Image: Javier Sádaba

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El Cultural

Javier Sádaba

"La salud y tener la conciencia satisfecha son las claves de la felicidad"

19 octubre, 2010 02:00

El filósofo Javier Sádaba. Foto: Miguel Riopa

Participa en un congreso sobre la felicidad

Es filósofo de largo recorrido. También profesor y catedrático de Ética de la Universidad Autónoma de Madrid. Javier Sádaba ha reflexionado sobre la existencia del hombre y de su actitud ante el mundo en libros como Saber vivir, Amor diario, La vida en nuestras manos o La vida buena, que publicó el año pasado. Desde hoy participa en el I Congreso Internacional de la Felicidad (organizado por Coca-Cola) que se celebra en Madrid junto a nombres como Manuel Pimentel, Javier Urra, Edurne Pasabán, Alejandra Vallejo-Nájera y Eduardo Punset. Habrá que tomar buena nota de sus conclusiones.

P.- ¿Cómo se puede hablar de la felicidad sin caer en el manual de autoayuda?
R.- Ese es un peligro y, actualmente, inmenso, puesto que los hay como hongos. En cualquier caso, la felicidad es un concepto lo bastante fuerte y personal como para que pueda decidirse más allá de uno mismo. Hay que conocerse a uno y, desde ahí, todo lo demás.

P.- ¿Podría dar una fórmula sencilla que puedan seguir todos los mortales?
R.- Hay muchas, pero si me obligaran a escoger, elegiría tres características: la salud, que es lo fundamental; el no desaprovechar nada, esto es, ser como los indios, con el oído pegado a la tierra; y tener la conciencia satisfecha con un mismo y con los demás.

P.- ¿Se puede vivir bien cuando todo sale mal? ¿Cómo se lucha contra los elementos?
R.- Aristóteles decía que cuando uno tiene mala suerte no se puede ser feliz. Aún así, está en nuestra mano luchar contra las posibilidades, un ejemplo de ello es Stephen Hawking.

P.- ¿Qué le debe la felicidad a pensadores como Bertrand Russell?
R.- Por lo menos algún libro bueno. Y el ejemplo de una vida larga, de placer, hedonista y curiosa, porque la curiosidad está muy ligada a la felicidad. También una consideración política progresista.

P.- ¿Se puede ser feliz después de Schopenhauer, Sartre y Cioran?
R.- Se puede ser feliz a pesar de ellos. Schopenhauer fue un nihilista total pero se las arregló para pasárselo bastante bien con sus dietas, sus paseos, su perro... Sartre no perdió comba y Cioran tampoco. Una cosa es lo que dijeron y otra lo que hicieron.

P.- ¿Puede la religión suplir el desamparo de la tragedia existencial?
R.- Suele hacerlo. La religión precisamente aprovecha los límites de la existencia, de la muerte. El hombre necesita a Dios para ser inmortal, para ser feliz. Las religiones sacan agua de la infelicidad humana. Esa no es una solución, más vale ser pobre malamente feliz que rico alienadamente religioso. El que quiera la otra, es cosa suya.

P.- ¿Hasta qué punto hay que engañarse para llevar una "vida buena"?
R.- Hay que engañarse lo menos posible. Sin un poco de autoengaño sería imposible la existencia. Tenemos que tener más ternura con nosotros mismos, perdonar las debilidades y creer que estamos mejor de lo que estamos, pero eso no es la sustancia de las cosas.

P.- La evolución nos ha dado el sexo, ¿qué lugar ocupa en el ranking de la felicidad?
R.- Evidentemente el sexo es uno de los productos de la evolución y, si nos fijamos en el sexo de los hombres y de las mujeres, unos y otros tenemos que vivir por encima de lo posible. Somos seres que nos hemos puesto de pie, autoconscientes. Cada sexo debe desarrollar sus armas para buscar un intercambio fructífero entre las relaciones, lo que fomentaría una sociedad mejor.

P.- ¿Es la felicidad un invento del cerebro desarrollado?
R.- El cerebro está hecho para comer, para sobrevivir,. Y, una vez que come, necesita otras cosas, entre ellas estar a gusto y bien. Placer y dolor forman parte de nuestro cerebro. Tenemos esa necesidad, pero la realidad va más allá que la pura sensación del placer. El mundo de la cultura va fijando un carácter que fija la felicidad humana, la verdadera, la que no se reduce a pasividad.

P.- ¿Podría decirse que eran más felices nuestros antepasados de Atapuerca? R.- No es ni verdadero ni falso porque una comparación entre bienes y males de una época y otra es inviable. Tenían menos medios para vivir bien que nosotros y posiblemente su vida común tenía aspectos gratos que hemos perdido. Por ejemplo, la relación cálida, el estar juntos, y la ayuda inmediata a la comunidad.

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