las cosas, pero antes me perdía constantemente. Sí, me parece un exceso de tamaño y de materiales, pero a la vez lo encuentro muy cómodo para trabajar. Supongo que los arquitectos podrían haber encontrado un término medio, pero en lo personal a mí me parece un lugar tranquilo. Yo admiro desde siempre a Boadella y para mí es un orgullo que me haya invitado a estrenar aquí.

Ver otros "Buenos Días"